Hablemos de la escuela como territorio de Paz


 

2016 es el año en que se contara en la historia de nuestro país como aquel que puso fin legalmente al conflicto armado con la FARC.

De esos poquísimos años hasta hoy es mucho y poco lo que se ha hecho para implementar un acuerdo concebido para hacer transición a una etapa de post conflicto donde con paso firme y decidido toda la sociedad apostáramos a construir en el largo plazo la tan anhelada PAZ que no es solo acallar los fusiles sino hacer posible y evidente un Estado Social bajo el imperio de la Ley, Justicia, Equidad, Tolerancia, Reparación y Garantías de No Repetición.

Lo anterior y todo lo que hay tanto a simple vista como de fondo, nos está quedando grande porque los indicadores de violencia social y económica están disparados a más de la sistematicidad con que se viene atentando contra la vida de líderes sociales y políticos que defienden procesos territoriales en contra de mafias y un Estado sordo ante las necesidades de los pueblos más empobrecidos de este país.

La escuela no es ajena al impacto que el conflicto armado dejo en cada familia que fue colocada en situación de desplazamiento, confinamiento, o perseguida por todos los actores de la guerra. Son nuestros estudiantes con sus familias quienes en todos los rincones del país pueden dar cuenta de lo que han visto, oído y vivido todo este tiempo. Eso no pasa impunemente sobre la vida de las personas y las huellas son muchas veces indelebles.
Los maestros(as) unos en carne propia o por cercanía conocemos el dolor y daño social que heredamos de esta historia la cual nos toca en el aula de clase de mil y una manera.

La escuela como territorio de PAZ implica asumir una posición de clase frente a un Estado que ha privilegiado la inversión en la guerra antes que en una Educación de Calidad para todos sin distingo de origen o circunstancias socio económicas.

La escuela como territorio de PAZ implica que los maestros(a) seremos los primeros en conocer la historia de este conflicto que deber ser compartido y analizado en clave de defensa del proceso de Paz con todas sus imperfecciones. No hay Paz perfecta.

La escuela como territorio de PAZ  nos convoca a los maestros(as) a ser los primeros en activar todos los mecanismos para protección y defensa de derechos de nuestros estudiantes desde la claridad sobrela función pública que ejercemos y  nos hace responsable por acción u omisión de todo aquello  que dañe a los NNA y algún compañero(a)  de trabajo.

La vivencia plena de los valores éticos ciudadanos y morales en la escuela debe ser la tarea día día, no puede estar supeditada a transacción alguna. Donde hay Solidaridad, Tolerancia, Respeto, Amor, se cultiva el valor supremo de la PAZ. Allí se forman ciudadanos(as) promotores y actores de Paz.

 En una escuela que se asume como territorio de PAZ, los mecanismos alternativos para solución de conflictos hacen parte de la construcción diaria de sana convivencia, donde el conflicto es una oportunidad para aprender a vivir en medio de las diferencias y no a pesar de ellas.

La Justicia Restaurativa en una escuela comprometida con la PAZ como valor social, indica que allí más allá de las sanciones que la norma ordena ante las faltas cometidas, se privilegia restaurar las relaciones entre todos los involucrados en un conflicto, buscando con ello la comprensión y responsabilidad por el impacto de las palabras y hechos   en las personas que hacen parte del entorno educativo y familiar.

Son muchos los tópicos que  son posibles abordar cuando hablamos de la escuela como territorio de PAZ, porque además es allí donde es posible perfilar muchas veces, a pesar de circunstancias familiares, sujetos de derecho que actuaran en consecuencia frente a los embates de la pobreza, la exclusión, la injusticia.

La escuela es el mejor laboratorio para que la DEMOCRACIA y PAZ   dejen de ser discursos y sean una realidad vivencial. Se nos está haciendo tarde y recordemos que el diablo es puerco.

 

 


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