Para los que conocen los detalles del videojuego “El Príncipe de Persia” y han cotejado la historia original con la más re-ciente cinta de Mike Newell, encontrarán que muy poco se acerca a lo que el guionista Jordan Mechner diseñó. Pero a la larga, eso importa poco; la cinta por si sola es una di-vertida recreación de una aventura que llegó primero como un juego electrónico y ahora se convirtió en una realidad. Cuando a Mike Newell, el director, (quien estuvo hace dos años rodando en Cartagena), le propusieron rodar esta cinta, confesó que no conocía el video-juego, y que tampoco lo tenía dentro de sus aficio-nes; al aceptar, preguntó si era indispensable para di-rigir, a lo que le respon-dieron, que no, que se tranquilizara que no era necesario. Sin embargo, su curiosidad y profesio-nalismo lo llevaron, junto con otros actores, a jugar, conocer y a utilizar mu-chas de las características de los personajes en la pe-lícula. La cinta es entretenida y al principio está llena de lugares y situaciones co-munes; una invasión a una mítica ciudad, justificada por el hallazgo de una clandestina dotación de armas, permite a los pro-tagonistas entrar en una historia que termina con-virtiendo a una daga en el centro de la narración. El romance que se va construyendo con los pro-tagonistas, y el viajar a través del tiempo es lo que sin duda alguna, hace in-teresante esta aventura; la apasionante posibilidad de detener o corregir una acción pasada que ha oca-sionado una tragedia es una opción que la película hace de manera divertida y muy creativa. A medida que vamos develando y conociendo el misterio de la daga y su poder, la historia no sólo va multiplicando su inte-rés, sino que va dosifican-do las sorpresas para lle-gar al final. Los efectos, su ritmo vertiginoso, las acroba-cias, música y la decena de personajes hacen que El Príncipe de Persia siga siendo la más taquillera no sólo en Colombia sino a nivel mundial. El videojuego es hoy una de las industrias más productivas y millonarias del mundo del entreteni-miento; El cine al parecer sólo es un trampolín para seguir conquistando se-guidores. Es mucho más atractivo comercialmente que el cine y la música juntos. Estados Unidos y China son dos países don-de estas industrias mue-ven cifras que para nues-tras naciones suramerica-nas son inconcebibles. Por lo general, los per-sonajes de los videojuegos tiene como preámbulo una película, y después saltan a la pantalla de los com-putadores; en esta opor-tunidad, El Príncipe de Persia hizo el camino con-trario, primero se consoli-dó como juego y luego pa-só de manera exitosa y contundente a la pantalla grande.
Revista viernes
Un videojuego hecho realidad
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