La viveza del colombiano


Desde que estamos pequeños crecemos con ese adagio de nuestros mayores donde nos inculcan que “hay que ser avispado”; hemos malinterpretado esta frase para beneficio propio, el colombiano promedio a todo quiere sacarle -tajada- como decimos en la costa comúnmente a esa habilidad con la que nacemos para querer todo por la vía fácil y sacarle plata.

La picardía, el egoísmo, el ego que nos caracteriza a cada colombiano de querer figurar siempre más que el otro, vivimos en mutua competencia desleal para con nuestro alrededor y traemos a colación el dicho de “malicia indígena” para justificar nuestras malas acciones por encima de los demás.

Azotados por una violencia interna de hace más de 50 años y con tanta corrupción en entidades tanto públicas como privadas hemos desarrollado un pensamiento del “MeImportaUnCulismo” ante tantas situaciones que en otros países las consideraríamos escandalosas aquí en nuestra tierra ya son cotidianas para la mayoría. Solo cuando el hecho es mediático y llega a las redes sociales es cuando salimos a indignarnos y al día siguiente lo olvidamos todo por un partido de futbol de cualquier equipo europeo.

Actualmente negociamos un proceso de paz en la habana con el grupo terrorista y narcotraficante de las FARC, pero la verdadera paz, la verdadera sensatez y tolerancia hacia el otro aún es una utopía para muchos de nosotros.

Negligencia al conducir, colarse el transmilenio, hablarle al vecino conocido que trabaja en el banco para evitar la fila, irrespetar los puestos del cine, hacerse el dormido para no ceder el puesto a la mujer embarazada, esas acciones que ocurren en nuestro diario vivir y hacemos eco de ellas alegando que hay que ser vivo y el mundo no es para los bobos es lo que nos hunde más en esa intolerancia, en esa falta de comprensión por los demás es lo que nos impide alcanzar la verdadera paz interna del país.

Y por otro lado en su gran mayoría todo el que tiene la oportunidad de malversar recursos propios del estado no duda en hacerlo, sumergidos en una corrupción inmensa, catalogados así en estadísticas de agencias internacionales. Nuestro pan del día a día son los nuevos escándalos de corrupción que logra destapar la fiscalía, caso inter-bolsa, falsos positivos, carrusel de la contratación, “yidispolitica”, cartel del arroz y pañales por parte de monopolios privados, casos como estos son solo una muestra de esa gran población colombiana avispada que no desaprovecha una ocasión para usurpar y defraudar cada tenga oportunidad.

Al día de hoy el escándalo mediático que nos atañe es el del presidente de la corte constitucional cuestionado por supuestamente exigir una suma de dinero para favorecer una tutela, ya veremos como acaba la comisión de acusaciones absolviéndolo y quedará como un capítulo más de nuestra historia donde los que tienen poder siempre acaban en la impunidad. Habrá que esperar al día de mañana para ver qué nuevo escándalo nos indigna por un par de días y pasa al olvido como seguramente lo hará este caso de la corte constitucional.

Solo alejándonos de esa cultura de viveza que nos inculcan y desarrollamos a través del tiempo lograremos algún día la verdadera paz que anhelamos todos, el dialogo en la habana es solo un peldaño más, el verdadero cambio se verá cuando así lo dispongamos los colombianos, dejando a un lado el egoísmo intrínseco que nos caracteriza y solidarizándonos, valorando y respetando a cada uno de los nuestros.


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