La selva del Amazonas y la selva de cemento.


La selva del Amazonas, catalogada como el pulmón verde del planeta, sin duda alguna, merece gran atención. La biodiversidad y las fuentes hidrográficas, son afectadas con los miles de hectáreas que son deforestadas.
La degradación del ecosistema amazónico, nos afecta a todos los habitantes del planeta sin discriminación de raza, religión, nacionalidad, o afinidad política.

La prevención del deterioro ambiental del Amazonas debe comprometer a todos los países del planeta, a las naciones unidas y a las no unidas. Todos debemos aliarnos con el propósito de contener el daño ambiental que se viene causando.

No obstante, si bien es cierto que el medio ambiente es asunto de todas las naciones y de todos los seres humanos, por regla, no podemos salvar el planeta si no empezamos por nuestro entorno inmediato; que es la otra selva, la selva de cemento o nuestro entorno primario. 

Las ciudades colombianas están sumergidas en una época de ausencia de autoridad. Para el caso de Cartagena de Indias, la ciudad donde resido, va de mal en peor. El deterioro de sus calles, parques, puentes, la obstaculizada movilidad en sus calles y avenidas, la inseguridad que nos azota, no son más que el resultado de la más grande ausencia de autoridad que hayamos vivido. 

La muerte se pasea por las calles de los barrios, sicariatos a diario, homicidios selectivos provocados por la intolerancia, mientras que la corrupción y la incapacidad de los gobernantes, contribuyen a que la paz, la sana convivencia y la prosperidad general se tornen imposibles. 

Vivimos en angustia continua, preocupados, estresados, dominados por una impotencia que genera la obligatoriedad de convivir en un ambiente hostil, inseguro y poco amable.

No podremos salvar el planeta, ni la selva del Amazonas, si no logramos recuperar el control de nuestra selva de cemento, de nuestra ciudad de nuestro entorno inmediato.        


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