Revista viernes


Somos tres, la perfección

CLAUDIA AYOLA ESCALLÓN

15 de octubre de 2010 12:01 AM

“Yo, Beatriz, soy quien te hace caminar; vengo del sitio al que volver deseo; amor me mueve, amor me lleva a hablarte”. Fragmento de La Divina Comedia Mientras el nuevo pro-yecto de reforma del Códi-go de Policía pretende lle-var al país a la época del oscurantismo, presiones progresistas vienen em-pujando hace muchos años. Mientras que en Colombia se está planeando sancio-nar a aquellos que se de-priman o se alteren en la vía pública, los movi-mientos feministas lésbi-cos radicales de Nueva York, 30 años atrás soña-ban con conducir en una van y detenerse cuando encontraran un mundo ideal para las mujeres. Grupos de católicos proabortistas, movimien-tos pro eutanasia, iglesias cristianas que le abren sus puertas a las parejas ho-mosexuales, todos son colectivos que muestran lo compleja y diversa que es la experiencia humana. Mientras unos, como el Procurador, intentan con su cuerpo atajar los nue-vos planteamientos, otros militan en contra de los paradigmas retrógrados. Tal vez el caballito de batalla más reiterativo de los conservadores es la defensa encarnizada de la familia como institución indisoluble, convirtiéndola en sagrada y en el eje de sociedad. Sin embargo, otros, incluso en Colom-bia, hacen planteamientos novedosos que contemplan la posibilidad de crear re-laciones diferentes. La pareja heterosexual es lo percibido como nor-mal, incluso para aquellos que se consideran moder-nos y, aunque en las cabe-zas de máxima apertura acepten la homosexuali-dad, todavía se centran en la pareja como la estructu-ra única y posible. Enton-ces hablan de la pareja homosexual como una ré-plica de las dinámicas pro-pias de las relaciones héte-ro normativas, hasta el punto de que aunque se trate de una pareja de dos mujeres, no falta el que se pregunta: ¿pero cuál de las dos hace el papel de hom-bre? Papeles, de eso se trata, uno que prepara la cena, otro que lleva el dinero. Uno que cuida a los niños, otro que los lleva a jugar al parque y los devuelve a casa sucios y con hambre. Uno que es sumiso y dili-gente, otro que habla fuerte y si es posible gol-pea la mesa. La mirada más revolu-cionaria que decidida-mente rompe los paradig-mas, es aquella que consi-dera que las relaciones afectivas y eróticas puedan compartirse entre tres personas. Dos hombres y una mujer, o una mujer y dos hombres. O tres hom-bres, o tres mujeres. Para algunos esto puede resul-tar confuso y creen que se trata de un trío. Las triejas, como son llamadas, son relaciones que se distancian mucho de la idea de meter una noche a una tercera perso-na en la cama o de cumplir la fantasía sexual de un marido intrépido. No, las triejas son relaciones ba-sadas en el poliamor. Tres personas que se aman en-tre sí, que arman un pro-yecto de vida colectivo y disfrutan de su sexualidad entre los tres. No existe un amante principal y uno secundario. No se trata de la satisfac-ción de uno de los tres por el sacrificio de los otros dos. No hay una que se crea más importante por-que fue la que caminó al altar. No hay nadie al ser-vicio de los otros dos. La idea de las triejas puede ser rechazada por ir en contra de la concepción tradicional del mundo. Pe-ro más allá de la censura y los prejuicios, la pareja no es la única posibilidad. Ni está bien, ni está mal. Solo ocurre. Por alguna razón el 3 es el número de la per-fección. *Psicóloga palabrasdesexualidad@gmail.com www.palabrasdesexualidad.blogspot.com

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