Llegar a las masas, transmitir emociones y estar cerca de lo que para muchos resulta fantástico, son algunas de las caracte-rísticas de la radio, ese medio que una vez se prueba, es difícil abando-nar.
Así llegó Jorge Acevedo a este trabajo en el que completa casi dos décadas, dejando atrás una licen-ciatura en Educación Físi-ca, que si bien era una profesión deseada, pues creció en un hogar de edu-cadores, la pasión lo arrastró a las cabinas y mi-crófonos.
Este corozalero ha he-cho carrera en Cartagena y la misma se llenó de anéc-dotas por el camino, co-menzando por sus inicios en una emisora de su pue-blo natal, hasta donde llegó sin experiencia alguna.
Mientras aún estudiaba en Bogotá su licenciatura en Educación Física en la Universidad Pedagógica, Jorge decidió tomarse un año sabático para preparar su proyecto de grado. Re-cuerda que era un consu-midor de radio permanen-te, desde las transmisiones deportivas, hasta la música en todos los géneros.
Su tesis de grado estaba programada sobre el tema de cómo influían los me-dios de comunicación en el deporte, pero después un asesor detuvo la investiga-ción y le hizo cambiar el tema.
Ese tiempo fue decisivo en muchas cosas, justa-mente se hacía el montaje de una emisora en Corozal y con la venia del dueño de la misma le permitió “po-ner música”. Al cabo de un mes, salieron del aire por-que un cable se quemó y no era fácil conseguirlo en el país.
Durante ese tiempo, hi-zo pruebas de forma empí-rica, además de grabar su voz para pulirse de ciertos errores, también se fue a trabajar con un amigo ani-mándole las minitecas.
Cuando llegó el cable, Jorge Acevedo volvió a la emisora, pero el primer día sucedió algo muy curioso, no había micrófono y él, muy diligente, se dirigió al colegio donde trabajaba su mamá, como profesora, porque pensó, “monjas que se respeten, tienen micrófono”, lo consiguió prestado y hubo transmi-sión.
Jesús Acevedo, su pa-dre, fue su primer evalua-dor, había grabado en un casete la transmisión para mostrarle todos los erro-res, eso lo llevó a perfec-cionar técnicas que más adelante fue implementan-do.
El formato en el que se creó la emisora fue nove-doso, pues incluía los gé-neros y artistas del mo-mento, sacando un poco a la Sabana del tradicional vallenato, para envolverlo en “Maná”, “Vilma Palma e Vampiros” y el boom de Carlos Vives.
De esa época guarda buenos recuerdos, en Bo-gotá se preparó más mientras esperaba el gra-do, visitó disqueras y allí tuvo una experiencia cu-riosa, buscaba música ya pasada y ellos se reían y sólo le daban las noveda-des.
Al regresar a la emisora de Corozal también se in-tegró a la parte comercial y éste trabajo lo alternó con unas clases de Educa-ción Física en Colosó, hasta donde viajaba en las mañanas.
Cartagena fue el desti-no final, de eso se cumplen por estos días tres lustros. Con pequeñas interven-ciones en otras ciudades como Medellín, Barran-quilla y hasta Panamá, Jor-ge Acevedo consolidó su nombre hasta la actualidad, cuando recientemente dejó la dirección de “40 Princi-pales”, para asumir como Director de ventas de la cadena para la que siempre ha trabajado, un reto que lo pone en otro plano, pero que no lo aleja de la radio.
Fue muy común ver a Jorge Acevedo detrás del micrófono, en cabina o en escenarios presentando a los artistas del momento. Con cada uno de ellos hay un momento para recordar y detalles que lo divierten.
Recuerda que en los inicios de Shakira, la acompañó en Corozal a un evento de la Maja y allí, compartió con ella las in-quietudes que la asaltaban, era un momento decisivo en la vida de la artista, tal vez una oportunidad que se estaba dando para des-puntar, Jorge le ha seguido su carrera y triunfos y los disfruta como propios.
Con Juanes compartió cuando éste decidió lan-zarse como solista, luego de unos tragos, el artista le prometió que al ganar un Premio Grammy lo nom-braría, pero hoy, Jorge riendo dice que se le olvi-dó. A Carlos Vives lo in-vitó a comer “diabolín”, el manjar de Corozal que acostumbra a regalarle a sus amigos.
Muchas cosas le pasa-ron, como las de tener el micrófono abierto sin ad-vertirlo, y otras que lo lle-nan de mucha felicidad, porque la radio es una ma-gia que atrapa, él cayó en sus redes y hoy, después de disfrutarla, sigue allí aunque desde otro punto.
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