Columna


Usura humanitaria

JAIME ALBERTO RESTREPO CARVAJAL

21 de junio de 2009 12:00 AM

JAIME ALBERTO RESTREPO CARVAJAL

21 de junio de 2009 12:00 AM

En el Congreso se discute un proyecto de Ley que pretende meter en cintura al sistema financiero colombiano y su negocio más rentable, que es cobrar la tasa máxima permitida por la Superintendencia Financiera, conocida como “usura”, para el crédito de consumo o tarjetas. La tasa de usura figura en los códigos como un “delito” pero en la práctica es una “burla” porque nunca se ha estrenado en Colombia, a pesar de tanta evidencia; basta ver el extracto mensual de la tarjeta para sentirnos muchas veces víctimas inocentes de ese delito impune. Los congresistas ponentes tienen razones válidas de equidad pero, por ser de la oposición, temen que la Ley no tenga apoyo del Gobierno. Los banqueros tampoco la quieren, pero por motivos menos humanitarios. ¿Qué tal esta frase escuchada en la instalación de la Cumbre Regional de Microcrédito realizada en Cartagena hace poco?: “Si se ven los ejemplos de los gota a gota, que cobran hasta 1.200 por ciento efectivo anual, se observa que el crédito con los bancos no es caro”. ¿Fue un raciocinio pragmático del presidente de un importante grupo financiero, o un buen ejemplo de insensibilidad? En ese mismo foro, donde se discutía la necesidad de dinamizar el microcrédito para superar la pobreza, el Presidente Uribe envió un mensaje claro al sector financiero y tiró línea para que su bancada apoye la iniciativa de la oposición: “me preocupa que además de cobrar 32%, más 7 de comisión por tecnología, los banqueros pidan que se incremente más porque esto no permite bancarizar”. Bienvenida esta Ley que pretende modificar el cálculo y el modo de aplicación de la usura por un sistema más racional y económico que obligue a los bancos a no pegar sus intereses a dicho tope. La tasa de usura se actualiza cada tres meses, pero cuando el Banco de la República baja la tasa de intervención antes, como ha hecho desde finales de 2008 (hoy es 5%), los bancos no bajan los intereses de consumo y cobran más de 5 veces la tasa de intervención por un crédito de libre inversión (26,8%) y más de 6 veces por un microcrédito (32%); además facturan todos los servicios por aparte y caros. ¡No tienen pierde! Una sentencia premonitoria, atribuida a Thomas Jefferson en 1802, que circuló en Internet cuando se destapó la crisis, asigna al sistema financiero una gran responsabilidad para revertir lo que ellos mismos causaron: “Pienso que las instituciones bancarias son más peligrosas para nuestras libertades que ejércitos enteros listos para el combate. Si el pueblo americano permite un día que los bancos privados controlen su moneda, los bancos y todas las instituciones que florecerán en torno a los bancos, privarán a la gente de toda posesión, primero por medio de la inflación, enseguida por la recesión, hasta el día en que sus hijos se despertarán sin casa y sin techo, sobre la tierra que sus padres conquistaron." No hay derecho, como editorializó Juan Gossaín hace poco, que la banca no se toque el corazón y haga un esfuerzo real por bajar el costo del dinero y los servicios bancarios en semejante crisis. Una lucecita se prende con el anuncio del Grupo Aval de crear un banco para microcrédito, bajo el esquema del Nobel de Paz Muhammad Yunus; ojalá sea una verdadera iniciativa “filantrópica”…; cuando conozcamos la tasa real que van a pagar los pobres quitaremos las comillas. restrepojaimea@gmail.com

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