Acompañé a mi hija a una de sus citas de orto-doncia. Está por finalizar un tratamiento que le ha significado casi un año de una estrecha relación con los alambres. Al principio fue complicado, renegaba todo el tiempo, pero a fuerza de la perseverancia o por resignación, en esta cita la ortodoncista nos ha felicitado por la constancia. Mi hija se siente com-placida y yo, madre orgu-llosa, sonrío. Eso hice. Sonreí. Haré un alto aquí. Antes debo explicar algo: A mis 14 años tuve freni-llos en la parte de arriba, pero por un ataque de va-nidad de quinceañera deli-rante, me los quité. No terminé el tratamiento, pero desde entonces siempre he pensando que mi sonrisa es simplemente perfecta. Volvamos entonces al consultorio de la ortodon-cista de mi hija. Sonreí, ¿lo recuerdan? Pues acto seguido la ortodoncista me dijo con voz dulce “Aní-mate ahora tú, empieza tu tratamiento de ortodoncia, por lo menos abajo pode-mos poner brackets y arri-ba aguanta con un diseño de sonrisa”. La música de fondo de mi felicidad se detuvo súbitamente. ¿Qué me decía esta mujer? ¿Acaso mi sonrisa ya no era perfecta? Llevo 20 años engañada, convivien-do desparpajadamente con una sonrisa que necesita tratamiento de ortodoncia. He sido traicionada cruel-mente con una percepción de belleza dental que nun-ca tuve y ahora me estrello con la idea de necesitar un diseño de sonrisa. Al ser humano no le basta nacer, sino que ade-más, se diseña después que nace. Es lo que hace-mos todo el tiempo en nuestra cultura, nos esta-mos rediseñando cada vez que nos ponemos lápiz la-bial, que intentamos tor-near nuestras pestañas o pintar las cejas. Nos dise-ñamos. He decidido dejar de escandalizarme por el tema de mi sonrisa, porque el mundo del diseño es tan amplio que he encontrado algo mucho más sofistica-do: El diseño láser vaginal. Con los avances tecno-lógicos, la sonrisa no es lo único que nos podemos di-señar, también la vagina. Por medio del láser, por ejemplo, ahora podemos hasta rejuvenecerla. Se puede, por medio de una intervención, estrechar la vagina para aumentar la fricción y la sensibilidad. También podemos modifi-car la apariencia estética de los genitales con la la-bioplastia o con la perineo-plastia. Que son la manera de tener unos labios y un periné soñados. Así en realidad nunca hayamos soñado con un periné. También se puede au-mentar el tamaño de los labios mayores y se puede volver a estrechar el in-troito vaginal con una hi-menoplastia. Lo de mi sonrisa, de repente, me suena bastante sencillo. Nadia Celis me ha re-cordado que el personaje de La Celestina, entre otros oficios, cosía híme-nes. En 1500 ya la Celes-tina se ganaba unos pesi-tos. Cuenta la historia que el embajador francés ven-dió tres veces por virgen a una criada que tenía y todo gracias a las diestras ma-nos de la alcahueta Celes-tina. Sin embargo, la ciencia podrá hacer rejuvenecer con láser una vagina, pero espero que no sea capaz de robarle su memoria. El mejor diseño será com-prender que nuestra vagi-na nos pertenece y poderla reconocer nosotras mis-mas frente al espejo. Si las mujeres no nos apro-piamos de nuestro cuerpo como nuestro territorio, no estaremos listas para soñarlo a nuestro antojo, sino que continuaremos soñándolo con los sueños de los otros. *Psicóloga palabrasdesexualidad@gmail.com www.palabrasdesexualidad.blogspot.com
Revista viernes
El diseño de sonrisa de la Mona Lisa
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