UN PEQUEÑO VIAJE A LOS OCHENTAS


1977, año de mi primera bicicleta “Chooper”. Llegué al barrio Martínez Martelo y Comfenalco el Colegio que formó mi niñez y adolescencia. Ahí vi por primera vez el “Mundo Solle”. Para las nuevas generaciones, ser “Solle” en los setenta, era una forma de ser joven en una ciudad que estaba cambiando rápido. Y en el velocímetro de las transformaciones, por supuesto estaba la Radio, para mi generación era la emisora Victoria, que para entonces, todavía no era estéreo. Rod Stewart el Rockero inglés tenía al mundo a sus pies con su fantástico tema Da Ya Think I'm Sexy? Era un pretinazo a la letargia musical de los sesentas. Aprécienla. (https://www.youtube.com/watch?v=Hphwfq1wLJs).

En su fase de Amplitud Modulada, Victoria programaba música de marihuaneros viejos. A mí no se me olvida cuando, por ejemplo, Lionel Richie formaba parte del grupo The Commodores y reventó una seguidilla de éxitos entre ellos la canción Easy. Escúchenla, aquí les pongo el link: (https://www.youtube.com/watch?v=rfNpHd1GaQA) Es una canción sólida y cálida como un abrazo largo.

Les hablo de la radio de banda AM, porque la banda FM no existía. Para entonces el equipo de la casa era de absoluto y entero monopolio de mi hermano mayor: era su dueño. La verdad es que me sentía solitario y lo disfrutaba mucho. En el colegio, éramos una especie de cofradía maldita. De separados, desarraigados, lunáticos sin remedio. Éramos pocos, éramos lo que se denominaba “Solles”. Y, francamente, nos encantaba. En especial, hay una canción sublime para ese estado especial de la gracia y el amor. Había una forma diferente de enamorar y la banda sonora del amor la encontré en la canción Baby come back del grupo Player: (https://www.youtube.com/watch?v=Hn-enjcgV1o).

Crecí. En la etimología de la palabra adolescencia se implica el sufrimiento, pero, estamos en el Caribe. Si, se sufría, pero la vida con frecuencia nos besaba en la boca después de una que otra bofetada. 1984, el escenario de mi adolescencia era el recién estrenado barrio de Las Gaviotas. Ahora, sí: llegó la banda FM a Cartagena; por el contrabando del San Andresito llegaban los televisores; por un walkman marca Sony, uno hacía, verbigracia, todos los mandados de la cuadra. Me acuerdo también, que en el repertorio de las revistas de “plebedad” que alquilaban en el Parque Centenario, si bien se destacaban las llamadas suecas, Playboy tenía un lugar bien especial al igual que la Hustler.

Playboy, aunque era en inglés, me conectaba con el mundo. Y Hugh Hefner era mi guía espiritual hacia el parnaso. Era como ver de dónde venía una espléndida cantante ochentera como Diana Ross. I’m coming out comienza con sofisticada voz, avalada por golpes de batería. No cualquier golpe, era una demoledora batería, tocada por mil tipos. (https://www.youtube.com/watch?v=zbYcte4ZEgQ).

Para entonces podía percibir el aroma de lo que podía significar la libertad. El escenario, entre otros, eran unas fiestas Solles que hacían en diversas calles de Las Gaviotas y en La Castellana. En aquellas primeras fiestas, vinieron con mis primeros besos, aquel uso amoroso donde nadie puede mentir. Se sabe, o no. Besos que se bailaban en sendas baladas americanas. Vivan esta por ejemplo: (https://www.youtube.com/watch?v=izGwDsrQ1eQ).

En mis recuerdos Cartagena enloquece con la discoteca Minerva, quedaba en Bocagrande. Luego de una larga espera por mis exiguos ahorros, por fin tuve con que invitarme a una caza furtiva de alguna chica Solle, fue Mi primera discoteca, y estaba en el paroxismo, con una banda sonora inolvidable: Got to be real de la súper discotequera Cheryl Lynn (https://www.youtube.com/watch?v=6OfTsUY8vKo). Era puro sentimiento funk. Se podían otear lo que pasaría en los noventa por venir.

No obstante, vivo en los setenta y en los ochenta. Cartagena era otra y, como le leí una vez a Ricardo Chica en uno de sus escritos: “Cuando se acabó Victoria, se acabó Cartagena”. Era otra experiencia de ciudad. Las voces que nos acompañaron son inmortales en nuestros recuerdos: Elsie Méndez, Ángel Thorrens, Luis Fernando Tovar, Aníbal Gutiérrez y tantos otros que no puedo recordar pero que llevo en mi romántico corazón Solle.

Aparejado a este escenario de música de los ochentas, ya la ciudad había vivido toda la furia de los Pick ups, con la música Gibara, los primeros Socas, y poco a poco entraban a sonar los diversos ritmos musicales de las Antillas y del Caribe de habla Inglesa y Francesa. Todo por el importante aporte del Festival Internacional de Música del Caribe, que un grupo de visionarios como Paco de Onis, Antonio Escobar, Amaury Muñoz, entre otros, se habían inventado en sus delirantes noches de academia y bohemia.

Mientras los ochentas acababan de fenecer, irrumpían los noventas con una salva de aplausos ante la obertura de una espléndida banda de blancos tocando Reggae como UB 40, con el éxito CAN'T HELP FALLING IN LOVE (https://www.youtube.com/watch?v=Ajp0Uaw4rq)
Y nacía otra vez una década de música esplendida pero de la cual mi adolescencia no haría parte porque también había expirado.


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