En los zapatos del otro


Dialogar es la forma más corta de encontrar soluciones a las dificultades. La arrogancia, la prepotencia, el ego, creer que tenemos la absoluta razón, intentar ser más vivos o el simple hecho de creer que lo somos, son barreras que se oponen a la oportunidad de resolver los conflictos y diferencias, de manera amable, conciliada, sin odios, resentimientos y sin el deseo de venganza.

Si el almacén de ropa “Jon Sonen” le hubiera dado a la ex trabajadora una respuesta oportuna y la atención que merecía. No hubiese ocurrido el bochornoso y lamentable incidente perpetrado por la empresa, de la mano con los miembros de la policía nacional, quienes, usando el uso imperativo de la fuerza, expulsaron a la mujer esposada y con su hijo en brazos, dándole un trato peor que el de un delincuente.

Hoy no sólo deben enfrentar las consecuencias jurídicas de sus actos, sino también el desacuerdo y desaprobación de miles de personas indignadas por este acto. No es justo que este tipo de acontecimientos deban ocurrir para que los empleadores cumplan con las garantías establecidas por la ley para sus trabajadores y ex trabajadores.  Son derechos inalienables, así como también la protección de los niños y las mujeres.

Todo esto pasó por falta de diálogo, respeto y de ponernos en los zapatos del otro.


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