Confesión neurótica de amor

Llevo publicando esta columna por 7 años y para mis lectores no es un se-creto que detesto el día del amor y la amistad. Para colmo de mi desgracia, Re-vista Viernes me recuerda sistemáticamente cada año el especial para la fecha y por años protesto, me quejo y hablo muy mal de la ocasión. Hace un par de años, durante la noche de amor y amistad, salí a cenar. Algo incidental, simplemente se hizo tarde en la calle y nos dio algo de hambre. Todo lleno, todo con corazones rojos y todo con el mismo ánimo estereotipado, co-mercial y alienante que tanto me molesta. En saturación máxima de neurosis, esa noche pa-só algo increíble…; una brisita sospechosa trajo un aguacero descomunal y to-da la ciudad se infartó. Por suerte y en medio de mi amargada actitud, advertí lo que venía y sugerí que pronto regresáramos a ca-sa. Lo que ocurrió fue ma-ravilloso para alimentar mi sevicia por la fecha. Supe que por el desastre de la noche invernal, las calles se inundaron y la ciudad se convirtió en un verdadero caos. Algunas personas que habían ido a visitar moteles, quedaron atrapa-das a la espera de que un taxi llegara. Me contaron que gente quedó atrapada en lugares como estos, en restauran-tes, en bares, y las más suertudas se quedaron con la ropa nueva, peinadas, perfumadas, maquilladas, con los crespos hechos sin salir de casa. Lo confieso ahora, me divertí mucho. Es posible que algunas de las víctimas de los estra-gos de la naturaleza de aquella noche de celebra-ción, ante mi deshonrosa y perversa confesión, quie-ran vengarse. Pero debo decirles algo, he cambiado. Otra vez llegó septiem-bre y otra vez el especial de amor y amistad. Esta vez mi corazón se ha vuelto más gentil y no de-seo que la lluvia le arruine la celebración a nadie. No deseo que la gente quede atrapada, como un conejo asustado, en algún motel de la ciudad…;, escondién-dose de la esposa, de la mamá o de la suegra. Esta vez he decidido no pelear con la manera alienante que tenemos de relacio-narnos. Aunque sigo pen-sando que es una fecha tonta, algo en mí empieza a decirme que puede ser la oportunidad para que nos planteemos maneras dis-tintas de relacionarnos con los seres humanos. Digo, si vamos a cele-brar el Amor y la Amistad, si vamos a regalar los mismos chocolates, las mismas flores, y el mismo osito de peluche, si vamos a llenar el facebook de los amigos con los mismos comentarios ridículos, por lo menos hagámonos pre-guntas y propuestas. En-tonces, que esta fecha sea la oportunidad para mandar al cuerno a todos esos amigos hipócritas que no nos sirven de nada, para echar a la calle a un marido borracho, para declarar el amor silenciado por años de represión. Que no nos sintamos fracasados si na-die nos invita a salir o si no tenemos pareja, que para eso nos tenemos a noso-tros mismos y si uno no se tiene a sí mismo, uno no cabe en la vida con nadie. Que vayamos a los moteles si en realidad que-remos y que no nos dé miedo mojarnos con la llu-via. Que esta fecha sirva para bajarnos de la cama y dejar de hacer el amor en la misma posición del mi-sionero de siempre o que-darnos en ella porque se nos da la gana, que nos sirva para gritar en un or-gasmo callado por temor a que el vecino se despierte. Que la fecha sirva para dejar a la pareja que no se quiere, para correr por aquel que de verdad se ama…; y si no se ama a na-die, logremos ser felices con la compañía que re-presenta la soledad con uno mismo. Que nos sirva para de-cir por primera vez lo que nos gusta o lo que no. Que esta noche alienada, co-mercial y despreciada –por lo menos por mí y tal vez sólo por mí- sirva para sentir todo el amor del mundo o para en un acto de sinceridad saber que no lo sentimos, para tachar de la lista a todos esos amigos que no lo son y saber que con uno solo a veces es suficiente. A la media no-che prendamos una vela, hagamos cualquier cosa o simplemente no hagamos nada, pero comprendamos que hay mucho AH1N1 pa-ra estar besando a quien en realidad no se quiere y que el SIDA está matando gente como para estar te-niendo sexo con quien en realidad no se desea con cada célula del cuerpo. Ojalá que entendamos que la vida se acaba en un segundo y que estamos llenos de últimos instan-tes, y que no tiene sentido perder el tiempo saliendo por salir o acompañándo-nos con gente por aparen-tar que no estamos solos. Está bien, me ganaron, después de 7 años acepto que esta fecha puede ser importante. A propósito de mi neurosis y pese a ella, les deseo que cuando se haga el día siguiente descubran que son más li-bres en esa deliciosa li-bertad que nos da recono-cer lo que realmente sen-timos. *Psicóloga palabrasdesexualidad@gmail.com www.palabrasdesexualidad.blogspot.com