Confucio fue un hombre que inventó la confusión


Hace exactamente 20 años en Idaho (EEUU), Nathan Zohner, un estudiante de bachillerato de solo 14 años ideó un sencillo plan para poner en evidencia el grado de ignorancia de sus conciudadanos y demostrar lo fácil que resultaba manipular a la gente.

Zohner exponía, sin mentir, los grandes males provenientes del monóxido de dihidrógeno. que este monóxido es un componente importante de la lluvia ácida. Si se espera el debido tiempo, puede disolver casi cualquier cosa con la que establezca contacto (erosión); si se inhala de manera fortuita, puede matarte (por ahogamiento); puede causar daños en líneas eléctricas y motores de automóviles; en estado gaseoso, puede provocar quemaduras graves y, horror, se ha observado en tumores de pacientes con cáncer terminal.

Sin embargo, y a pesar de esas advertencias, la molécula se utiliza como disolvente industrial, en plantas nucleares, en investigación animal, en pesticidas y hasta en la comida.

Por otra parte, encender el televisor en Colombia en los últimos tres lustros implica encontrarse con un programa mañanero estúpido y estupidizante con consejos inútiles acerca de nada; un noticiero con información de Venezuela, Uribe y Santos; una novela de bajo presupuesto; un enlatado de otro país; la ampliación de las noticias; un Reality y luego todo vuelve a comenzar. A partir de ahí, la inmensa mayoría de los telespectadores comienza a darle forma a lo que cree, es su espontánea y autónoma opinión acerca del funcionamiento de los dos mundos en los que existe: el que vive diariamente su propia realidad y aquel que los medios masivos moldean, editan y presentan para su consumo personal.

Es así como diariamente encontramos personas profundamente expertas unicamente en los temas que están de moda. Tenemos al que sabe todo del Giro de Italia pero solo en lo referente a los colombianos, siempre que se trate de Nairo o de Gaviria; al experto en la forma de gobierno estadounidense desde las elecciones de 2016 hacia acá o al erudito en ingeniería y obras civiles, experto en el túnel de Crespo, el posible deslizamiento de la Popa o el derrumbe de un edifico en Blas de Lezo. Inmensos replicantes del criterio ajeno.

Para entender ese fenómeno hay que partir de un concepto sencillo como es el de creer. La gente suele comunicar, compartir, aquello que cree verdadero, real, valido.

Sin embargo, las actuales facilidades en la comunicación ha traído además de los claros beneficios que nos reportan cada día, un mal que se alimenta de la ignorancia, la premura y la falta de criterio; crece exponencialmente y a pasos agigantados cada vez que una sola persona decide compartir lo que otro de manera malintencionada ha decidido crear.

Niños desaparecidos, niñas violadas, adultos victimas de escopolamina, leyes que recortan derechos adquiridos, señalamientos indiscriminados, productos mágicos para mejorar la salud, promociones de grandes multinacionales, ofertas de empleo y otras miles de cadenas de Whatsapp con información falsa circulan cada día por los millones de teléfonos que absorben la vida y la inteligencia de la mayoría que los usa como un fin y no como un medio.

Compartir tiene un componente altruista, generoso, de querer dar a otros una parte o el todo de lo que se tiene para lograr en otros lo que uno mismo ha experimentado. Entendido así resulta comprensible, que no justificado, cuando alguien comparte material sensible, relevante, sin verificar su autenticidad ni contrastar la fuente. No es un asunto de poca monta, el flamante “presidente del mundo libre” Donald Trump comprendió a la perfección que hay teléfonos más inteligentes que sus propietarios e inundo los portales y los servicios de comunicaciones con todo tipo de información falsa que a la postre le ayudaría a lograr la victoria frente a Hillary Clinton. En Colombia, durante los necesarios debates ciudadanos por la refrendación de los acuerdos de paz con las FARC, el Centro Democrático en cabeza de su Gerente por el NO, Juan Carlos Velez, reconoció haber propagado mentiras para influir en los votantes y al igual que Trump, también logró su cometido aprovechando la ignorancia, la premura para compartir y la ayuda de comunicadores nefastos que al margen de su ideología, compartían como borregos todo lo que les llegaba a las manos sin tomarse un instante para confirmar la información, haciendo que Joseph Pulitzer se revuelva en su tumba soñando con volver a la vida solo para patearles la cabeza.

Volviendo a Nathan Zohner, bueno, de las cincuenta personas que atendieron al estudiante, 43 firmaron la petición, seis tuvieron dudas y solo una se negó por estar absolutamente de acuerdo con la existencia de la molécula. Lo que esta buena gente espantada se negaba a introducir en el medio ambiente era la pura y simple agua (H2O, monóxido de dihidrógeno).

Engañar resulta sencillo porque es tremendamente fácil lograr que algo parezca terrorífico incluso cuando estamos hablando solo de algo tan inocuo como el agua.

PS: Nadie necesita que le hagan un congreso de la industria del porno en su ciudad para acceder a él, solo basta un click en la oficina, el edificio del concejo, la alcaldía, la gobernación o desde un pequeño cuarto en una iglesia
Para no olvidar: Mi tío César enseñándome a atar los cordones para ahorrarme interrupciones y búsquedas desesperadas en mis juegos de niño.


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