Humanidad zombi


Humanidad zombi

 

Por René Arrieta Pérez y José Vicente Arias

Es terrible decirlo, pero la humanidad está zombificada. Sí, la gran mayoría de seres humanos está en estado de somnolencia y bajo la manipulación del mal.

Los zombis son muertos vivientes. O vivos en estado de muerte. De acuerdo al Diccionario de la lengua española, zombi es la persona que se supone muerta y reanimada por arte de brujería con el fin de dominar su voluntad. El Diccionario Panhispánico de Dudas, precisa que zombi es una voz de origen africano occidental, introducida en español a través del inglés, que significa cadáver reanimado mediante prácticas de brujería.

Y efectivamente los seres humanos son muertos vivientes, porque la involución en la que se han sumido les ha fagocitado el alma, se las ha hecho jirones, y de ese estado del ser no se puede esperar otra cosa que el frenesí de vicios y actos de la más cruda indignidad. Es decir, el hombre como tal, ese modelo de creación de Dios que existía en el Paraíso antes de la falta originaria se atomizó. Y cuando el ser humano –su alma– se atomiza, lo que queda es un fantasma, un ser de los inframundos, un homúnculo o una femíncula.

En nuestro tratado “Primer sello del apocalipsis: la brujería un pacto con el demonio y grave ofensa a Dios”, destacamos que la brujería (inversión de las leyes y el orden) es la práctica que Lilith enseñó a la humanidad en el Paraíso para vengarse de Dios por el castigo que en principio le había impuesto por su arrogancia y desobediencia. Fue, desde ese entonces, en que la humanidad, también desobediente de la advertencia de Dios de no probar del fruto del bien y del mal – en ese tipo de rituales, exactamente—cuando empezó a desatar la práctica del mal, haciendo a su prójimo víctima de todas las formas posibles de esperpentos y horrores.

La expulsión del Paraíso no es otra cosa que un castigo momentáneo, que los seres humanos debían superar haciéndose dignos nuevamente del estado de gracia que Dios les había quitado (y que contenía una serie de facultades divinas, entre las que destacamos: paz y felicidad celestial, conexión con todo el cosmos, videncia, telepatía y otras), ese estado de gracia debía ganarse nuevamente con el comportamiento correcto, con la vida espiritual, con el rechazo del mal en todas sus formas, y quien se mantenga impoluto e indemne hasta el fin de los tiempos, disfrutará de él en el Edén; pero no, la humanidad sucumbió ante las tentaciones del disfrute de todo lo material: el poder, la fama, el dinero, las posesiones, de forma facilista y sin mérito además, situación que la ha abismado.

La realidad y la metáfora

La realidad y la metáfora. En nuestro mundo vertiginoso, esas dos cuestiones se confunden, porque se diluyeron las fronteras que las precisaban. La realidad de ese monstruo que describe la lexicografía como zombi (es decir, la definición del término por los diccionarios), esa condición física deleznable de rostro tumefacto, sanguinolento y pútrido, de hecho, no la muestra la gente en su apariencia física. Esa gran parte de la humanidad, que nosotros afirmamos que son zombis, no lo muestra en su apariencia externa, realidad que sí está en su estado interior, en sus sentimientos, pensamientos  y en sus acciones. Es innegable que en todas las ciudades populosas del mundo, la sociedad presenta un estado de conmoción por esa actitud vandálica, despojadora, criminal, del ‘todos contra todos’ que se vive, y que los telediarios evidencian día a día.

La realidad de la metáfora, su significación, su fuerza sígnica y simbólica es tan contundente y verificable como la realidad real fenoménica de la actividad humana. Ya la metáfora que encierra la palabra no se queda en lo comparativo y en el universo de la abstracción del lenguaje de las figuras literarias y de pensamiento, sino que el significado mismo toma carnadura e invade la realidad factual, toma posesión de ella en este estado vertiginoso y mágico-monstruoso en el que ha involucionado el mundo.

Zombis, una realidad histórica, literaria, fílmica y musical

En Haití, el vudú, en rituales de magia negra, se convirtió en una práctica constante, en un fenómeno cultural, que adicionalmente de una serie de ritos hechiceros de manipulación de la realidad a partir del dominio indebido de leyes espirituales, hacía uso de una toxina originaria del pez globo (la tetradotoxina), sustancia con la que se victimizaban apersonas y se les inducía a hacer el mal, convirtiéndolas en zombis. Era conocido en amplios sectores de la sociedad que Duvalier practicaba la zombificación contra sus enemigos políticos.

De otro lado, el tema del vampirismo, la forma en la que algunos entes parasitan a los humanos chupándoles la sangre para alimentarse, de una u otra forma, se asocia con el estado de zombi, por la situación de la persona (el vampiro) de falta de alma –fuerza y energía que anima para  ser–. Y el ‘ser’ (el hombre), que establece una relación con Dios y su creación. El ‘no ser’ es lo fantasmal, lo atomizado y diluido. Lo ente, espíritus inmundos o seres de los inframundos, son seres defectuosos, con corrupción en el ser, que establecen una relación con las tinieblas.

En literatura, la aparición de personajes o cuasi-seres como el Golem de Scholem, Meyrink, y la recreación del mismo por Borges; el Frankenstein, de Mary Shelley, tratan la monstruosidad en el ser. Asimismo, con las noticias sobre la ritualidad vudú y la existencia de zombis, como un nuevo tipo de seres en Haití, trabajos como los del antropólogo canadiense Davis Wades, quien publicó The serpent and de Rainbow, que sirvió de base a la película homónima de Wes Craven, se convirtieron en referentes de una serie de escritores que empezaron a interesarse por esta temática, y han tratado el tema zombi como producto de un virus que genera el fenómeno, y desde luego, también se han ocupado del tratamiento de todos los aspectos terroríficos que les conciernen a las historias ‘fantásticas’ que urden o imaginan. Lo cierto es que la bibliografía en este campo es muy amplia.

El cine difundió de manera universal la realidad zombi, una condición de la humanidad decadente, antropófaga y violenta en sus acciones, en su accionar de despojo y en la generación  del pavor y el horror. La lista fílmica es larga, sin embargo, dentro de ese amplio catálogo podemos señalar películas, series y programas, entre las que destacan:

“La noche de los muertos vivientes”, (1968) y (1990), de George Romero; “Re-Animator”, (1985), de Stuart Gordon; “Braindead”, en España “Tu madre se ha comido a mi perro, y “Muerto de miedo” en Hispanoamérica”, (1992), de Peter Jackson; “28 días después”, (2002), de Danny Boyle; “El amanecer de los muertos”, (2004), de Zack Snayder;  “Shaun of de dead”, en español “Despertar de los muertos”, (2004), de Edgar Wright; “Tierra de los muertos”, (2005), de George A. Romero; “Rec”, (2007), de Jaume Balagueró; “Zombieland”, (2007), de Rubén Fleischer; “Soy leyenda”, (2007), de Francis Lawrence; “Planeta terror”, (2007), de Robert Rodríguez; “Residente evil 5: la venganza” (videojuego, 2009); “Zombis nazis”, (2009), de Tommy Wirkola; “El día del apocalipsis”, (2010), de Breck Eisner; “Juan de los muertos”, (2011), de Alejandro Brugués; “Los últimos días en Marte, (2013), de Ruarí Robinson;  “La guerra mundial Z”, (2013), de Marc Forster; “Frankenstein’s Army”, (2013), de Richard Raaphorst; “Tumba abierta”, (2013), de Gonzalo López Gallego; “Z Nation”, (serie, 2014), creada por Karl Schaefer y Craig Engler; “Cooties”, “Infectados” en Hispanoamérica y “Dulces criaturas” en España, (2014), de Jonathan Milott; “Maggie” (2015), de Henry Hobson; “Zombie dumb”, (serie Netflix, 2015); “A la *&$%! con los zombis”, (2015), de Christopher Landon;  “Estación zombi”, (2016), de Yeon Sang-ho; “Soy héroe”, (2016), de Kengo Hanazawa; “Orgullo, prejuicio y zombis”, (2016), de Burr Steers; “Melanie, apocalipsis zombi”, (2016), de Colm McCarthy; “Overlord”, (2018), de Julius Avery; “Walking dead”, (serie Netflix, 2018); “Day of dead”, (2018), de Héctor Hernández Vincet; “Blake summer”, (serie Netflix 2019); “Campamento en el fin  del mundo”, (2019), de McG; “Los héroes del apocalipsis”, (serie de animación infantil, Netflix, 2019); “Reality Z”, (serie de Netflix, 2020); “# Vivo”, (2020), de Il Cho.

En la música, de igual manera, se ha tratado la temática zombi, entre las canciones y videoclip más conocidos, destacamos:

Thriller, (1982), de Michael Jackson; “Dancing With myself”, (1985), Billy Idol; “Living dead girl”, (1998), de Rob zombie; “Scream” (1999), The Misfits; “Kick it”, (2004), The misfits; “Kids”, (2007) de MGMT; “Dawn of the death”, (2008) de Does It Offend You, Yeah?; “Kick it”, (2003) de Peaches and Iggy Pop; “All nightmare long”, (2008), Metallica;  “Mother”, (2011), Blondie; “Follow you” (2015), de Bring Me The Horizon.

El mundo apocalíptico, el mundo de los zombis

Ya el cine anticipaba con una serie de películas el futuro final de la humanidad al recrear la temática de los zombis. Una sociedad en que se escenifica la agresión de hordas de personas (zombis) contra gran parte de la sociedad (aún personas normales y sanas). Una sociedad que, en efecto, se dirige a una posterior etapa de degeneración: la de ‘todos contra todos’, y que, en definitiva, romperá el orden e instaurará el caos absoluto.

Entonces, la zombificación de la sociedad es la escenificación, el reflejo fiel de lo que es la humanidad, que se complace en comerse literalmente a su prójimo, de canivalizarlo, y de un insaciable deseo de despojo de lo que tiene el otro.

Si ahora, hacemos un ejercicio de supresión de las fuerzas del orden (policía y ejército), no sucedería otra cosa que la inmediata reagrupación de escuadras de delincuencia que focalizarían sectores sociales de viviendas y de comercio, y cometerían asaltos y robos en propiedad privada, usurpando violentamente y a mano armada lo que no les pertenece. Lo único que aún evita que tales hechos sucedan es la existencia de las fuerzas del orden, que por defectuosas que sean, tienen una capacidad disuasoria en ese amplio conglomerado social que se organiza para delinquir.

En momentos de desórdenes sociales, derivados de marchas que ejercen la protesta social –válida y lícita, desde luego, por el derecho constitucional de los ciudadanos–, vemos claramente el intento de todas esas bandas de individuos zombificados perpetrando esos asaltos para usurpar lo ajeno. Es cierto que estos gobiernos corruptos, miserables y mediocres tienen a la sociedad sumida en la miseria y el hambre. Y no queremos que este asunto se esgrima como justificación, porque los que cometen los asaltos lo hacen en un ámbito que nada tiene que ver con una protesta efectiva en ese sentido, y es un tema que requiere de una análisis aparte, en donde se dilucide acerca de todos los elementos que lo integran.

Por otra parte, la única manera de preservarse de caer en esos bandos y dejarse penetrar por esta sociedad apocalíptica necrosada es adquirir conciencia, que lo una al cosmos, permanecer en el camino de lo correcto, de vivir acorde con los principios éticos y morales, dentro de una vida espiritual, de respeto a la creación de Dios y a sus leyes, y  solicitar al Creador que le permita a usted como persona hacer parte de su ejército de luz.

Sociedad zombi, una realidad documentada

Desde Caín hasta nuestros días, lo siniestro y el horror han sido habituales en la sociedad, y el ataque a la dignidad e integridad humanas ha sido generado desde lo individual y de colectivos organizados. El mal lo contrajo el hombre por asomarse al abismo de la desobediencia a la autoridad del conocimiento y la sabiduría, al autor mismo de la vida, Dios, y desde ese instante ese espécimen, aún incipiente, se alimentó hasta convertirse en un monstruo poderoso, inteligente y adictivo, hasta el punto de que es dueño y sumo señor, y la humanidad, su esclava.

En una lista mínima de referencias, podemos documentar escenas y crímenes de una sociedad zombi, desde actos privados y macabros hasta verdaderas orgías de miedo y sangre, guerras y barbaries:

La Segunda Guerra Mundial, con un cálculo optimista de historiadores y especialistas pasa los 60 millones de muerte, y en el más pesimista de los cálculos se acerca a los 100 millones de personas muertas. En la Guerra de Vietnam, se calcula una cifra de 5,7 millones de muertos. Y la Guerra de Corea, una cifra de 3,7 millones de muertos. En fin, todas las guerras, la de los Balcanes, entre miles en toda la historia del hombre.

Así también, las purgas estalinistas en Rusia, que exterminaron a cerca de 700. 000 personas. Los genocidios en Ruanda (1994), en donde los Hutu exterminaron cerca de 1 millón de miembros de la tribu Tutsi. Los genocidios en Armenia y Grecia. Los genocidios de Pol Pot y los Jemeres rojos. Las muertes de Mao Tse Tung en China. Las masacres en México y Colombia, con actos terrorista donde con explosión de bombas en aviones, instituciones y centros urbanos. Los crímenes de las Mara Salvatrucha en USA, Hispanoamérica y Europa. El extremismo religioso que se plasma en los abominables ataques de grupos como Isis, Al-qaeda y otros.

La criminalidad de mafias de todo orden en todo el mundo: la mafia de los Estados Unidos, la mafia rusa, albanesa, chechena y georgiana, la mafia turca (en la ruta dorada del opio), la mafia italiana (Cosa nostra, Ndrangheta y Camorra), la mafia israelí, la mafia china, la mafia japonesa, los cárteles mexicanos y colombianos, etc. De igual forma, están todas las mafias políticas en torno a las administraciones de todos los países del mundo, que defienden sus intereses corruptos a muerte. De otro lado, la sociedad de consumo desmedido, por supuesto, no se aparta de la dinámica de los zombis.

Hacemos una relación de las masacres en Colombia, que pasan de 90, actos de la más terrible infamia que pueda cometer el ser humano, que se documentan desde 1960 hasta el presente año, 2020, entre las que destacamos:

Masacre Cayetana, 1962, (34 muertos); masacre de la Universidad del Valle, 1971, (30 muertos); masacre de Remedios, 1982-87, (22 muertos); masacre de Trujillo, 1986-94, (342 desaparecidos, torturados y muertos); masacre de Tacueyó, 1984, (164 muertos); masacre del Pozzeto, 1986, (29 muertos); masacre de La mejor esquina, 1988, (28 muertos); masacre de Segovia, 1988, (46 muertos); masacre de Sasaima, 1989, (18 muertos); masacre de Pueblo Bello, 1990, (43 muertos); masacre en el bar Oporto –Medellín–, (23 muertos); masacre en la finca Los cocos –Cali–, 1990, (27 muertos); masacre de El Nilo, Caloto, 1991, (21 muertos); masacre La chinita, Apartadó, 1994, (37 muertos); masacre El Aro, Ituango, 1997, (15 muertos); masacre de Mapiripán, 1997, (49 muertos); masacre de Barrancabermeja, 1998, (32 muertos); masacre de Machuca, Segovia, 1998, (84 muertos); masacre de la Gabarra, –Tibú–, 1999, (43 muertos); masacre del Playón de Orozco, (30 muertos); masacre de El salado, 2000, (más de 200 muertos); masacre de Macayepo, El Carmen de Bolívar, 2000, (66 muertos); masacre de Nueva Venecia, 2000, (39 muertos); masacre de Chengue, –Ovejas–, 2001, (27 muertos); masacre en el Alto de Naya, Cauca, 2001, (40 muertos), masacre de Bojayá, 2002, (19 muertos); masacre de la Gabarra, 2004, (34 muertos); masacre de indígenas Awa, Nariño, 2009, (27 muertos); masacre de Tibú, 2020, (9 víctimas); masacre de Samaniego, 2020, (9 muertos). Relación de masacres, tomada de Wikipedia.

Además, en Colombia, desde el año 2016 hasta 2020, han sido asesinados 1.000 líderes sociales y defensores de Derechos Humanos (Redepaz.org.co). Los abusos sexuales a niños (despreciable infamia) en el curso del año 2020, según informe del Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses de Colombia, se practicaron 6.479 exámenes a los abusados. (Revista Semana, junio de 2020).

Los feminicidios en América Latina en el 2018, (hubo 3.529 mujeres asesinadas), una mujer cada 2 horas, de acuerdo a la Comisión Económica para América Latina, CEPAL. En España el número de víctimas llegó a 75, según Feminicidios. Net.

México, en el año 2019 tuvo un record de 37.315 homicidios. (Forbes.com.mx.).

En Estados Unidos, conforme reporta La Voz de América, permanentemente existen asaltos de locura y muerte, entre ellas, las peores masacres han sido:

Club Orlando, 49 muertos. (Junio de 2016); Escuela Sandy Hook, 26 muertos, (diciembre de 2012); Escuela de Sutherland –Texas –, 25 muertos, (noviembre de 2019); secundaria en Parkland –Florida –17 muertos, (febrero de 2018); fiesta en San Bernardino –California– 14 muertos, (diciembre de 2015); cine en Denver –Colorado– 12 muertos, (junio de 2012); Thusand Oaks, 12 muertos, (noviembre de 2018); Virginia Beach, 12 muertos, (mayo de 2019); sinagoga en Pittsburg, 11 muertos, (octubre de 2018); Escuela de Santa Fe –Texas– 10 muertos, (mayo de 2018).

 

                                                                                     ***

Díganos, después de todo este catálogo de horrores que los seres humanos cometen contra sus semejantes, ¿duda usted de que la humanidad sea zombis? ¿Duda usted de eso, de verdad? Si usted duda de eso, puede que igualmente sea como los infectados en la película “La guerra mundial Z”, protagonizada por Brad Pitt, que solo ven normalidad en lo que es anormal, porque lo que es anormal es de su propia condición –zombi–. Admitirlo, en efecto, es una prueba de sano juicio.

Solamente bajo el umbral de la luz te pondrás a salvo del mordico zombi. Esa realidad acecha en las tinieblas; no obstante, bajo la luz del sol también amenaza.

 

Nota de advertencia

Todos nuestros artículos en el que Dios Padre envíe mensajes a la humanidad a través de sus dos testigos, tendrán esta advertencia, y el costo personal y familiar puede ser muy alto:

Quien no esté en capacidad de ver en el mundo espiritual y de comprobar o no lo que decimos, mejor que permanezca en silencio, reflexione y le deje todo juicio al tiempo, que no haga ningún comentario en contra, no sea que por hacerle pulso al mensaje de Dios sea blanco de su ira. Toda persona que ataque la palabra de Dios en boca de sus dos ungidos, de los dos testigos del apocalipsis, se vincula a que la severidad de la ley divina lo castigue con tragedia y muerte, y con juicio sumario lo hagan descender a las mazmorras del Infierno. De forma idéntica a como cuando la autoridad policial captura a un delincuente, a un infractor de la ley, que los lectores consideren la debida advertencia, que reza: “Todo lo que usted diga podrá ser usado en su contra”. La ley se cumplirá de forma implacable. Ya llegó el momento, en consideración de la jerarquía celestial, que no se puede dejar pasar ningún tipo de faltas, y mucho menos afrentas e insultos al ejercicio de la autoridad de Dios y de sus plenipotenciarios aquí en la Tierra, en este periodo del fin de los tiempos.

Crédito de imagen: The walking dead. Serie de AMC.


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