El 8 de marzo, día Internacional de la Mujer, fecha para conmemorar.


“Nadie te puede hacer sentir inferior sin tu permiso”
Eleanor Roosevelt

La historia, más allá de la narración pormenorizada de hechos, datos y fechas, nos ha enseñado que las conmemoraciones realizadas por los grupos humanos tienen que trascender la memoria y resarcirla con lujos de detalles cuando son personas las que ofrendaron sus vidas por unos ideales colectivos. Pero ese resarcimiento se da cuando se analizan con criterios bien sustentados los factores sociales que circundaron esos hechos o acontecimientos. Hechos que tal vez dejaron muchas huellas indelebles para la posteridad, haciéndoles saber a todos que las protestas y exigencias ante los desmanes de quienes intentaron degradarles su condición humana, no fueron en balde y alcanzaron sus propósitos. De allí que, el ocho de marzo sea una fecha no para reiterarla como secuencia de tiempo, sino para tenerla presente perennemente en cada una de las mentes, por su importancia en la consecución de igualdades de derechos para la mujer.
Se puede afirmar, con lugar a equivocarme, que todo se inició en el año de 1887, cuando muchas obreras textileras de Nueva York, salieron a las calles a levantar sus voces de protesta contra las formas infrahumana en las cuales laboraban en sus sitios de trabajo. Además, por la búsqueda de alcanzar igualdad de condiciones que las impelía a luchar contra todas las degradaciones y exclusiones a las que estaban sometidas en esa época. Sólo pedían que se humanizaran sus condiciones laborales. Quizá estos principios de luchas son desconocidos por muchas mujeres adultas y jóvenes de estas calendas que solo piensan o creen que el día internacional de la mujer es para celebrar y departir con las parejas en sitios de esparcimiento y no para conmemorar el sacrificio que hicieron ese otro grupo de mujeres en 1907 ó 1908, quienes reclamaban una jornada laboral de diez horas bajo el lema “Pan y Rosas”.
La memoria no puede pasar desapercibida estos trascendentales hechos que contribuyeron -y fueron el inicio- al desarrollo de unas mejores y dignas condiciones para la mujer. Aunque todavía sigue la exclusión y la desigualdad.
Sin embargo, las enérgicas luchas que las mujeres han librado desde tiempos inmemoriales hicieron eco en estos tiempos y se han alcanzado significativos avances y conquistas en la igualdad de algunos derechos. El derecho a la huelga, a pertenecer a un sindicato que las defienda de los grandes depredadores de su trabajo, jornadas laborales menos largas y extenuantes, cualificación vocacional y profesional, entre muchas otras prebendas, hicieron que el mundo pusiera sus ojos en estas exigencias y comenzaran a darle el valor que se merecían las mujeres como seres humanos.
En ese levantamiento contra los patrones y las inequidades existentes “129 trabajadoras murieron quemadas en un incendio en la fábrica Cotton Textile Factory, en Washington Square, Nueva York. Los dueños de la fábrica habían encerrado a las trabajadoras para forzarlas a permanecer en el trabajo y no unirse a la huelga”, se expresa en alguna parte de esta aciaga historia humana, la despiadada y luctuosa forma de combatir las ideas contrarias que han manchado a la humanidad.
Pero, no es sino en la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, en Copenhague en 1910, cuando Clara Zetkin propuso el ocho de marzo como día para la celebración de la Mujer Trabajadora para revindicar el sufragio femenino. Hecho que fue replicado en otros países del mundo, entre ellos Alemania, Suecia, Austria, Finlandia y Argentina. En esa conferencia, además del derecho al voto, se convocó a todos los países para trabajar “en la eliminación de toda forma de explotación y discriminación de la mujer y luchar por la participación plena e igual en el desarrollo social.” Fue la forma de comenzar el ardua camino que conllevó a lo que actualmente se evidencia en la normatividad de los pises; un equilibrio de derechos entre hombres y mujeres.
Entonces, el Día Internacional de la Mujer nace no sólo para hacer propaganda a favor de los derechos laborales de las trabajadoras y manifestación contra la guerra, sino para reiterar la igualdad de derechos que poseen las mujeres en el mundo. Derechos expresados y consagrados en cartas y resoluciones de organismos internacionales.
En Colombia, “nuestra democrática nación”, según la historia, las mujeres antes de mil novecientos treinta y dos (1932) eran consideradas menores de edad, por lo cual no podían manejar sus bienes ni comparecer ante la justicia. Con la ley 28 de ese año, en la presidencia de Enrique Olaya Herrera, las mujeres adquirieron su estatus de ciudadanas, lo cual trajo como consecuencia la adquisición de algunos derechos civiles. Esto último les permitió que pudieran ingresar y estudiar bachillerato y realizar estudios universitarios. Sin embargo, desde lo normativo, las mujeres colombianas, sólo obtuvieron el derecho a elegir y ser elegidas, según el acto legislativo número tres del veintisiete de agosto de mil novecientos cincuenta y cuatro (1954) en el gobierno del general Gustavo Rojas Pinilla.
De lo anterior se desprende que, en este mes de marzo y siempre, será bueno felicitar a las mujeres en general y, especialmente, a las luchadoras quienes, desde sus hogares y familias, constantemente aportan para el desarrollo y progreso del país. Mujeres francas, leales, trabajadoras, forjadoras de cultura y propiciadoras de familias con valores humanos y cristianos que participan cotidianamente en la consolidación de una sociedad mejor.
Mujeres, a través de este espacio, deseo manifestarles que esta fecha no les sea arrebatada por el olvido ni se le desvirtúe su sentido y funcionalidad conmemorativos. Que no pase desapercibida por la humanidad ni tampoco sea asumida como una fecha más para acrecentar los ingresos de hoteles, restaurantes y floristerías que poco a poco las han cosificado en esta sociedad de consumo. Ustedes se merecen todas las atenciones sin que haya una comercialización de la fecha. Ustedes siempre serán el epicentro de los grandes terremotos sociales; las miradas se posarán en ustedes no sólo por sus bellezas y figuras despampanantes y sinuosas, sino por sus contribuciones intelectuales al progreso de la sociedad a través de la historia. Felicidades.

*Docente de Lengua castellana y literatura del Distrito de Cartagena en la Institución Educativa Nuestra Señora del Perpetuo Socorro y de Comunicación Oral y escrita de la Fundación Universitaria Tecnológico Comfenalco.


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