ALCALDE DAU: SALVE UD. A LOS LIBREROS DE CARTAGENA DE INDIAS.


ALCALDE DAU: SALVE UD. A LOS LIBREROS DE CARTAGENA DE INDIAS.

 

  1. MEMORIAS DE UN EMPEDERNIDO LECTOR SOBRE UNO DE LOS BASTIONES DEL PATRIMONIO CULTURAL HUMANO DE CARTAGENA.

Desde niño, gracias a la compra dominical que hacía mi papá Rafael del diario El tiempo, y gracias a mis buenas maestras aprendí a valorar la importancia de la lectura y a aficionarme a disfrutar los cuentos de aventuras, esos que los barranquilleros llaman paquitos, y que hace muchos años, desaparecieron con sus precios populares, para reaparecer hoy con precios prohibitivos en las librerías de los centros comerciales.

Era en esos pasados tiempos de los años sesenta del siglo pasado, cuando a los muchachos de la época nos cautivaban las historias llenas de fantasías, con el eterno triunfo del bien sobre el mal.

Así, con el paso inexorable del tiempo, en nosotros, la pasión por la lectura, se convierte en un sentimiento y un hábito eterno, en lo efímero de nuestras vidas si desde niños le damos dulces y fuertes abrazos y saboreamos la miel de sus historias, cuentos, leyendas, sucesos de la vida real y todo el hacer humano, vertidos en mágicas letras, condensadas en un maravilloso libro.

De esta manera, cautivo por la lectura, en mis ratos libres, después de las clases de primaria y   de  las del bachillerato,  en ese entonces , en pleno centro de Cartagena de Indias, en las afueras del Parque Centenario  de la Independencia, descubrí la fuente mágica de la imaginación y el entretenimiento: Los cuentos de aventuras de Tarzán el hombre mono, Tawa, el rey de la selva, Gene Autry el clásico vaquero justiciero del lejano oeste, Bud Rogers con sus aventuras espaciales, Chanoc el pescador del Golfo de México, Santo El Enmascarado de plata, y pare de contar, porque hay decenas largas de mencionar.

Allí, en ese mágico lugar, humildes y letrados hombres y mujeres, (porque casi todos los libros que venden los han leído o por lo menos tienen un resumen de su argumento) ofrecían a cambio de unos centavos, o tal vez de unos cuantos pesos, mediante el sistema de alquiler en el sitio, el ingreso a la imaginación, al fabuloso mundo de la lectura recreativa y del entretenimiento, que de paso fortalecía el hábito hacia otro tipo de lecturas y enriquecimiento del saber.

Con el paso a la educación superior, descubrí que los libreros de mi Cartagena de Indias guardaban y guardan valiosos tesoros de la literatura planetaria, y algo aún más bello para mi formación profesional: hermosos libros de historia de Cartagena de Indias, que desde entonces acrecentaron mi pasión por conocer y escribir sobre este mundo maravilloso de “La fantástica” a través del tiempo.

 Se trata de libros, a los que sólo tenían acceso los privilegiados: la élite “ilustrada” de la ciudad y que de manera inexplicable y única los libreros del centenario los pusieron al alcance de los sectores populares como el mío, a precios módicos, accesibles a todos los estratos sociales.

Por las anteriores y por estas valiosas razones, y por estar de acuerdo con muchos lectores del universal.com, los declaro Patrimonio Cultural Humano de Cartagena de Indias, hoy en franco peligro.

Más también se trata de una valiosa experiencia, una válida práctica cultural, que data desde los años 50 del siglo pasado (por lo menos hasta donde alcanzan mis vivencias que hoy tienen casi 70 años) que bien merece este singular nombre y que bien merece ser salvada, por quien dirige los difíciles destinos históricos de esta heroica urbe.

  1. ALCALDE WILLIAM DAU: SALVE UD. A LOS LIBREROS PATRIMONIO CULTURAL HUMANO DE CARTAGENA DE INDIAS.

Por las razones expuestas con anterioridad, con el respeto que merece su investidura, señor alcalde: ¡Salve Ud. ¡A los libreros de nuestra ciudad! por ser gentes humildes y trabajadoras de sol a sol, por ser guardianes de nuestro patrimonio cultural inmaterial y ser ellos mismos la parte humana, y sintiente de este valioso patrimonio que poseemos los cartageneros nativos y adoptados.

Algunas propuestas sobre estas medidas de salvación son:

  1. Atienda sus viejas solicitudes de dotarlos de parasoles que compaginen con la dignidad y la estructura física del sagrado sitio que ocupan.
  2. Extienda su horario de permanencia de venta al público, por lo menos hasta las diez de la noche, cuando los residentes cartageneros se retiran del sitio y entran en acción los visitantes.
  3. Permita que sus espacios de venta se conviertan en una librería miscelánea, como en otros países, en las cuales se vendan, además de los libros, artesanías, refrescos, disfraces en la temporada de las fiestas de independencia y juguetes y adornos en la temporada decembrina.
  4. Posiciónelos en la ciudad a través de campañas publicitarias en los medios de comunicación locales y regionales.
  5. Póngales, por lo menos, hasta abril del 2022, cuando termina la temporada escolar de ese año un salario mínimo mensual para que contribuyan al sostenimiento de sus familiares y puedan por lo menos sobrevivir en medio de esta pandemia que nos amarga la existencia; todo lo anterior al interior de las normas distritales; ponga a su equipo económico y social a que  elabore el proyecto necesario para este fin, y que convoque campañas de solidaridad con los sectores poderosos de la economía local , regional y nacional.

Así, con esta serie de ideas, esbozadas muchas por los voceros de los libreros, y por los lectores de eluniversal.com amigos libreros de la ciudad, reinventesen ustedes también:

Hagan promociones y ofertas de sus libros, por ejemplo, pague uno y la mitad del segundo, usen las redes sociales para publicitar su valioso oficio y mercancías y finalmente, institucionalicen el alquiler de libros en su sitio y con el favor de Dios, las acciones solidarias del gobierno distrital, y sus propias acciones propositivas, todo podrá ser mejor.

Con los afectos de siempre,

 reforzados con los nobles gestos de los cartageneros

 que apoyaron el exitoso cambiatón de los libreros.

UBALDO JOSÉ ELLES QUINTANA.

 


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