Un Encuentro Econ Sabios y Parladores: Los loros cartageneros


Encuentros ecologizados con sabios y parladores: loros cartageneros.

1.Loros: Sabios y parladores apreciados desde la antigüedad y las sociedades amerindias.

Considerados como unas de los especímenes con mayores niveles de inteligencia entre, los loros con sus 372 especies, en las zonas tropicales intertropicales y algunas regiones templadas, han demostrado ser más inteligentes que aquellos captores que los transforman de aves silvestres a mascotas amaestradas o en simples mascotas.

Con características parecidas a los guacamayos, a los cuales ya nos referimos en escrito anterior, en el plumaje de nuestros loros típicos, predomina el color verde, aunque existen de otros colores como loros rojos, negros, o loros multicolores también.

Admirados por imitar la voz humana, repetir todo un conjunto de palabras o relacionar vocablos con determinados hechos de la vida cotidiana, los estudios científicos han demostrado que la especie más inteligente de loros es la del loro “yaco” africano, seguido por la del Amazonas, cuyos ejemplares, junto con los del loro andino, son los más comunes entre los que han sido domesticados en nuestro hábitat caribeño.

Es la inteligencia, la posibilidad de imitar la voz humana y la belleza del colorido plumaje y demás factores ya mencionados, lo cual determina que los loros sean una de las aves que más impactos positivos causan en los seres humanos, desde la antigüedad. Wikipedia brinda otra información importante al respecto:

“Los psittaciformes (y por supuesto, los loros) …aparecen en las leyendas, religión, historias, el arte y el cine de los humanos, desde hace miles de años. Hay obras tan antiguas como la fábula de Esopo El Loro y la Gata (aproximadamente 600 a .C), el poema de Ovidio El Loro Muerto o los bestiarios medievales”. (Recopilación gráfica de animales fabulosos de la edad media europea.)

De igual manera, nuestros pueblos amerindios, convirtieron a los loros en deidades y utilizaron su plumaje como adornos personales y de las habitaciones, tal como lo hacen en nuestros días, los amerindios del Amazonas y de otras zonas de Colombia.

Wikipedia continúa y afirma:

“Los loros también han sido considerados sagrados. En la cultura Moche del antiguo Perú se adoraba a estas aves y a menudo se representaban en su arte… Tanto en la prehistoria como en la época moderna las plumas de los psittaciformes se han usado en ceremonias y elementos decorativos, y han sido mascotas desde tiempos inmemoriales”.

“Los loros han sido considerados, también, como símbolos nacionales. En la bandera de Dominica aparece un loro. El loro de San Vicente es el ave nacional de San Vicente y Las Granadinas, una pequeña nación del Caribe”.

De igual forma… “en la actualidad se les dedican libros enteros como Parrot Culture (La Cultura de los Loros) …así mismo, aparecen en muchos medios de comunicación. Hay revistas dedicadas a ellos y sus cuidados como mascotas y a la conservación de las aves. Protagonizan películas de ficción, como Paulie y Río, y algunos documentales”.

2.MIS ENCUENTROS ECOLOGIZADOS CON LOS LOROS.

Pocos han sido mis encuentros ecologizados con los loros. De manera desafortunada, nunca he podido verlos en su estado silvestre, en libertad plena; desde pequeño, hasta hoy,casi siempre los he visto  enjaulados, en hoteles , restaurantes y aviarios; otras veces los he visto andando sueltos en casa, pero cautivos, siendo esta la situación más común y  la que más se vive en gran parte del Caribe, Colombia y el mundo.

Sin embargo, si he tenido momentos ecologizados fascinantes, cuando en una de las torres de la Catedral de Santa Catalina de Alejandría, dos parejas se dedicaban a “lorear” toda una tarde, causando la natural admiración de los transeúntes del centro histórico de Cartagena.

Otro episodio sencillo, pero fascinante también lo viví con una pareja de loros en las palmeras del Parque Simón Bolívar; desde las ramas más altas, las aves soltaban carcajadas, tal vez   festejando su libertad, porque daban la impresión de ser fugitivos de las jaulas donde los tenían encarcelados sus malvados amos.

El tercer momento es más reciente: un insólito loro solitario que llega todos los días del 2021 a comer frutas, a las cinco de la tarde, del “palo de mango” de mis vecinos en el Pie de La Popa.

Hoy, con conocimiento pleno de causa, afirmo que todos los psittaciformes (loros, guacamayos, cacatúas, pericos y cotorras) son seres extraordinarios de la naturaleza que le dan otro sabor a la vida cotidiana, cuando bandadas de cotorras llegan a tus árboles de mango y de guayaba agria, armando una tremenda algarabía que ensordece a quienes somos felices espectadores de la función vespertina, la cual continuará hasta llegar a los manglares, donde han de pernoctar.

Ahora, a los ecologistas nos llama la atención y complace mucho la presencia de varias bandadas con cientos de ejemplares en los cielos y árboles de Cartagena. Todo parece indicar que la presencia masiva de estas aves, desde hace algunos años, se debe a la violencia que azotó a los Montes de María y otras poblaciones de las cercanías de Cartagena; el ruido intenso de los disparos y otros ruidos mortales, terminaron ahuyentando a las cotorras que encontraron en los escasos árboles y los manglares de la ciudad un refugio seguro.

Pero, si de vivencias ecologizadas se trata, leamos sobre momentos mágicos , tal como aquel los de los años 50 y 60, cuando en el Parque del Centenario de La Independencia, o en El Camellón de los Mártires, existía  aquel anónimo personaje que administraba el exótico y ambulante negocio de “la suerte de los periquitos”, en el cual, a cambio  de algunos escasos pesos un periquito, debidamente adiestrado, ante un gesto de su mentor se dirigía al espacio de la jaula que contenía el vaticinio escrito  sobre la suerte inmediata que el destino le deparaba a la persona que consultaba.

Es de creer que “la suerte de los periquitos” existió durante varios años y que fueron cientos de cartageneros quienes consultaron sobre su incierto destino, a las cinematográficas aves.

Pero, en nuestros días, tan incierta como los vaticinios de los periquitos, es la suerte de los psittaciformes, condenados a la extinción por la contaminación, la fragmentación y desaparición de sus hábitats, la caza despiadada de estos y el abominable tráfico de fauna a nivel mundial.

Un nuevo encuentro con estas maravillosas aves implica la implementación de una política pública sobre la recuperación y conservación de estas, acompasada con la educación ambiental y la alianza de los propietarios de aviarios con las autoridades ambientales locales, regionales y nacionales; desde nuestra opción personal, la mejor es la liberación de las aves cautivas, previa preparación y consulta con expertos y ambientalistas.

Con los afectos de siempre,

UBALDO JOSÉ ELLES QUINTANA.


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