El hijo del verdugo


Si bien es cierto que los hijos no tienen por qué pagar por los pecados de sus padres, también lo es que un poco de decoro nunca sobra cuando se toman decisiones sensibles. Sin embargo, en cuanto a decoro este gobierno ha mostrado que tiene muy poco. Y me refiero claramente al nuevo Director de Víctimas, Jorge Rodrigo Tovar, hijo del paramilitar Rodrigo Tovar Pupo, alias Jorge 40, que alcanzó a confesar más de 600 crímenes antes de que lo extraditaran.

Dadas las funciones del Director de Víctimas, es claro que hay un impedimento enorme para que el joven Jorge Rodrigo Tovar lleve a cabo su trabajo con imparcialidad e independencia. Sería como nombrar de director del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar a algún pariente de Luis Alfredo Garavito, que asesinó y abusó a más de 200 niños. Hombre, hay que tener un poco de tacto. Y más que tacto, hay una cuestión fundamental que debe considerarse en este asunto: el joven Tovar además está convencido de que su padre no es más que un prisionero político al cual no le han podido demostrar ningún crimen. Hay que tener la cara bien puesta para que no se le caiga de la vergüenza luego de soltar semejante tesis.

Pero, si es que en verdad Jorge 40 es un prisionero político, examinemos, pues, cuáles eran esas grandes ideas y banderas políticas que abrazaba. No sé si es que estoy confundido porque, hasta donde tengo memoria, Jorge 40 era el máximo comandante del Bloque Norte de las Autodefensas Unidas de Colombia, que asolaron por años gran parte de la Costa Caribe. Bajo sus órdenes, las Autodefensas perpetraron, entre muchas otras, las masacres de El Salado y de Bahía Portete, que dejaron un centenar de muertos. O será que aún no me he enterado y ahora se consideran delitos políticos violar y empalar mujeres o decapitar campesinos con motosierras.

Pero así son las cosas en este país que por debajo de la mesa, en susurros, sin los calzones para reconocerlo abiertamente, comparte y aplaude “ese elemental pero preciso ideario”, el ideario paramilitar. Es por esa razón que, a pesar de que Jorge 40 confesó más de 600 crímenes, hoy está pagando una condena de 16 años en Estados Unidos por narcotráfico.

La explicación es simple. El mecanismo jurídico que el gobierno de entonces (que es el mismo gobierno de hoy) diseñó a medida para los paramilitares, conocido como Ley de Justicia y Paz, y que al final no fue ni una cosa ni la otra, contemplaba una condena de solo 8 años a cambio de la desmovilización. Pero en este mecanismo, tal y como lo había presentado el gobierno, no era necesario contar la verdad ni reparar a la víctimas. Claro, semejante ganga no la iban a desaprovechar los jefes paramilitares que se acogieron de inmediato. Eso es lo que hacen los políticos cuando quieren dar legitimidad a un torcido: lo embuten en un papel y lo hacen calzar a la fuerza con tecnicismos jurídicos. Pero las cosas no resultaron como las habían previsto porque en una revisión de la Corte Suprema de Justicia se incluyeron en el texto dos pequeños detalles: Verdad y Reparación. 

De manera que cuando los jefes paramilitares empezaron a rendir declaración y empezaron a salir las verdades que salpicaban a militares, empresarios, cantantes y, sobre todo, a políticos fue que en una madrugada, en secreto, de sorpresa, extraditaron a los jefes Paramilitares por orden del presidente. Los extraditaron a los Estados Unidos por narcotráfico, quizá el menos grave de todos sus delitos. Obviamente en esa operación desaparecieron documentos, computadores y cualquier medio magnético con información de contactos, colaboradores, socios, patrocinadores, etcétera. Una persona mal pensada podría creer que los extraditaron para que no siguieran confesando; pero bueno, al fin y al cabo el Señor actúa de maneras misteriosas.

Entonces uno supone que como Jorge 40 está pagando condena por narcotráfico y no por comandar una banda de asesinos —condena que está próxima a cumplirse en junio de este año— quizá el joven Jorge Rodrigo piensa que toda la sangre derramada desde Uribia hasta San Jacinto del Cauca, a punta de machetes y motosierras, nada tiene que ver con su padre. Hilando muy fino, puesto que Jorge 40 está próximo a quedar en libertad, tiende uno a sospechar que este nombramiento es una forma de pagarle por unos cuantos silencios. O quizá todo sea más sencillo: como ya he dicho, en un país donde la gente usa el tapabocas en la barbilla, a lo mejor es normal que el Director de Víctimas sea el propio hijo del verdugo.

 

@xnulex
 


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