La gente estaba enardecida. Una gran multitud seguía la pequeña marcha de ocho personas. Cuatro hombres tenían sus torsos semidesnudos, con los pechos apenas cubiertos por brasiers de color rojo. Cuatro mujeres lideraban la marcha con sus senos al aire. La excéntrica movilización arrastraba más espectadores que marchantes, ellas decididas mostraban en sus rostros la determinación de sus convicciones.
Se trata de seguidores de Rael, un movimiento que se fundamenta en los escritos del francés Claude Vorilhon, quien aseguró tener un encuentro con extraterrestres en el que le fue revelado el mensaje del origen de la vida en la Tierra.
Sin embargo, ni el mismo Rael en persona hubiese causado la conmoción que causaron las mujeres con los pechos afuera, que de manera simbólica protestaban por la desigualdad entre hombres y mujeres, y decían que si se obliga a las mujeres a cubrir el pecho, entonces también debería ocurrir lo mismo con los hombres…; o tal vez, mejor aún, todos con la posibilidad de mostrar el pecho sin mayores complicaciones.
Los senos padecen la represión de sostenes que se atornillan con varillas y hostigan la caja torácica, condenando a las mujeres a prisiones de lencería que cocinan los pezones en un planeta que se recalienta.
Si el francés se encontró con un extraterrestre que le reveló los secretos de nuestra creación, no lo sabemos. En sentido práctico no es tan loco creerlo, si tenemos la capacidad de creer en historias que mencionan a serpientes que hablan y a seres que se hacen a punta de puro barro. El origen de las especies es tan controvertido que, incluso, hay algunos osados que dudan del mismo Darwin, pero el tema de la igualdad de derechos entre hombres y mujeres cada vez es menos discutido.
Esas cuatro mujeres, medio locas para algunos, medio putas para otros, no son más que un ejemplo de la creatividad de los seres humanos que están convencidos de que podemos hacer apuestas por un mundo más equitativo para todos.
Sería interesante saber cuántas toneladas de aliser, por ejemplo, se gastan las mujeres. A qué deben someterse, cuánto deben estirarse el pelo, para que al final queden como falsas pelucas hechas con su propio cabello. El tacón, el rímel, el lápiz, el encaje, la tanga brasilera, las medias veladas, los aretes, las pestañas postizas, el realce, la cera, las ligueras y la plancha para el pelo, deben reivindicarse como adornos de una feminidad que se decide y no una prisión que encarcela y domina el cuerpo de las mujeres.
Una cosa son las prendas al servicio de las mujeres y otra, las mujeres al servicio de las prendas. En nombre de Rael, Changó, Elegua, Buda, o el niño Dios, esta sociedad necesita propuestas que nos liberen de la esclavitud.
*Psicóloga
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