La imagen que nos merecemos


Nada es gratis. El viernes, en ese sufrido partido contra Brasil, la Selección Colombia quedó a un lado del Mundial en el que participaba luego de 16 años de ausencia y tras dar, creo, la mejor de las presentaciones en el certamen, poniéndonos a soñar con lo más grande. El triunfo, el baile y la unión de los jugadores nos había dado casi que un nuevo significado de lo que era ser colombiano.

Se perdió por cualquier razón, porque no nos alcanzaron los goles o porque el árbitro fue permisivo, hasta el punto de favorecer al anfitrión y, como era de esperarse, se vino la andanada de insultos, groserías y amenazas contra Carlos Velasco Carballo, el árbitro español, que aún circulan por la Internet y las redes sociales ─en memes─ y a las que le hicieron juego hasta los medios de comunicación.

Estamos 'de acuerdo en el desacuerdo' con la actuación del juez. Pero en nuestra ira colectiva, motivada por ese golpe simbólico de quedar por fuera del Mundial, nos hicimos a la agresión y al discurso del odio y para ello utilizamos lo más funesto de nuestra historia violenta: las amenazas, las bombas, el sicariato, Pablo Escobar. Son tantas las expresiones de odio que se esconden detrás del humor, y tan virales, que con toda la razón nos gastamos esa imagen que no nos gusta.

Tanto que nos indignamos con la actriz Nicolette van Dam porque compartió una caricatura en la que se burlaba de los jugadores de la selección y los relacionaba con la cocaína que hasta la hicimos renunciar; lo mismo pasó con el caricaturista belga que hizo un dibujo similar. Y, después de todo, nos indignamos con muchos hinchas de Brasil por los insultos y amenazas a Juan Camilo Zúñiga por la lesión de Neymar, como si no fuésemos iguales o peores que eso, como si olvidáramos las amenazas a Soner Ertek cuando lesionó a Falcao. Como quien dice, a mi mamá la insulto yo y nadie más.

La infortunada imagen que nos hemos ganado en el exterior parece que la hubiésemos hecho a pulso y que nos preocupáramos por mantenerla y hacerla presente. Es que ¿a quién se le ocurre que el gatico que anda ofreciendo bombas al árbitro español es gracioso? (Ver video http://goo.gl/9RmzY1) ¿O qué decirle “hijo de la gran puta” al árbitro en la portada de un periódico les va a dar un premio de periodismo? (Ver imagen http://goo.gl/B7lHm6) ¿O que compartir imagen del personaje de Pablo Escobar, con pistola en mano ─como lo hizo Gerardo Bedoya y miles más─ persiguiendo a Velasco Carballo, además de la burlita, no nos mantiene la imagen de matones? (Ver imagen http://goo.gl/Jh5ctU)

Un gran amigo me hablaba de la necesidad de eliminar de nuestras conversaciones ese lenguaje violento, la promesa del golpe y la agresión ante la adversidad y el desacuerdo, y le doy mucha razón. Teniendo todas las herramientas para opinar y decir cualquier barrabasada sobre cualquier asunto es necesario ser conscientes del daño que sobre la propia imagen de nuestro país puede causar una publicación o un comentario desatinado sobre una situación y, sobre todo, tener en cuenta que el humor negro no es estúpido ni absurdo, sino inteligente.

En Twitter: @TresEnMil


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