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Hacktivista: ¿Militante o delincuente?

AP

17 de noviembre de 2014 10:32 AM

Por: Martha Mendoza

Traficantes de cocaína, ladrones de bancos, secuestradores... En la Prisión Federal de Manchester, en un condado rural de Kentucky, hay de todo, pero también está Jeremy Hammond, un hacker talentoso para quien el hackeo fue una forma de justicia social.

El hombre de cabello alborotado logró penetrar numerosos sistemas de computadoras para robar información confidencial de millones de personas... Incluida la del esposo de la jueza que lo sentenció.

"Siempre quise penetrar los portales del gobierno y también de la policía y las corporaciones que se benefician de los contratos del gobierno", afirma. "Hackeaba los sitios `punto gov"'.

Un informe de The Associated Press reveló esta semana que un plan en el que se invirtieron 10.000 millones de dólares para proteger los sistemas de computadoras del gobierno encara problemas para combatir el bombardeo diario de ciberataques de ladrones y de estados hostiles que se apropian de los números del Seguro Social, de secretos del Pentágono y de otra información confidencial. Dicen que a menudo pueden hacerlo aprovechando errores humanos de empleados que no siguen los protocolos correspondientes.

Mucha gente se dedica a estas actividades: espías extranjeros, ladrones de propiedad intelectual, gente que trafica la información personal de los ciudadanos y, cada vez más, "hacktivistas" _una palabra que suma hacker y activista_ como Hammond, que aducen motivaciones políticas.

Uno de los cibercriminales más buscados por el FBI, Hammond está cumpliendo la condena más larga jamás emitida contra un hacker en Estados Unidos, 10 años de cárcel, el máximo permitido bajo los términos de un acuerdo con los fiscales.

"Tengo la mejor celda del penal", comentó cuando The Associated Press lo entrevistó recientemente en el salón de visitas. Las autoridades carcelarias no permitieron la presencia de cámaras ni grabadoras por razones de seguridad.

Hammond, de 29 años y quien fue "hacktivista" por una década, fue detenido en 2012, tras penetrar Stratfor, un organismo abocado a temas de seguridad que tiene contratos con dependencias del  gobierno estadounidense, como los departamentos de Seguridad Nacional y de Defensa.

Había estado colaborando con gente asociada al movimiento "Anonymous" empeñada en interferir las redes de Sony Pictures, el Public Broadcasting Service, el Departamento de Seguridad Pública de Arizona y otros organismos cuando un integrante de ese grupo lo reclutó para trabajar en la penetración de Stratfor.

A Hammond no le había resultado fácil penetrar algunos sistemas. Buscaba los códigos analizando símbolos y letras del lenguaje de computadoras, tratando de detectar alguna falla en los protocolos de seguridad que pudiese explotar. Abría cuentas en los portales y luego buscaba la forma de penetrarlos. Eran tareas que podían tomar meses y más de una vez se dio por vencido.

Entrar al sistema de Stratfor, sin embargo, fue un juego de niños. Básicamente no se habían tomado resguardos, algo que posteriormente admitió el director ejecutivo de la empresa, George Friedmann. "Nadie codificó la información de las tarjetas de crédito", reconoció Friedman. "Fue nuestro error".

"No lo podía creer, fue una locura", relató Hammond.

Los hackers difundieron correos electrónicos entre empleados de Strafor y clientes en el portal de WikiLeaks (afirman que pusieron 5 millones de mensajes), además de información de las tarjetas de crédito de una lista de clientes que incluía a Northrop Grumman, la Infantería de Marina y Time Warner Cable. Sacaron dinero de tarjetas de crédito y lo donaron a la Cruz Roja, según documentos presentados en los tribunales.

Entre los miles de correos electrónicos robados figuraron los del esposo de la jueza federal que sentenció a Hammond. La jueza decidió seguir con el caso diciendo que no había habido perjuicio alguno, que la dirección de su esposo era de conocimiento público y que no se reveló correspondencia alguna ni información de tarjetas de crédito.

Los fiscales afirmaron que el hackeo de Stratfor costó un millón de dólares a los individuos afectados y comprometió la seguridad pública.

Hammond pasó su infancia en un suburbio de Chicago, con su hermano Jason y su padre, un músico. Dice que desde siempre fue un "anticonformista, enemigo de la autoridad". A los ocho años intentó programar videojuegos y poco después comenzó a hackear.

Luego ocurrieron los ataques del 11 de septiembre y Hammond, quien por entonces tenía 16 años, consideró que algunas de las medidas tomadas por las autoridades equivalían a crear un "estado policial".

"Pensé que era mi deber hacer algo", afirmó.

Empezó a participar en manifestaciones de protesta con su hermano y en 2003, cuando Estados Unidos invadió Irak, Hammond lanzó el portal HackThisSite.org, en el que hackers de todos los niveles pueden intercambiar información.

Para él, el hackeo era una forma de justicia social.

Cursó estudios en la Universidad de Illinois, con una beca que cubría todos los gastos, cocinó y alimentó a indigentes, y creó un centro que ofrecía acceso gratis a computadoras.

Penetró el portal del departamento de ciencias de la Universidad y se lo dijo a las autoridades de la casa de estudios, para alertarlas sobre la vulnerabilidad, pero fue echado de la Universidad, según documentos judiciales.

Hammond intensificó su militancia y se sucedieron los arrestos. En 2008 fue condenado a 20 meses de cárcel por penetrar el portal de un grupo que hostigaba a los opositores a la guerra de Irak. Al recuperar la libertad, volvió a las andadas.

Operando desde cafés o desde un edificio desocupado en el cual captaba un WiFi vecino, usó el buscador Tor, que impide conocer la ubicación de un usuario, y se identificaba con apodos como "Anarchos o "crediblethreat" (amenaza creíble).

Tres meses después de penetrar Stratfor, el 5 de marzo de 2012, Hammond fumaba marihuana y hablaba con amigos en la cocina de su casa en Chicago cuando desconocidos voltearon la puerta.

"Aparecieron todos estos tipos con fusiles", recordó.

Todos se tiraron al piso, pero Hammond corrió hacia su habitación a apagar su computadora Mac codificada.

El FBI lo detuvo con la ayuda de Héctor Xavier Monsegur, famoso hacker conocido como Sabu, que ayudó a las autoridades a infiltrar Anonymous y a mandar a la cárcel a ocho hackers.

Hammond, quien quedará en libertad en 2020, se pasa el día doblando ropa en el lavadero y cociendo, estudiando español, jugando al ajedrez y leyendo libros que le envían simpatizantes.

"No maté a nadie", afirma en broma cuando se le pregunta por la amenaza que representaba.

Sin embargo, al mismo tiempo admite que se puede causar mucho daño a través de las computadoras.

"Si yo pude hacer estas cosas solo o con mi grupo, imagínese lo que puede hacer gente bien financiada y entrenada durante años", manifestó.

Aún hoy Hammond no sabe cómo los agentes descifraron los códigos de su programa y consiguieron la información necesaria para mandarlo a la cárcel, pero tiene una idea: "Mi código de seguridad era muy malo".

Acto seguido, confesó que era el nombre de su gato.

"Chewy", balbuceó. "Chewy 123".

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