El planeta clama cuidados, los más comprometidos llegan con un cúmulo de propuestas que se integran al diario vivir y quienes desean poner de su parte se internan en investigaciones cada vez más profundas, todo al final regresa a un punto generoso en todo sentido y el vino no ha sido ajeno a estos cambios.
La bodega está regresando a esas técnicas apartadas por el tema de la industrialización del vino, de lograr volúmenes, ventas y mercados internacionales, para llegar nuevamente a los pequeños detalles de la tierra, advierte el sommelier Juan Andrés Martínez.
Actualmente hay una tendencia creciente, sobre todo en Argentina, donde se han captado ideas y se han apropiado como identidad para sus vinos, por lo que se encuentran etiquetas que buscan presentar caldos provenientes de pequeños terrenos donde hay condiciones excepcionales, algo que había desaparecido por la masificación.
Lo que están haciendo los bodegueros es rescatar la tradición, crear un vino de manera artesanal, con un estricto respeto por la uva y la tierra, dejando unos resultados positivos, pues el consumidor cuando tiene la oportunidad de probar ese producto de pequeños lotes, expresa total satisfacción por la marcada diferencia.
El cambio es total y se advierte inmediatamente al probar un vino proveniente de una misma bodega, pero que ha cambiado la técnica, explica el experto, aunque de la misma manera aclara que la parte comercial no puede perder su intensidad y menos, la calidad.
Los cuarteles, como suelen llamarse estas pequeñas parcelas, se fundamentan en investigaciones, pues no sólo se basan en lo que la fruta produce, sino que han perfeccionado la tierra, la composición, exposición solar y otros elementos que logran captar sensaciones y sabores especiales.
Abriendo puertas
Colombia lleva alrededor de 20 años abriéndole las puertas al fascinante mundo del vino, indica Juan Andrés Martínez. Anteriormente fue tema cerrado, con pocas propuestas, sin embargo, las ferias y otros eventos de carácter académico, llegaron junto a los importadores agilizando un mercado inexplorado hasta entonces y brindando la oportunidad de probar nuevas cosas, algo que ya ganó terreno.
Teniendo en cuenta lo anterior, la única manera de sorprender es con una propuesta innovadora, siendo de total conocimiento de los personajes creadores del vino, como el enólogo, agricultor, bodeguero, cada uno de los que interviene ha entendido que hay que ir más allá.
Es así como estas zonas de cultivo limitadas han creado los vinos más apetecidos, aunque es de aclarar, que este sistema impacta en el valor de los mismos, haciéndolos más exclusivos, pero a la vez dignos de ese precio por la inversión que requieren.
Para complementar este trabajo y darle proyección a futuro, algunas bodegas de Argentina muy reconocidas, se han dedicado a desarrollar centros de investigación para de manera científica, hacer su aporte al mundo del vino, de la misma manera, estas bodegas han logrado trabajar en los diferentes suelos de sus territorios, generando percepciones disímiles en una misma variedad de uva.
La curiosidad en el consumidor es amplia, desarrollando la creatividad de los bodegueros, que se preocupan por hacer productos artesanales, con mucho respeto hacia el agricultor y la misma tierra, que es lo mismo que se viene presentando con los alimentos en la última década.
Es de aclarar, que aunque la parte ecológica no sea filosofía de la bodega, estos anhelos y curiosidad de recibir lo mejor por parte del consumidor, están haciendo que prevalezca la misión de hacerlos orgánicos. “El camino dentro del vino es regresar al origen, es un ciclo que como en todo va y viene, lo que indica que llegó el momento de esta bebida”, indica Juan Andrés Martínez.
En Argentina ya no es tanto una novedad, sin embargo en Colombia el mercado se presenta expectante, pues la gente quiere atreverse a probar, aun marcando la pauta del tema precio, que para un sector es limitado.
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