Hace algunos años las pasarelas contaban con su presencia, también los grandes eventos donde fue la imagen de reconocidas marcas y mejor aún, llegó a ser Chica Med, un con-curso que la lanzó a la fa-ma y a la televisión. Es Amada Rosa Pérez, la joven oriunda de Coro-zal Sucre, que logró hace más de una década con-vertirse en uno de los rostros más famosos en Colombia, pero que con el transcurrir de ese tiempo, fue hallando, según ella misma asegura, el verda-dero camino. Todo ocurre en el “tiempo de Dios”, como ella advierte, por eso hace siete años “desertó” de la farándula y la vida pública, para empezar un nuevo capítulo que ahora escribe con espiritualidad. A los 18 años empezó en Cartagena su vida en el mundo del modelaje, tam-bién se inclinó por la me-dicina, pero al final regresó para estudiar Administra-ción de empresas turísti-cas, al tiempo que tomaba talleres de actuación. Desfiles, vallas, catálo-gos y comerciales de tele-visión, fueron entonces parte de las vivencias de Amada Rosa Pérez, quien tras ganar el Concurso Modelo del Año, se trasla-dó a Bogotá para trabajar con una agencia que cata-pultó su nombre en el país. Después vino Chica Med y con ese reconoci-miento, la actuación. Tuvo la oportunidad de actuar en “Padres e hijos”, “Betty la fea”, entre otros, todo esto antes de vivir en Estados Unidos contratada por una agencia que la puso a viajar por el mundo por dos años. La renovación La vida aparentemente resultaba agradable e ideal, afirma Amada Rosa, todo se estaba dando y el éxito se percibía en cada uno de sus trabajos, pero el vacío y una serie de sentimien-tos que no lograba descri-bir afloraron, sólo sabía que su formación funda-mentada en valores no le permitía seguir aceptando eso. Allí empezó a gestarse en ella un cambio y los cuestionamientos fueron diarios, pues cada vez que escalaba peldaños en el mundo del modelaje y ga-naba fama, sentía que se perdía a ella misma. Hoy, dando una mirada atrás, entiende que los medios de comunicación también se encargaron de mostrar una Amada Rosa irreal, esa no era ella y las personas que la conocían lo advertían, mientras que quienes hacían su imagen por medio de la televisión, vieron una mujer fría y calculadora. Advierte que en medio de todo nunca se creyó el cuento de la fama, eso en parte ayudó a que pudiera presagiar lo que venía y salir a tiempo de ese mun-do ajeno a sus deseos. Nunca le ha tenido mie-do a la soledad y en el si-lencio, logró encontrarse y darse cuenta como estaba realmente y las reflexiones la llevaron a pensar en el verdadero propósito de su vida, para dónde iba, el sentido de la misma. Hoy siente que Dios le mostró que teniendo todo, estaba vacía. Hace ocho años decidió regresar a Colombia con los brazos cruzados y con la esperanza de una nueva vida. Todo era incierto, pe-ro algo la traía a su tierra a empezar de nuevo. Aún en la búsqueda, Amada Rosa Pérez sentía nuevas emociones y tenta-ciones, como llama el cas-ting de la telenovela “La costeña y el cachaco”, que fue el protagónico que al-canzó a hacer en su carre-ra de actriz. Recuerda que era su-persticiosa y en medio de depresiones acudió a psi-cólogos y psiquiatras, tam-bién bioenergéticos que le desequilibraron la vida, como advierte hoy. En medio de todo en-tendió que el dinero y los lujos no dan la felicidad, un aborto la llevó a una crisis y ésta la condujo a pensar en el suicidio, “fue llegar al fondo”, dice Amada Rosa. El refugio El Santo Rosario fue el escape a todo esto y sos-tiene que su enfermedad era del alma, jamás física. Con esta entrega llegó la paz y por iniciativa propia encontró la ayuda en la oración. Con fidelidad y obe-diencia ha llevado este tiempo, cree que a partir de allí le han llegado ben-diciones y no cambia esta nueva vida por nada, ase-gura. La nueva Amada Rosa es fiel a su fe. El Rosario y las imágenes de la Virgen María invaden su estancia, lo mismo que las oraciones que la acompañan, sumado a los pasajes más impor-tantes de la Biblia. El proceso la ha condu-cido por otro camino, tomó decisiones radicales en su vida, al punto que hoy vive sola en Bogotá y ha consa-grado su cuerpo a la casti-dad y la defensa de la vida. Se declara defensora de la dignidad de la mujer, al tiempo que vende artículos religiosos, dicta conferen-cias y recibe ofrendas de la gente que asiste a las mismas. Considera que Dios todo lo provee y así seguirá hasta encontrar la dicha completa. La actuación en televi-sión quedó en el pasado, comenta que ha estado en dos interpretaciones tea-trales, personificando a la Virgen María, porque ya no volverá a desempeñar papeles que atenten contra su convicción. Se declara en paz, sin los afanes del mundo y no extraña nada de lo que una vez la acompañó. Hoy Amada Rosa comparte su testimonio con jóvenes, porque quiere que vean la vida de otra manera y bus-quen ante todo, el amor propio.
Revista viernes
El cambio llegó del cielo
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