Mensaje de Navidad: La reconciliación es un camino hacia la paz de Colombia


En Colombia existen muchos escépticos del proceso de Paz con la guerrilla de la FARC. Puede que tengan sus razones y merecen ser tenidas en cuenta, puesto que no debería haber unanimidad en este asunto por la diversidad de percepciones e ideologías que conforman la humanidad y por los fracasos anteriores que pueden ser referenciados como punto negativo para el éxito de los acuerdos. En fin, nada se pierde con intentar la consolidación de una paz para nuestro pueblo; hay que ser perseverante y apostarle a la reconciliación. Sin embargo, sería bueno que también se miraran aquellas opiniones y percepciones que creen en la pacificación del país. País que ha sufrido durante muchos años las embestidas de la violencia, la opresión, el saqueo, el abandono, la corrupción, entre muchos otros males. Ya es hora de irnos civilizando y demostrarnos a nosotros que podemos transformar una sociedad enferma por una donde quepamos todos sin exclusiones ni expoliaciones.
No voy a escribir de igualdad ni de división de clases ni de oligarquías, ni proletarios, subyugados, explotados ni de ricos ni pobres. No, nada de eso. Eso queda para otro momento. Estamos en Navidad y voy a hacer un acto de contrición y enviar un mensaje de reconciliación con quienes tengan la oportunidad de leer estas líneas y puedan comprender que la intención es reconocernos como participes directa o indirectamente de este estado de zozobra donde nos hallamos. Despojarnos de odios y egoísmos y mirar que el otro, así esté en desacuerdo conmigo, también tiene sus derechos.
Dicen los especialistas que la reconciliación es el restablecimiento de la concordia o amistad perdida entre dos o más personas que se habían enfrentado y que, gracias a sus propios esfuerzos llegan a un acuerdo para deponer sus desavenencias o contradicciones. Es decir, se humanizaron.
Esa misma acepción se podría interpretar como aquel acercamiento existente entre el padre y el hijo, cuando este último se ha alejado y después de arrepentirse y haber analizado cuáles fueron sus errores, regresa compungido al amparo de su padre, buscando el afecto del ser amado. De esa manera todo cristiano practicante o no regresa a buscar al padre celestial.
Sí, el ser amado, Dios, quien a través de Jesús, su hijo unigénito, nos convoca en estos días de Navidad para que dejemos a un lado la violencia, la discordia, la violencia, el desamor, el desprecio, la envidia, el odio, el orgullo y el egocentrismo, entre otros muchos males que azotan a la sociedad de la época y comencemos una lucha por consolidar una nueva forma de asumir nuestras vidas.
Nuestro padre celestial cada día nos ofrece las herramientas para que cada uno se convierta en portador del amor, la paz, la fraternidad y la tolerancia; sin embargo, nos hemos dejado someter por los desdenes de los tiempos, acomodándonos a la vida fácil y placentera, olvidándonos de nuestra labor terrenal. Hemos sido presa del odio y la intolerancia. No reconocemos nuestros errores; achacamos todos nuestros fracasos a los otros.
Creo que la reconciliación debe comenzar desde cada uno de los corazones que leen este documento para alcanzar lo que deseamos para esta sociedad. De nada vale que llenemos de gracia y de gozo instantáneos en esta Navidad, cuando a los pocos días, olvidamos los principios elementales de la civilización: el amor, la paz y el perdón, y nos convertimos en personas lesivas para la sociedad, ayudando a acrecentar los males terrenales.
Juan, en el evangelio, manifestó "A quien perdonéis los pecados, éstos le quedan perdonados". Pues, Jesús enseñó a perdonar a sus Apóstoles. Así como Dios le dio todo a Jesús, así también éste comunicó a la Iglesia, ese poder perdonador que de Él emanaba para regenerar a los hombres. Entonces, reconciliarse es amigarse, volver a acordar, unirse o perdonar. El espíritu de la reconciliación, está íntimamente ligado al espíritu de la Navidad y de las fiestas de fin de año en general. Por eso “reconciliarnos con nosotros mismos es el paso esencial e inevitable para aceptarnos como somos y crecer a partir de apoyarnos en nuestras fortalezas, para superar nuestras falencias.” Es necesario vivificarnos cada día que pasa a través de la reconciliación con nuestros allegados, familiares y amigos. Que la paz y la reconciliación alumbren vuestros seres y os hagan fuerte cada día que pase para que vuestros corazones sientan el placer de la existencia. ¡Feliz Navidad y Próspero años 2013!

.* Docente del Distrito de Cartagena de Indias en la Institución Educativa Nuestra Señora del Perpetuo Socorro y de Comunicación Oral y escrita en la Fundación Universitaria Tecnológico Comfenalco.


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