Después de escribir cada semana una columna que por ocho años logró despertar desde admiración hasta amenazas, la psicóloga y periodista cartagenera Claudia Ayola Escallón hace una compilación de las mismas en su primer libro, "Que me cojan confesada".
Serena, con la satisfacción del deber cumplido y con mucho por hacer en un trabajo que se muestra tal y como ella, sin prejuicios ni ataduras, Claudia recogió una parte de las columnas publicadas en la Revista Viernes, otras de El Universal y se completa el libro con las leídas en otros medios nacionales, todas bajo el parámetro de sexo y sociedad.
Muchos de sus lectores le habían sugerido consignar las columnas en un libro, el periódico, si bien toma un viso de permanencia amparado en la tecnología, el papel físico termina limpiando ventanas, entonces una publicación con más carácter era la indicada.
De esta manera nace "Que me cojan confesada", libro que también tuvo la propuesta del escritor John Jairo Junieles y la Editorial Pluma de Mompox, que la incluye en la colección "Voces de fuego", una sugerencia independentista literaria que se elaboró en la conmemoración del Bicentenario con diversidad de autores nacionales.
La mayoría de las columnas de la selección han sido reeditadas, están repensadas, aclara Claudia, quien advierte que fue un ejercicio satisfactorio que le hizo ver que aunque haya pasado el tiempo, sigue siendo su mismo concepto el que aparece allí.
Dice que hoy sigue teniendo su misma posición frente al aborto, infidelidad, homosexualidad, masturbación, matrimonio, entre otros temas, pese a que en estos ocho años su vida ha cambiado, por lo que estas columnas escritas nunca obedecieron a una nota autobiográfica.
Seleccionar no fue fácil, tuvo la ayuda de Silvana, su asistente y Valentina, su hija ya adolescente, quien creció leyendo cada semana temas que hicieron el deleite de muchas personas. Se escogió entre muchos temas, todos con relación sexo y sociedad.
Con 53 textos, Claudia Ayola regresa a sus lectores y "Que me cojan confesada", el título, hace alusión a una columna, tal vez la menos sexual del libro, para ella recoge la picardía que llevan muchas de las columnas. La portada fue elegida por la editorial, lo que indica que fue un trabajo colectivo que la ha dejado satisfecha.
María Teresa Ronderos y José De Córdoba, son autoridad en periodismo y ellos hacen los comentarios, que mantuvieron a Claudia en angustia, toda vez que debía llenar expectativas. Es el miedo natural de quien concibe un libro.
El prólogo de Álvaro Restrepo, la maravilló, pues considera que buscar quien realice esa tarea, se asemeja a quien busca un "fiador". El prólogo es la garantía del libro y esa persona tiene que recomendarlo de la mejor manera, o sea, creer ciegamente en quien lo escribió.
Tema tabú
Claudia indica que el sexo es un tema espinoso porque ha estado condenado a dos aspectos, uno a no hablar del mismo y otro, a tocarlo con vulgaridad. Pero ella ha descubierto con el tiempo, que no hay tema más involucrado en todos los estamentos, que el sexo.
Con seguridad advierte que en periodismo, el tema se ha estigmatizado, el sexo es sinónimo de banalidad, y ella quiere reivindicarlo para que sea tratado con interés e importancia y como lo que realmente es, un tema de derechos humanos.
Más allá de su proyecto personal, Claudia Ayola quiere que se retome en la ciudad el tema de la sexualidad, pero tratado de una manera investigativa. Indica que parte del éxito alcanzado con sus columnas en Revista Viernes estuvo en comentar las cosas que todos pensaban pero no se atrevían a decir.
Muchas columnas estuvieron inspiradas en análisis de gente que habita en Cartagena, no se trató en su momento de "extraterrestres" que llegaron a dilucidar sobre sexo, advierte la periodista.
Claudia se confiesa sin prejuicios, de la misma manera dice que "sufrió" su libro, no se auto censura, pero tiene unos "súper yo", piensa en su abuelo Rafael Escallón, quien la lee siempre, tiene pendiente llevarle el libro y aún no ha sido capaz, porque tal vez no le guste saber a su nieta hablando de masturbación, sin embargo, él lo está esperando.
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