En la jornada se decide entre mantener una Constitución escrita en dictadura -y reformada en democracia- y una renovada carta magna de tinte conservador.
Se declaró “improcedente” una solicitud que hizo el presidente del Congreso para que interprete la carta magna del país tras la denuncia contra el presidente Castillo.
El rechazo popular para construir una nueva Constitución fue una derrota política para el presidente chileno. El traspié le dolió también a Gustavo Petro.