Generaciones y sombras


Estar muerto
debe ser
como permanecer en una habitación cerrada,

trabajando, leyendo,
sin poder ir al cuarto contiguo a abrazar a mis hijos.

Escuchar sus voces,
saber que están presentes,
a poca distancia,
pero sin posibilidades de acercame, sin poder mirarlos.

Estar invadido por la imposibilidad.
Sin opciones para salir de mí mismo.
Haber caído en lo más profundo del pensamiento,
de lo esencial, tal vez;
el abisal destino,
el gesto inhóspito que llevamos dentro,
del cual sacamos las ideas válidas.
Cuando pescamos en nuestra inmensidad:
aquel río de generaciones
y de sombras.


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