Rosendo Romero, compositor de la dinastía de «El Pollo Irra»


En entrevista con los periodistas musicales Juan Carlos Piedrahita, de El Espectador, y Jaime Monsalve, de Radio Nacional de Colombia, Rosendo Romero habló sobre la inspiración de sus canciones que son clásicos del folclor vallenato.

SalomePor Salomé Franco, estudiante de Comunicación Social en la Universidad de Cartagena #EstudiantesReporteros*

Rosendo Romero, miembro de la dinastía de los Romero, es un compositor de diversos géneros, principalmente vallenato, nacido en el barrio “El Cafetal” en el municipio de Villanueva, La Guajira. Sus composiciones han sido interpretadas por artistas como Diomedes Díaz, Jorge Celedón, Silvio Brito, el Binomio de Oro, entre otras grandes voces.

Ha recibido muchas menciones de honor y homenajes como Honor al Mérito Folclórico por Sayco; Mención de Honor, por su invaluable aporte a la música colombiana y el fortalecimiento de la grandeza cultural por la Alcaldía de El Carmen de Bolívar; reconocimiento a su valiosa contribución al folclor vallenato y al engrandecimiento de la música colombiana por Prodemus y Codiscos, entre muchos otros.

Estas fueron las respuestas de Rosendo Romero a Juan Carlos Piedrahita y Jaime Monsalve. **

¿Por qué le llaman el poeta de Villanueva?

Por espacio de 44 años logré que la gente me llamara de esa manera. Creo que hemos hecho algo en favor de la integración social de nuestra región, en favor de nuestra cultura, especialmente del arte musical.

Mi hermano Israel es el líder de la familia porque le dio carácter profesional a nuestro arte al lado de todos esos cantantes que han pasado por su agrupación, muchos cantantes que él ha lanzado al estrellato. Hemos trabajado por un espacio de 44 años aproximadamente en esto de llevarles recreación a los pueblos.

¿Es verdad que en el mismo barrio de Villanueva se criaron los hermanos Zuleta, Jorge Celedón, Egidio Cuadrado, Jean Carlos Centeno, Alberto Beto Murgas, el Chiche Maestre y los Romero Ospino?

Sí, el barrio de nosotros es un barrio cafetalero. Ese barrio fue creciendo, convirtiéndose en la despensa agrícola del sur de La Guajira porque todos eran sembradores musicales.

Villanueva tuvo dos orquestas en los años 50-60, no era fácil que un pueblo pudiera tener dos orquestas a la altura de la del maestro Pacho Galán, teníamos a Reyes Torres que también generó una dinastía musical en Villanueva. Realmente fue un pueblo que tuvo un pasado muy glorioso.

Hoy en día estamos un poco aislados por tantas cosas que han ocurrido, pero nosotros tenemos todo ese acervo cultural que trajeron los europeos a Villanueva y eso fue determinante en el asentamiento de grandes músicos que le dieron esa potencia que tiene hoy en día.

Usted empieza con «La custodia del edén». ¿Cómo fue ese comienzo para usted?

Yo tenía una novia que para verla me vestía de negro y me pasaba por el patio de un peluquero, saltaba la tapia, caía al patio de mi novia y aprovechaba para darle algunos besitos. Ella me pidió que le hiciera una canción, y yo le hice «La custodia del edén».

Cuando empecé a componer esos temas, no sabía que tenían tanto valor. Mi hermano Norberto también es acordeonista y grabó con varios cantantes famosos. Él escuchó mi canción, y fue el que me grabó «La custodia del edén». Ahí inició mi carrera como compositor.

Al comienzo era como una forma lúdica, pero a medida que fueron saliendo todas esas canciones y la gente empezó a asumir que algo de poesía había en mis versos, asumo el compromiso de hacer una cosa con mayor responsabilidad.

¿Usted iba chuleando los géneros y los aires del vallenato?

Nosotros siempre vimos a Leandro Díaz, Toño Salas, Poncho Cotes, que llegaron a nuestros pueblos y verseaban, ahí fuimos asimilando los aires, y a medida que comprendíamos el contenido literario del son, uno empezaba a experimentarse en ellos. Yo fui picando de aire en aire hasta que por fin hice los cuatro aires.

Háblenos un poquito de «Fantasía»

Yo estoy montado sobre la tapia de mi casa y canto el verso «Ese que escribe versos repletos de verano estando en primavera ese soy yo» y «Esa linda camelia que se quedó sin alma, que no comprende nada, eres sin duda tú». Entonces cogí una grabadora, me lleve un cuaderno, mi guitarra y me fui para la orilla del río. A la 1 de la tarde regresé con la canción compuesta, la monté y se la mandé a Diomedes Díaz.

Usted hace referencia a lo que ve en las poblaciones del Caribe, de la Sabana colombiana, a la Sierra, al río, a los cafetales, a la luna, a las estrellas. ¿De esa manera se iba nutriendo usted en su poesía?

Yo tuve la oportunidad de hacer cuarto de bachillerato en Cartagena. Allí había una biblioteca bien surtida, y tuve la suerte de tener en mis manos el libro de los clásicos rusos, León Tolstói, Nikolái Gogól, Máximo Gorki, Mimo Fiódor Dostoyevski. Puedo hablar de la influencia que algunos poetas como pasa con los escritores también, pero yo nunca copié nada de nadie, sino que utilicé estas herramientas para poder expresar mis sentimientos.

¿Por qué decidió tomar esa línea melódica tan especial de cantarle a las navidades?

Una vez escuché unas canciones que me sirvieron como antecedente para pensar por qué no hay una canción en el vallenato que trate de manera estructural la navidad y que sea como una especie de villancico. Entonces decidí hacer esa canción. Yo dije “Yo voy a cantar es lo que yo siento y creo en las navidades”. Y asumí el compromiso de hacer el mensaje de navidad.

También ha incursionado en la ranchera

En Villanueva se hacía un festival de rancheras, y yo gané la canción inédita. Es que nosotros antes lo que se escuchaba en nuestra región era pura ranchera. El vallenato se impulsa a partir del año 1968 cuando empieza el festival vallenato. Pero anteriormente era prácticamente como si México tuviera una parte en el sur de La Guajira.

Yo he sido un compositor abierto a todos los sistemas musicales de habla hispana, yo he compuesto baladas, rancheras, salsa, merengue dominicano, bachata, pero como mi fortaleza está en el vallenato, la gente no se interesa por lo otro, sino que siempre me buscan como compositor vallenato. Pero yo tengo versatilidad para hacer otro tipo de música, hasta música llanera.

Otro clásico es «Mi poema»

Si claro. Hace poquito una dama de Israel me la mandó cantada por ella en español, pero la canta muy bonito con un mensaje diciéndome que allá se escuchaban mis canciones. Yo quedé sorprendido porque desde Israel cantando una canción mía, para mí fue una sorpresa muy grande. Es una canción que tiene una trayectoria muy hermosa.

¿Cuál es la historia de «la Zenaida»?

Cuando estudiaba en Cartagena, todos los días pasaba una negrita por el frente de mi casa gritando «mango, papaya, mamones». Yo a veces le compraba y le miraba sus chancletas ya desgastadas de tanto caminar. Trataba de imaginarme cómo sería todos los días ese trajinar por la ciudad hasta que vendía toda su fruta. Quería hacer algo con relación a esa imagen que me llevé de esa vendedora de fruta.

Isaac Villanueva me dijo que quería que yo le compusiera una cumbia, y a mí se me vino a la mente la vendedora de frutas. Tuve que buscarle un nombre y encontré que la palabra «Zenaida» me daba la dimensión de la vendedora de frutas qué andaba con su chancletita ya desgastada, con un ramito de azahar puesto en oreja para la buena suerte.

Hasta Leonardo Fabio la grabó

Él escuchó la canción de Armando Hernández y vio ahí la vida de su abuela. Él era huérfano de padre y madre, lo crio su abuela, que tenía que vender panes para poderlo alimentar. Eso lo hizo llorar, porque en lugar de ver la vendedora que yo vi, el vio a su abuela y le hizo una versión extraordinaria.

¿Qué decir de “Noche sin lucero”?

«Noche sin Lucero» se lo hice a la misma muchacha que me vestía de negro para verla. Yo me fui a estudiar a Cartagena. Estaba leyendo una obra del maestro Manuel Zapata Olivella que se llama «Chambacú, corral de negros» y yo quería conocer Chambacú, también quería conocer el pavimento, tener un teléfono en la mano, ver los edificios que yo veía por las películas mexicanas, y me fui allá a Cartagena, y encontré una ciudad mágica.

Para mí fue muy importante la visita allí, pero pasé mucho trabajo. Compuse una canción que la titulé «Sufrimiento». Pero cuando la estaban grabando, Jaime Pérez paró y dijo que se debía llamar «Noche sin lucero», y así se llamó.

* Rosendo Romero estuvo en magazine tv «Cuarentena musical Pacífico y Caribe» (8 de julio).

** El “Fondo Obeso-Coronel para reporteros en formación” ofrece un pequeño estímulo monetario a estudiantes de la asignatura de “Géneros periodísticos” o similares de facultades aliadas en distintas ciudades del país para que, con el apoyo del docente, escojan realizar piezas en temas de interés de la Fundación Color de Colombia. Si surten todo el proceso, el estímulo principal es la publicación. El Fondo rinde homenaje a dos ilustres hombres de letras de raza negra del siglo XIX colombiano, que hicieron periodismo: Candelario Obeso (1849-1884) y Juan Coronel (1868-1904), ambos de la Costa Caribe. Contacto: redaccioncolordecolombia@gmail.com.

*** Trazador misional de esta publicación de Fundación Color de Colombia: Línea estratégica 4Cultura, identidad y comunicaciones. Iniciativa 1: Periodismo cultural. Proyecto: Dinastías y leyendas musicales. 


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