DANIEL SAMPER: A LA PRÓXIMA DI QUE NO


El pasado viernes 31 de enero, el aclamado escritor cubano, Leonardo Padura, se presentó en el centro de convenciones de esta ciudad para hablar de la música salsa. Lo acompañó, el también reconocido periodista bogotano, Daniel Samper Pizano. Estuvo bien, con todo y algunos errores de manejo del tema, estuvo bien. Sin embargo, desde aquí, le pido a Samper que a la próxima diga que no.

 

Es que tampoco un perfil público como el tuyo, Daniel, está para que se bañe en todos los chorritos. Di que no. Que mejor hable un negro o un mulato de Cartagena, o del Caribe. O, mejor aún, que acompañe a Padura una negra, una mulata de las nuestras que habla recio, que la tira plena y tiene el conocimiento práctico de lo que significa llevar la música en la sangre. Esto último, no se trata de ningún cliché.  Es que es así, porque, como lo dijo el mismo Padura, toda esta sabrosura salió de una cicatriz bien honda que no se cura y tiene que ver con el pasado colonial y esclavista del Caribe, donde se terminó de consolidar el capitalismo mundial. En otras palabras África renace con nosotros todos los días, aquí en el Caribe.

 

Es que, mi reclamo va porque tú no tienes el swing, el meque, ni la sabrosura para hablar con Padura, quien, a momentos, se me antojó como uno de mis tíos hablando de música en el patio de la casa de mi abuela en el barrio de La Quinta. Seguramente el evento fue bueno para el público que abarrotó el auditorio principal del recinto, pero, es que los locales éramos muy pocos. Casi todos los negros presentes estaban haciendo algún oficio, cargando algún cable, cuidando alguna puerta. Señalo esto porque, de veras, sentí una vez más, que Cartagena no es de los cartageneros. Somos el escenario, el cascarón.

 

Imaginé en la poltrona junto al habanero a cartageneros tan brillantes como el historiador Alfonso Múnera, al premio nacional de poesía Rómulo Bustos, al  historiador y columnista Javier Ortiz Cassiani. Me regodeé imaginando junto a Padura a un conversador tan excelso como Enrique “Kike” Muñoz, el sabio del barrio Canapote. O, también, a uno de los mejores cronistas que tenemos en la actualidad: Rubén Darío Álvarez, autor del libro: “La fuga del esplendor” sobre la historia del sonido cartagenero de los años ochenta. Gente, te lo repito, Daniel, con un aguaje, con una negrura, con una cañaña que conecta con la sensibilidad de La Habana. No puedo dejar de mencionar a Carlos Díaz Redondo, conocedor y conversador exquisito sobre los secretos más íntimos del género y su industria.

 

Llegó un momento en que imaginé, allí junto al escritor, a Dayana Torres Pedroza, la joven cartagenera dueña del establecimiento “Vueltabajero”. Dirán que ella no es estudiosa formal de la salsa, pues, en este caso, no importa. Como dije arriba Dayana lleva la salsa en la sangre y te apuesto Daniel, que ella sabe más del asunto que tú y que tantos hombres que se creen dueños de la música. Por algo Padura le dedicó un buen momento a Celia Cruz.

 

No le digo nada a los organizadores del Hay Festival por semejante despropósito de ponerte a hablar de salsa con cualquier invitado, porque, ellos tendrán sus criterios de curaduría tan externos, tan distantes a nosotros. Pero tú. Creo que los podías filtrar, ponerte en lugar de nosotros. Decirles que no. ¡Coño, a la próxima diles que no!


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