"La mano que mece la cuna rige el mundo", esta frase de Peter Vries es muy significativa. Es la madre quien tiene la facultad de imprimir en ese ser que concibió y crió todo un bagaje de enseñanzas. La educación de los hijos comienza varias generaciones antes. Desde la tatarabuela, la bisabuela, la abuela…; se han venido construyendo los cimientos para la formación de los hijos: las madres nunca mueren.
Lo que aprendemos de ellas, lo han aprendido a su vez de las suyas: tradiciones culinarias, manera de servir, de estar, de llevar la casa, hasta de zurcir…; La madre cuida y nutre la vida de forma vitalicia. Sus aciertos y errores tendrán siempre la impronta del amor, lo que potenciará los primeros y mitigará el impacto de los segundos.
"¡Oh madre de nuestra madre!
¿Estás durmiendo? ¡Despierta!
Otras veces en tus sueños
murmuras y balbuceas,
y parece que aun dormida
hablas con alguien y rezas."
Víctor Hugo
El poder de una madre se lo da su capacidad de servir: "servir quiere decir reinar". Por eso se le califica la reina del hogar. Y es la reina la que va imponiendo sutilmente la impronta que se refleja en su hogar, a través, muchas veces, de una pedagogía invisible que va formando los valores.
La patria, la tradición tal vez, han sido los valores que predominan en unos casos. En otras ocasiones, aquellas madres interesadas por la naturaleza han cultivado espíritus ecologistas. Hemos oído de labios de escritores cómo las abuelas le leían cuentos y esto constituyó el trampolín para la carrera que emprendieron. Lo mismo podríamos decir de la música, la pintura…;
Y por las madres que han hecho sujeto del valor máximo que es Dios, todos los demás valores, la humanidad ha sido bendecida con hombres y mujeres que han gastado su vida de una manera admirable al servicio de la humanidad.
El papa Juan Pablo II en su Carta Apostólica Dignidad de la Mujer nos dice: "La fuerza moral de la mujer, su fuerza espiritual, se une a la conciencia de que Dios le confía de un modo especial el hombre, es decir el ser humano... La mujer es fuerte por la conciencia de esta entrega, es fuerte por el hecho de que le confía el hombre, siempre y en cualquier caso, incluso en las condiciones de discriminación social en la que pueda encontrarse…;". De este modo, la mujer perfecta (cfr. Prov 31,10) se convierte en un apoyo insustituible y en una fuente de energía espiritual para los demás, que perciben la gran energía de su espíritu. A estas "mujeres perfectas" deben mucho sus familias y, a veces, también las naciones."
El desafío de la generación actual es valorar y conservar esas enseñanzas y tradiciones de las madres, abuelas, bisabuelas …; , conjugándolas con lo que está vigente, lo descubierto por medio de su experiencia personal y así conquistar una "tabla de valores" para construir hogares "luminosos y alegres" que contribuirán a construir una sociedad próspera y feliz.
De esta manera, arraigada en sus valores esenciales y con raíces profundas, la familia actual puede ser creativa, innovar, para dar respuestas adecuadas a los grandes retos del mundo de hoy.
*Orientadora familiar
princemartinez@hotmail.com
Con la colaboración de www.lafamilia.info
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