Encuéntrame (André Aciman)


Por: Alejandro Salgado Baldovino

Coordinador del club de Lectura de Ábaco

Al final del precioso y excelente libro Llámame por tu nombre (Call Me By Your Name/2007) se produce un salto temporal que ofrece un vistazo sobre el futuro en la vida de Elio y Oliver, los amantes protagonistas. Para quienes sólo han visto la exitosa y bella adaptación cinematográfica de Luca Guadagnino, no recordarán ese momento porque simplemente no apareció en la película. El autor, André Aciman, publicó a finales del 2019 una secuela de esa novela, que se titula Encuéntrame (Find Me), que se ubica temporalmente entre las primeras acciones de Llámame por tu nombre y su capítulo final Lugares fantasmas, ese que hace el salto temporal en la historia.

Encuéntrame

El libro se divide en tres partes (Tempo, Cadencia y Capricho), que a la vez tienen tres narradores y perspectivas distintas. En Tempo, el inicio puede tomar por sorpresa a los lectores del primer libro, pues inicia con la narración desde la perspectiva del padre de Elio, y abarca casi las primeras 80 páginas. Samuel Perlman va camino a Roma para visitar a Elio, y en el trayecto, en el tren, entabla relación con una joven con quien después inicia un romance. En esta parte se muestra más del universo interior y del pensamiento de este personaje, quien a tantos lectores maravilló con el discurso que da a su hijo, al final de la novela anterior.

Cuenta aquí lo que ha pasado con su vida y muestra las dinámicas del amor maduro entre un hombre mayor y una joven adulta; sus dudas, sus temores por la diferencia de edad y las lecturas de los pensamientos y emociones del otro, con acertadas descripciones introspectivas. Algo importante de esta primera parte, acerca de la razón y la decisión de empezar con la visión del padre y que confirmé en una conversación con André Aciman durante una entrevista que le hice en medio del Hay Festival Digital de Literatura en Colombia, es que la figura del padre, no sólo la de Samuel Perlman, sino la del símbolo del padre en general, marcan una de las líneas narrativas de la novela.

Las relaciones entre padre-hijo o madre-hijo siempre han estado presentes en las novelas de Aciman, así como el legado y la trasmisión generacional y con ello nos lanza la pregunta:

¿Cuántos de nosotros dedicamos tiempo a saber quiénes son nuestros padres en realidad?

En el 2017, Aciman publicó Variaciones enigma, otra novela de relaciones amorosas y de relaciones parentales, donde en su primera parte muestra la historia de un hijo que descubre el secreto de un padre. Un secreto que le ayuda a buscar su propia identidad, a conectar cabos y a conocer a su padre como nunca imaginó.

Aciman menciona que es consciente de la ambigüedad que expuso en el discurso de Samuel a Elio al final de Llámame por tu nombre, donde éste le menciona que quizás estuvo varias veces a punto de tener una relación especial como la de él con Oliver, pero siempre algo ocurría que no se lo permitía. El autor menciona que estos secretos hacen parte de la vida íntima de todas las personas y de sus personajes, y que también son parte del cuestionamiento que se hacen los padres al momento de tener hijos. La armadura, la máscara y la pérdida de identidad, para asumir el nuevo estatus de deidad o figura a imitar. Todo esto con las distintas variantes que tiene en cada persona. Es por esto que iniciar con la figura del padre era vital, además de que se puede ver cómo Samuel comete conscientemente los mismos errores de Elio, cuando está intentando establecer una relación con la joven del tren. Aquí se viene a la cabeza aquella frase de que a veces olvidamos los consejos que damos a otros para nosotros mismos.

Confieso que al inicio me sorprendí de que Samuel fuese el narrador, y más cuando veía que la novela avanzaba y seguía centrada en él, pero a medida que fui leyendo, al terminarla, y al conversar con Aciman, pude entender lo importante de su papel en el desarrollo de la historia.

Así como en “Tempo”, con las referencias musicales, se nos marca el inicio del ritmo de la narración, ya en la segunda parte, “Cadencia”, se entra en un ritmo y en un paraje conocido. Aparece la voz narrativa de Elio, el narrador absoluto del libro anterior, un personaje muy bien construido y trabajado, quien ahora comparte su protagonismo.

Se ve a un Elio más maduro, como pianista que da conciertos en grandes salas y clases en un conservatorio. La narración mantiene la línea temporal del inicio. Se ve a Elio recibiendo a su padre con su nueva amiga. Sólo un cambio de lente. Entonces se conoce sobre su trabajo, sobre sus relaciones esporádicas, sobre el recuerdo aún vivo de Oliver, y además profundiza en su nueva relación con un hombre mayor, Michel. Esta es otra historia donde se observa la madurez de Elio al encarar las relaciones, los acercamientos y la iniciativa, pero también vemos la presencia de los recuerdos, de los amores no olvidados y de los temores por el futuro en ese tipo de relación con marcada diferencia de edades. Con Michel se puede establecer la conexión con la primera parte, porque dentro de su historia también existe otra relación especial padre-hijo y un secreto vivo por descubrir. Siguen las preguntas:

¿A cuántas capas de profundidad están quienes creíamos conocer solo porque los queríamos?

Este tipo de narración con varias perspectivas y narradores no es nueva en Aciman. Aunque en Llámame por tu nombre usó un solo narrador, en otras de sus novelas como Ocho noches blancas o en Variaciones enigma, ya ha utilizado esta estructura y la introduce en el universo de Elio para dar a conocer un poco más a esos personajes tan importantes para Elio: Samuel y Oliver.

La parte de Elio es la más extensa, y tiene apartes muy poéticos, con algunos flashbacks. El lector siente que se encuentra en un lugar conocido y antes habitado. Aciman reconoce que Elio es el personaje con quien se siente más cómodo, porque, dice, él fue Elio, no porque le haya pasado exactamente lo mismo, sino porque era la voz de su juventud, las dudas, las certezas, los temores y los deseos que también tuvo. Como un hombre mayor, se le facilitó encontrar la voz de Samuel Perlman, pero confiesa que la voz que más se le dificultó encontrar fue la de Oliver. Y se nota en muchos aspectos.

Ya en la última y más breve parte del libro, Capricho, se oye por primera vez la voz de Oliver, quien está casado y es padre. Está en una fiesta con varios amigos, entre falsedades y ruido, pero continúa pensando en Elio. Aciman me contó que la voz de Oliver se le dificultó porque no podía pensar como él, ni resolver del todo el motivo de sus decisiones. En el primer libro se vio a Oliver a través de los ojos de Elio, pero en esta última parte, aunque es muy corta, se siente que Aciman está como perdido; acude en un momento a una ilusión y a un instante onírico donde Oliver conversa con un famoso compositor de música clásica, mientras deambula entre la embriaguez y la insatisfacción. Se siente que la cadencia de la narración se ha perdido y que todo empieza a tener una dirección muy controlada y efectista en su tramo final. Incluso el título del capítulo me parece que disuena con los otros dos. Según la conversación que tuve con el autor, me parece que él es consciente de eso.

A la pregunta de si le fue difícil reconectar con los personajes después de más de diez años entre la primera novela y la secuela, Aciman responde que no, porque de cierta manera los personajes siempre han estado muy presentes, y la idea de continuar la historia lo persiguió por mucho tiempo. De hecho, hizo varios borradores que descartó.

Pero esta última y breve parte con la voz narradora de Oliver, aunque no fue del todo de mi agrado, me permitió reflexionar sobre otro tema que conversé con Aciman. En algún momento los protagonistas hacen un viaje que pasa por Alejandría, con distintas referencias al mundo clásico. Las referencias son claras porque en el primer libro Elio y Oliver tienen una fuerte relación con la historia, debido a que la arqueología hace parte del trabajo de Oliver y del padre de Elio. Esa fue la razón por la que le pregunté sobre la presencia de “lo antiguo”, de la tradición griega, de la Odisea de Homero, que tan presente se siente en su novela, y que a la vez le da un aire clásico, como un romance épico a su historia y a sus personajes, con un toque moderno. Él estuvo totalmente de acuerdo con esa percepción, y dijo que no era casual, que las referencias históricas estaban, no solamente por la profesión de los personajes, sino como reflexión al paso del tiempo.

Aciman es reconocido por ser traductor y experto en la obra de Marcel Proust, y me mencionó que en sus novelas intenta hacer algo muy proustiano, no a la escala del autor francés, sino de forma más pequeña.

Con respecto a la orientación sexual de sus personajes, en alusión a la idea de que muchas veces son bisexuales, confirma que le interesa narrar las relaciones de seres que se buscan, se dejan y se encuentran. Que se mueven por sus pasiones y deseos, sin importar el género, pero que en definitiva, están en constante búsqueda de otros y de sí mismos, de la identidad de ellos y de los suyos, como los padres, quienes también son parte de ellos. Y sobre todo, escribir desde su experiencia y trasladarla a los personajes, por eso, quizás muchos lectores que se sienten cercanos a los personajes, le escriben o le dicen cuando lo ven, que sus libros les han tocado fibras profundas e incluso algunos le dicen que les han cambiado sus vidas. Dice también que una de las cosas que más le satisfacen, es la de posibilitar una conversación entre padres e hijos.

Por todo esto, aunque la novela en general no me gustó tanto como Llámame por tu nombre, que tiene una buena cadencia de principio a fin, Encuéntrame tiene algo especial, porque al final ese clamor de “búsqueda” puede ser expresado por Elio y Oliver, o por el recuerdo de los padres, que pueden gritar más para que sus hijos no tengan tantos obstáculos en sus propias búsquedas.


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