MAESTROS DE COLOMBIA, FELIZ DÍA.


“Sin embargo, frente al saqueo,

 la opresión y el abandono,

nuestra respuesta es la vida.”

 

Gabriel García Márquez

Las frases estaban plasmadas en un viejo cuaderno de bachillerato. Era uno de esos cuadernos donde muchas veces consignamos ideas que pensamos emplear en algún escrito cuando llegase el esperado momento epifánico en cualquier noche calurosa de nuestra costa caribe. Pero no fue así, llegó a mis manos después de haber estado buscando un libro de esas poesías de antes.  De esas que recorren los tiempos idos y nos envuelven con el velo de la Reina Mab. No hallé el libro, pero el cuaderno sí.

La primera frase es del pedagogo alemán Friedrich Adolph Wilhelm Diesterwerg, quizás uno de los portaestandarte de la gran Pedagogía Social establecida en el siglo XIX, en la República Democrática Alemana. Aunque toda pedagogía, como reflexión epistemológica del proceso educativo escolarizado,  es social por antonomasia. Considero que el saber pedagógico es producto reflexionado de una comunidad educativa investigadora que le da trascendencia  y   sentido  a lo que se enseña y se aprende en su escuela. La pedagogía, en su significado más amplio y preciso, permite percibir los procesos que suceden  en los espacios académicos para buscar las mejores alternativas ante las contingencias del mismo.

La frase, en sí,  recoge el sentido de la labor sociocultural de quien se precie de ser maestro: “El mal maestro enseña la verdad, mientras que el verdadero enseña cómo encontrarla”. Cavilé un poco y me dije que venía como anillo al dedo para celebrar, con una reflexión escrita, el día del maestro, el quince de mayo, puesto que reivindicaba la función social y pedagógica que debemos cumplir, no obstante la animadversión que sienten aquellos que no saben el significado de ser maestro.

Tal vez en la labor del maestro haya alguno que otro desubicados o advenedizo que pensó enriquecerse con ella; pero no, está en el lugar equivocado, permitiendo que con sus actitudes no profesionales, el común de la gente generalice cuando de criticar al maestro se trate. Pero la docencia es por convicción y  vocación.

Alguna vez me interrogué: ¿Qué sucedería si no contáramos con los educadores y formadores de la personalidad, el carácter y el pensamiento de los seres humanos a través de actos pedagógicos intencionados hacia  su autonomía y libertad como máximos fines de la educación? No sabría que responder. Quizás nos hallaríamos en una sociedad animalizada hasta los tuétanos.

La otra frase es de  Jonathan Pool, científico norteamericano del siglo XX: “La mayoría de los profesores enseñan hechos, los buenos  enseñan ideas y los grandes y excelentes enseñan a pensar”. Es un pensamiento profundo del verdadero valor sociocultural que tienen todos aquellos que escogieron el magisterio sin pensar en lucrarse. Es decir, quienes van más allá de la instrucción mecanizadora de conductas, mentes y comportamientos. Esos que llevando el peso de la responsabilidad soportan los desdenes de unos gobiernos estúpidos que solo se empecinan en alimentar el odio y la violencia fratricida en un país como Colombia.

Hoy deseo rendirles tributo a los maestros que diferencian entre la formación, la educación, la pedagogía y el currículo;  además, a quienes creen que conocer es más que representar mentalmente la realidad que circunda a los individuos y que aún creen en los niños y jóvenes como ejes centrales de una sociedad mejor. A los que educan y forman teniendo como propósito la búsqueda de la ascensión humana hacia la cúspide de la civilización: el equilibrio entre mente-cuerpo-espíritu. Esculpir al ser humano a través de una intencionalidad ética y estética que no  soslaye la construcción de las subjetividades, y que no priorice el tener sobre el ser. En otras palabras como diría el maestro Bedoya Madrid  “el amor por el saber no se agota en su adquisición o en su transmisión, sino que consiste en última instancia en saber despertar la verdadera dinámica para que se desarrolle completamente en forma autónoma” el aprendiz.

De lo anterior se colige que aunque celebremos con paros y marchas el día del maestro, es necesario realizar un cambio de actitud hacia la educación escolarizada y sus actores para alcanzar lo deseado para las personas, en particular y la sociedad, en general. Necesario es, que todos los actores sociales repiensen verdaderamente lo hecho con nuestros niños y jóvenes en las escuelas e inicien una revolución del pensamiento y el conocimiento, desde la pedagogía, con la intención de progreso y bienestar social del país.

Felicidades a todos los maestros y maestras de Colombia que, a pesar de las adversidades y la descalificación de algún descriteriado, contribuyen en la formación de hombres y mujeres para un presente y un futuro mejor del que hemos vivido hasta ahora.

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Docente de Lengua castellana y literatura del Distrito de Cartagena en la Institución Educativa Nuestra Señora del Perpetuo Socorro y de Comunicación Oral y escrita de la Fundación Universitaria Tecnológico Comfenalco.

 


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