Con once años, Gabriela Garcés apenas despunta su educación secundaria, se le dificultan las matemáticas y sobre la organización de un texto apenas tiene nociones, pero cuenta con otras habilidades que para un miembro de la generación X (los nacidos entre las décadas de los 60 y 70) sólo hubiesen sido posible adquirir durante la educación superior o gracias a un curso técnico paralelo a su formación regular en el colegio.
Hace un año y de manera autodidacta aprendió a manejar una tabla de diseño gráfico que recibió como regalo de Navidad debido a su interés de dibujar “tal cual cómo se ven en la televisión y en el Internet” los personajes de sus videojuegos favoritos y series animadas.
Los crayones y los lápices ya no le eran suficientes para darle las tonalidades a los colores, el brillo y los realces que esperaba obtener en sus dibujos. Con la tabla se despertó un nuevo interés: hacer dibujos animados y todo lo que ello implica; la programación y su uso en el cine. Ahora trabaja en dibujar los personajes de su propia película y ha convertido el Séptimo Arte en su proyecto de vida porque según ella es una industria con alto potencial económico y sirve para transmitir mensajes positivos e incentivar a muchos a conseguir sus sueños. Sus lecturas diarias incluyen técnicas para elaborar guiones.
Si en este punto de la lectura usted está sorprendido o siente admiración por esta niña porque la siente aventajada, usted hace parte de la generación X e incluso de los primeros Millennials (los nacidos entre 1980 y 1994). El comportamiento de Gabriela y el aprendizaje autodidacta constante en correspondencia con la alta velocidad en la que se direccionan sus intereses y la visión “aterrizada” de su futuro es lo más normal en los niños nacidos a partir de 1995 a la actualidad. Ellos son la generación Z o Centennials, que ya se calcula son el 26% de la población mundial y se perfilan a un futuro próximo como la mayor fuerza laboral y de consumo, con criterio independiente.
Mientras a los Millennials les tocó con base en ensayo y error enfrentar los cambios que trajo consigo la globalización incentivada por el Internet, vivir en carne propia las ventajas y desventajas de la desaparición de las fronteras en las comunicaciones y la democratización de la información y el conocimiento; los Centennials llegaron a un terreno abonado por las experiencias de sus antecesores, compartidas en infinitas fuentes de información a las que tienen libre acceso.
Aprender de las vivencias ajenas es el pilar de una de las características más notorias de los Z: el análisis, lo que los hace potencialmente más asertivos en sus acciones que los Millennials.
La firma asesora EY califica a los Centennials como realistas, independientes, conscientes de sí mismos, innovadores y persistentes; en disparidad con los Millennials a los que se les ha encasillado como dependientes, egoístas, impacientes, narcisistas, idealistas y convencidos de que son especiales y por ende lo merecen todo, según refrenda el reconocido escritor y motivador inglés, Simon Sinek.
La filósofa Lizet López, catedrática de la Universidad Tecnológica de Bolívar, expresa que los Z están haciendo una lectura crítica del camino recorrido por los Millennials en un intento de no cometer los mismos errores.
“Son igual o más innovadores que los Millennials, pero reposados y prudentes; proceden previo análisis que hacen de los pro y los contra que identifican en sus búsquedas segmentadas en Internet. Mientras los Millennials no aspiran a quedarse más de tres años en una empresa, los Z consideran más una estabilidad a largo plazo, pero coincidiendo con los del milenio en sus preferencias de confort y disfrute”, explica López.
María Isabel Martínez, sicóloga y consultora en recursos humanos, docente de la Universidad de Cartagena, precisa que los Millennials han impuesto un reto a las empresas dirigidas de manera tradicional por jefes pertenecientes a la generación X, y algunas incluso por miembros de la generación de los baby bommers (nacidos entre las décadas de los 50 y los 60), quienes se caracterizan por ser más rígidos en sus actuaciones.
Los Millennials son excelentes trabajadores y aprendices veloces, pero debido a su naturaleza immediatista y contestaria entran a las compañías con expectativas de ascenso a corto plazo, de flexibilidad en los horarios, de oportunidad de disfrute durante las labores y de ahorro para viajar durante sus vacaciones. Para ellos es importante el tiempo de ocio con sus familiares y amigos, y la conveniencia de conocer nuevas culturas. Sin embargo, cuando descubren que las compañías no les satisfacen estas necesidades optan por cambiar de empleo.
Los Millennials son hijos de los X, la generación con mayor poder adquisitivo en la historia reciente, pero con una niñez austera; por tanto fueron niños sobre estimulados gracias a la capacidad de sus padres para pagarles distintos cursos de formación y depositarios de grandes expectativas de sus progenitores. Como resultado son ciudadanos con un nivel alto de estudio, con grandes metas en su desempeño y con una autoconfianza excesiva que los impulsa a asumir desafíos sin miramientos.
“Todas esas características los alientan a renunciar si las condiciones laborales y el trato que les ofrece su jefe no los satisface. Retenerlos es el reto que los Millennials le han impuesto a las empresas. Muchas compañías están invirtiendo en formarlos en tolerancia y autocontrol, al tiempo que capacitan a sus jefes mayores de 40 años a fin que sepan propiciar ambientes de trabajo más amistosos”, comenta María Isabel Martínez.
Si los Millennials logran transformar los esquemas laborales y económicos actuales, que para allá van, habrán conquistado un terreno que será disfrutado a toda por los Centennials y en consecuencia esta generación tendrá como misión redirigir la forma en que se usa la tecnología e impulsar un consumismo innovador y personalizado.
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