Ambiente


Huertas en casa para combatir el hambre

Desde berenjenas hasta tomates, las comunidades más pobres de Cartagena pueden acceder a cultivos con los que buscan garantizarles la seguridad alimentaria.

IVIS MARTÍNEZ PIMIENTA

11 de septiembre de 2019 12:00 AM

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), alrededor de 820 millones de personas no disponen de alimentos suficientes para llevar una vida saludable y activa. Esto es, 1 de cada 9 personas en la Tierra.

Según el último informe de ‘Cartagena Cómo Vamos’, 35 mil cartageneros no pueden siquiera conseguir 117 mil pesos al mes para alimentarse y 268 mil personas (el 26% de la población) están por debajo de la línea de pobreza.

A partir de la agricultura climáticamente inteligente, es decir, con cultivos y técnicas que no degraden al ambiente, el ambientalista George Salgado sugiere que se puede acabar con la pobreza alimentaria en nuestra ciudad y además se puede aportar a la salud pública con agroalimentos. En esto trabaja el experto con algunas comunidades vulnerables.

“Este tipo de iniciativas se necesitan. La va conectada con lo ambiental. Cartagena es la cuarta ciudad más pobre de Colombia. Hay un segmento que va creciendo en el tema de pobreza extrema y no podemos mirar para otro lado”, dice.

Se llama pobreza alimentaria porque es esa que no va ligada a los bienes sino a la obtención de alimentos, por lo cual, el ambientalista cree que en una ciudad como Cartagena se tiene que pensar en que las comunidades entren a programas de seguridad alimentaria. Hasta el momento, los proyectos se dan con habitantes de zonas vulnerables de la ciudad.

“Las comunidades de extrema pobreza como Villa Hermosa, El Pozón y Olaya realmente son comunidades desplazadas. La gran población ya tiene en sus patios plantas de plátano, de yuca y te das cuenta de que son familias campesinas, que les gusta cultivar porque les recuerda sus raíces”.

¿Cómo puede ser sostenible?

Partiendo de que la agricultura es el sector que más empleo produce en el mundo, suministrando la forma de vida del 40% de la población mundial (y convirtiéndose en la mayor fuente de ingresos y trabajo en los hogares pobres rurales) a través de huertas colectivas o huertas caseras puede lograrse el objetivo.

“Las mismas personas pueden producir desde berenjenas hasta pimentón y tomate, albahaca, todos estos cultivos tropicales”, señala George, quien además explica que se puede lograr que un porcentaje de los productos se usen para consumir y el resto se pueda comerciar, para ayudar a personas de bajos recursos a encontrar una fuente de ingresos sostenible.

“La economía rápida es la que aplica a comunidades como Cartagena. Hablamos de programas de 3 o 4 meses y enlazarlos a corto, mediano y largo plazo. Producción rápida. Piensa en programas que duren un año, en ese lapso se muere la gente, se pierde la esperanza”.

George, con Abonos Sostenibles, también apoya a la Fundación Rema y a la Asociación de Agricultores de Bicentenario.

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