En la entrada de la sala de exposiciones del Claustro de Santo Domingo, aparece una imagen de un ser humano con rasgos ambiguos. Hombre afeminado o mujer masculinizada. Lleva un corsé con la forma de unas tetas y en una ocarina con forma de pene, toca las notas del himno de Cartagena. La obra de Helena Martín Franco abre el recorrido de Introitus, una exposición de mujeres artistas del Caribe colombiano, en la que emerge frontalmente el erotismo, el género y la identidad.
Artistas como Lisette Urquijo, Alexa Cuesta, Karina Herazo, Carolina Acosta, Martha Amorocho, Bibiana Vélez, entre otras, comparten sus obras cargadas de la visceralidad de la intimidad femenina, de sexo, de la trasgresión de las normas que impusieron silencio y condenaron territorios del cuerpo al olvido, a la imposición del patriarcado, a la hegemonía de la iglesia y de poderes simbólicos sobre la subjetividad femenina.
El trabajo de Introitus hace parte de un proceso investigativo que indaga sobre el reconocimiento de mujeres artistas del Caribe, las busca en cada uno de los rincones de nuestra región, hasta armar una generosa base de datos que rastrea sus obras y sus nombres.
La irreverencia en La Catedral de Brenda Angulo, la transgresión en Vicios Privados de Muriel Angulo, la delicadeza de los detalles de la serie Vírgenes de María Eugenia Trujillo, es una muestra del desacato, de las preguntas que emergen. Introitus es una exposición de las narrativas que particularmente las mujeres hacemos a través del arte, donde se expresa lo autobiográfico y las búsquedas sobre la propia intimidad.
Para pensar en el desarrollo de las mujeres es necesario interesarse en el mundo que habita en ellas, en nosotras. Las preguntas, las pugnas, las necesidades, las lecturas del entorno y de sí mismas. En el mundo de las mujeres habitan historias distintas y sobre sus cuerpos se ejercen antiquísimas violencias simbólicas.
La expresión artística constituye un camino para que las mujeres reivindiquen sus cuerpos y plasmen gritos libertarios. Son llamados que evocan aquella obra de Clarissa Pinkola Estés, llamada Mujeres que corren con los lobos, en la que la naturaleza de lo femenino parece expresarse en otras manos que se vuelven también las nuestras, en otras voces que cuentan nuestras propias historias.
La exposición estuvo en el Centro de Formación de la Cooperación Española por poco más de un mes. Aquellos que se la perdieron pueden encontrar algo en la dirección http://laredhada.org/. Nunca será lo mismo que verla en el claustro, pero algo es algo.
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