Cerrando ciclos y abriendo puertas


“El tiempo pasa, nos vamos poniendo viejos y el amor no lo reflejo como ayer. Y en cada conversación, cada beso, cada abrazo se impone siempre un pedazo de razón.
Pasan los años y como cambia lo que yo siento, lo que ayer era Amor se va volviendo otro sentimiento. Porque años atrás tomar tu mano, robarte un beso, sin forzar un momento formaron parte de una verdad. Y el tiempo pasa, nos vamos poniendo viejos y el amor no lo reflejo como ayer y en cada conversación, cada beso, cada abrazo, se pone siempre un pedazo de temor. Vamos viviendo, viendo las horas que van muriendo, las viejas discusiones se van perdiendo entre las razones, a todo dices que si, a nada digo que no para poder construir, la terrible armonía que pone viejos los corazones, porque el tiempo pasa, nos vamos poniendo viejos, y el Amor no lo reflejo como ayer. En cada conversación cada beso, cada abrazo se impone siempre un pedazo de razón” (Escúchala aquí:
Pablo Milanés - Años (En Vivo Desde La Habana, Cuba) - YouTube)

Sin duda, una hermosa canción con un título simple y claro: “Años”, años que paradójicamente se necesitan para que el vino se ponga bueno, pero también años para que el agua se pudra. La canción evoca el singular abrazo entre la vida y la muerte que caracteriza todo lo que toca el ser humano (historicidad); pero el hombre tiene un don particular, el don de enfrentar las predeterminaciones divinas (La Odisea), el don de transformar el agua en vino (Jn 14, 12), el don de trascender el devenir y hacer historia (Marx). Las parejas memorables, aquellas con sabor a vino, aquellas que conocen el secreto de esta singular dinámica humana, y son capaces de enfrentar el mayor de todos los miedos (“El miedo a la Libertad” E. Fromm), saben que entre el “ser” (realidad) y el “deber ser” (ideal) hay un camino que recorrer: el “poder ser” (trascendencia). Las parejas saludables, aquellas que envejecen juntas amorosa e inteligentemente o aquellas que amorosa e inteligentemente se separan, son las que con valentía saben responder estas tres preguntas. ¿Qué quiero? ¿Qué debo? ¿Qué puedo?

Este diálogo que te propongo, bajo la modalidad de “Pregúntale a tu Pareja”, es opcional:

  1. ¿Somos conscientes que el tiempo pasa y nos vamos poniendo viejos?
  2. ¿En qué ciclo de nuestra relación nos encontramos? ¿Qué ciclo debemos cerrar y qué nuevas puertas debemos abrir para seguir dándole vida a nuestras vidas?
  3. ¿Sufrimos de “esclerocardía”? Es decir ¿tenemos duro el corazón por nuestra incapacidad para perdonar?  ¿Nos regodeamos en nuestro dolor y resentimiento aplicando el principio autodestructivo que dice: “Si no es feliz conmigo no será feliz con nadie”?
  4. Si la dinámica de nuestra relación muestra una progresiva tendencia a empeorar a pesar de los intentos de reconciliación ¿por qué no tomamos una decisión diferente? ¿Por qué no pasamos una raya y aplicamos el principio propuesto por María Cecilia Betancur: “Un amor que sirva, o un adiós que libere”?
  5. ¿Somos una pareja memorable, una pareja con sabor a vino? ¿Sabemos mantener encendida la llama del amor y la pasión? ¿Nos dedicamos tiempo de calidad, palabras de afirmación, actos de servicio, regalos y un amoroso y consistente toque físico?

Recuerda, podemos sanar el futuro, porque el presente siempre puede ser mejor.


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