Tu papá te quiere


En la bella y fantástica ciudad de Cartagena de Indias (Colombia – Sudamérica), habitan muchas jovencitas que son prostituidas, ultrajadas, humilladas y condenadas a la no-historia, condenadas al devenir, es decir, mujeres atrapadas en un mortífero circulo vicioso de irrespeto constante, mujeres que esperan con ansia la paternal figura de un salvador y terminan creyendo en las falsas promesas de unos “viejos verdes” que abusan de ellas y después “les tiran un billetico” para calmar su consciencia y dárselas de buenas gentes. Niñas sin padres que las quieran, que las defiendan, que las protejan que las ayuden a crecer con la autoestima sana, que les permitan empoderarse de su existencia y sacar adelante un proyecto de vida saludable. No hablo de una o dos niñas, de una o dos jóvenes, de una o dos mujeres, hablo de cientos de miles, algunas nacieron en Cartagena, otras llegaron buscando refugio viajando de los municipios vecinos y otras están llegando de países secuestrados por dictadores con bigotes de color petróleo. Mujeres evangelizadas por una fe que no transforma vidas y menos sociedades, a ellas les siguen pidiendo que se casen y construyan un hermoso hogar “como Dios manda” en un mundo donde alimentar a sus hijos puede significar entregar su cuerpo y su alma por una bolsita de arroz. Pero, en los tiempos del Covid 19, alguien comenzó a repetir y a repetir: “Tu papá te quiere”; un “loco” decían algunos, si, tal vez era un loco, más exactamente un “loco de amor” por su hija “Cartagena” quien ahora veía como su padre tiraba golpes en todas las direcciones para quitarle de encima a los “machos” (hombres y mujeres malandrines) que por mucho tiempo se montaron y abusaron de ella.

Esto que está sucediendo en Cartagena es realmente bueno para la ciudad y por supuesto puede ser muy bueno para los hogares, pero hace falta, y con urgencia, una “política pública de la familia” que dinamice a Cartagena como una “Común – Unidad de Familias” que construya una verdadera muralla que nos permita proteger a los hogares de los piratas modernos, una política que genere familias que sean verdaderos “Faros de luz” con estilos de vida saludable, resilientes, incluyentes y en paz, familias con autonomía económica, familias en la legalidad y éticamente responsables, familias líderes y cohesionadas, familias liderando comunidades de familia. Ese sería un primer gran paso para proteger a esa hija ultrajada y prostituida, otro gran paso para el futuro de la ciudad (más a largo plazo) sería la creación de una “Secretaría de la Familia” que se tome en serio el crecimiento y desarrollo en el “ser” y en el “quehacer” de los hogares, esto implicaría sin duda un “Gran Pacto”, una verdadera articulación interinstitucional. Ojalá ese Padre amoroso que con “berraquera” por fin está venciendo las estructuras machistas y patriarcales de prostitución pública y privada, y que constantemente y con ternura la mira a los ojos y le dice “Cartagena, tu papá te quiere”, ojalá siga actuando con determinación y celeridad porque obras son amores y no buenas razones.

Recuerda, podemos sanar el futuro, porque el presente puede ser mejor.

 


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