Casi siempre ante las dificultades que se nos presentan en la vida buscamos un culpable y muy pocas veces nos ponemos a pensar que cada quien le aporta a los problemas, lo que ha construido en su interior, bien sea alegría, paz, amor... o rencor, pesimismo, angustia y dolor.
En la vida no podemos predecir los acontecimientos. Por lo general estamos atentos de prevenir hechos o evitar situaciones incómodas o dolorosas e incluso el peligro. Sin embargo, cuando la vida nos sacude con algo inevitable, es ahí en ese momento, cuando sale a flote todo lo que hemos cultivado a lo largo de la vida, en lo emocional y espiritual.
Recientemente me llegó un video donde alguien tropezó a una persona que llevaba una taza de café, pero lo importante del hecho no fue que derramó el café, porque justo eso era lo que llevaba, se tenía que derramar el contenido que no era otra cosa que café. La enseñanza que me dejó es que cuando la vida nos empuje a vivir algo inesperado, vamos a derramar lo que tenemos dentro de nuestra taza, y en nuestro caso, es lo que tenemos dentro de nuestro corazón.
Por eso, ahora que iniciamos el año, es bueno que revisemos que llevamos en nuestra taza. En el 2021 también sucederán cosas que nos harán perder el equilibrio, personas difíciles que nos sacarán de casillas, cambios inesperados, pérdidas, fracasos. Y ante esos hechos derramamos lo que tenemos dentro, podemos derramar alegría, agradecimiento, paz, humildad, compasión, perdón o coraje o amargura, juicios, críticas o culpas.
Estamos a tiempo de revisar que llevo en mi taza ahora, para llenarla de lo que queremos derramar en los momentos inesperados. Que nuestra taza esté llena de millones de gotas de gratitud para sentir agradecimiento por las cosas pequeñas o insignificantes de cada día, que nos ayude en medio del tropezón a sentirnos tranquilos y en paz.
El video recomienda agregarle a esa taza unas cucharadas grandes de perdón y compasión, que son buenos para eliminar la soberbia y los juicios que engordan el ego. Además, “nos caería bien endulzar la taza con la inocencia para reír, abrazar, disfrutar, dar amor y celebrar la vida como el gran regalo y un chorrito de silencio para poder regresar siempre a mí misma, para revisar que llevo en mi taza, porque su contenido solo depende de mí”.
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