Por qué Thalía


Por ahí hay muchos entendidos y críticos de moda que me superan en conocimientos. Yo solo soy una amante de las cosas bellas y una incorregible observadora. Para mi es delicioso porque me permite ver las cosas más insólitas, particulares y, a la vez, percibirlas  con total libertad. Por otro lado, el sólo hecho de que para verlas normales (como el común de la gente) es prudente que me las expliquen, eso implica que no pierda detalle. Quiero entonces contar en este post el por que no sólo veo en la siguiente foto un vestido bonito, de perfecta costura y, evidentemente, bien lucido. Pretendo, igual, que quienes me lean  sean capaces de apreciar el significado de buen gusto cuando se mira un traje de la talentosa Thalía Segrera Núñez.

[inline:thalia_vestido_negro_opt_opt.jpg] Thalía Segrera Núñez

Es lo que ella piensa acerca de la elegancia, es su concepto de seducción, es su criterio para conectarse con las telas, es la forma como arropa los cuerpos y la moda que les escoge.  Diría que lo que contempla en sus vestidos ya no es tela, ya no es algo material que ha viajado por el mundo hasta llegar a su taller. Los trajes de Thalía son manifestaciones de ella misma, de la mujer que los ha intervenido y moldeado, y que “se entrega” a la mirada de los demás. Adherida a la piel, en las curvas, en las transparencias, en el movimiento, en los pliegues, en las mallas, ¡es ahí dónde hay que buscarla!, confiriendo a los cuerpos que viste un aire de extrema sensibilidad y expuestos en su más bonito.

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Sus atuendos muestran cómo descubre, desarrolla y explota todas las posibilidades de una tela. Si te acercas, si tocas sus diseños, verás con detalle trozos de su propio yo, incluso melancólicos, porque siempre se van. Solo se queda con sus patrones, a los que parece ver como seres vivos. Y si hablas con ella, emana fuera de sí un empuje como la energía inagotable de las amadas olas. Traslada a sus  trajes el decorado que le ofrece su entorno cotidiano: el mar, la brisa, el brillo, el sol, el calor, los colores fuertes; lo que explica – y me asombra- que lo represente tan agudo en sus vestidos.  Resulta imposible mirarlos sin que te invada una infinita curiosidad. (Desearía meter mi cuerpo entre sus telas)...  

[inline:thalaa_sonia_opt.jpg]Thalía viste a Sonia Londoño

Yo veo lo mismo que apreciaron todos en el hermoso vestido de Sonia Londoño (foto durante la fiesta de matrimonio de su sobrino), pero distinto porque ahora sé más de la vida de Thalía: una artista plena, ingeniosa, llena de amor y entusiasmo. Es capaz de inventar o reproducir fenomenalmente lo complejo de una confección de alta costura. ¿Cómo lo consiguió? Para llegar a esto se necesita una preparación muy cerca de grandes maestros y en prestigiosas escuelas. Cursó el pregrado en LaSalle College, Bogotá, pero el haber estudiado la especialización en el Instituto Marangoni,  Milán (Italia), le cambió la visión estética y las ilusiones.

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Sabe que puede recorrer muchos caminos pero su vida esta hoy en Cartagena. Esta ciudad le ha dejado soñar y vestir sus sueños. Aquí, también, puede dedicarle tiempo a la práctica del surf, pasar el día junto a su perrita Nena  y disfrutar de la familia. Lo mejor de su taller –elegido por su mamá-  es que solo mira por la ventana y está con el mar: su aliado para descubrir qué quiere y cómo hacerlo. Trabaja con su subconsciente. Las líneas, las formas, los trazos surgen de manera espontánea. Diría que el arte se le metió en su vida por una cuestión familiar: sus tías, Raquel (interiorista y pintora) y Rosa Elena de Navas (estilista y diseñadora de moda), también son unos tesoros y, Rebeca, su madre, es una consagrada esteta.

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Thalía no existe sola.  Hay mucho de anteriores generaciones en su equipo de trabajo, con más habilidades para el bordado y de mayor experiencia con la máquina de coser, así que delega gran parte de la producción de los trajes a Bertha, Xiomara, Magaly y Consuelo. Hablar con ellas, tomar decisiones juntas, es tan importante como pintar y cortar sus patrones.  

Significa mucho que la disfrutemos, que recibamos la influencia de su estilo y la carga de su imaginación. Que su apasionado trabajo lo tengamos cerca, en el mismo lugar donde vivimos. Thalía es una mujer que te ve, que te aborda, que mide centímetro a centímetro tu cuerpo con sus manos, que define y reparte la tela (como si de un juego se tratara porque sabe demasiado) para sugerir de tu piel, de tus formas, de tu figura lo que la ocasión requiere...y por qué no, para atrapar miradas.

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