Columna


Y punto final

VICENTE MARTÍNEZ EMILIANI

22 de junio de 2009 12:00 AM

VICENTE MARTÍNEZ EMILIANI

22 de junio de 2009 12:00 AM

La controversia sobre el Teatro Heredia no sólo se ha prolongado largamente en el tiempo y en la variedad de los argumentos, en uno u otro sentido, sino que se ha planteado un nuevo campo en el debate ante el anuncio oficial de que se abrirá como escenario a la realización de toda suerte de celebraciones populares. Los mismos voceros de la administración distrital han sugerido que el teatro estuvo cerrado, en la práctica, a la participación del pueblo cartagenero. Sobre este último punto recibí un mensaje del comentarista cultural Moisés Pinaud, quien refuta la versión gubernativa, defiende la misión cumplida y concreta obligaciones para el mantenimiento del lugar y su conservación hacia el futuro. Dice así Moisés en su comentario: “Muchos sofismas (errores con apariencia de verdad) se han hecho públicos en estos días con motivo del mal llamado “rescate” de nuestro Teatro Heredia, que éste es su verdadero nombre, puesto como merecido homenaje al fundador de Cartagena. Hagamos las siguientes apreciaciones al aproximarse la iniciación de la publicitada nueva época: “1. El teatro va a cumplir cien años de construido, y, obviamente, no fue erigido para resistir el uso que, indiscriminada e irracionalmente como se anuncia, podría darle una población de un millón doscientos mil habitantes que somos hoy. La prueba es que durante 30 años, de 1968 a 1998 tuvo que ser cerrado y abandonado por total ruina. “2. Es falso de toda falsedad que, después de restaurado, el Teatro haya venido siendo utilizado únicamente para funciones mal llamadas “aristocráticas o elitistas. Lo que sí ha estado es racionalmente manejado, juiciosamente orientado y pulcramente administrado. Gracias a todo esto, hoy podemos contar con un magnífico escenario y mostrarlo con orgullo, aunque a un altísimo costo económico de necesario sostenimiento. “3. Ninguna manifestación de verdadera cultura, propia o foránea, ha sido vetada en las programaciones del Heredia. Es injusto decir que ahora es cuando se le “ENTREGA”(?) el Teatro a los cartageneros o que se “DEMOCRATIZA” (?) su actividad, porque la única verdad es que siempre ha estado en función de ellos, sin diferencias de castas o de razas. Sencillamente lo que ocurre es que no se le puede agregar ni una silla ni una baldosa más, porque eso sería regresar a las fatídicas condiciones en que estuvo de 1968 a 1998. “4. Debe servirnos de perfecto modelo de conservación a seguir el del gran Teatro de la Opera, en Paris. Construido en el siglo XIX tuvo que ser cerrado para las presentaciones abiertas porque llegó a tal extremo la gran afluencia de público que superó su capacidad y puso en peligro su propia seguridad. “5. Con todo respeto y seriedad, si se quiere cumplir con esto, le sugerimos al Distrito de Cartagena que compre los antiguos teatros Cartagena, Calamarí y Bucanero, para construir, allí sí, un inmenso y merecido escenario de Bellas Artes, versátil y amplio, como se lo merecen los cartageneros de todas las vertientes. “6. En resumen: el Heredia es hoy día una “joya-museo” que se entrega como tal a los nuevos manejadores quienes, en trance de buscar nuevos públicos con novedosos estilos, adquieren la ineludible y grave responsabilidad de cuidarlo, sostenerlo y devolverlo en esas mismas condiciones en el futuro. Dios así lo quiera. Y…; punto final.

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