Enigma


Al parecer, la amenaza más cargada de incertidumbre que tiene la humanidad  consiste en el poder autonómico de la inteligencia artificial, por encima de la misma amenaza nuclear. Existe la posibilidad de que algún día, en verdad, exista La Matrix, cual película, donde Neo y Orfeo luchan contra el poder omnisciente de una máquina, de un cerebro electrónico capaz de convertirse en el todo y en la nada.

 

El desarrollo de la inteligencia artificial, tuvo un impulso fundamental promediando la Segunda Guerra Mundial en los años cuarenta. Hitler comandaba tropas invencibles por toda Europa en virtud de su inteligencia militar, capaz de anticipar cualquier movimiento del enemigo, hiciera lo que hiciera. Al parecer, todo se debía a Enigma: un sofisticado computador para la época. Enigma era capaz de encodificar y  decodificar los mensajes que articulaban a la perfección todos los movimientos estratégicos de las tropas nazis. Así mismo, Enigma era capaz de intervenir los mensajes de los enemigos y confundir sus estrategias.

 

De ahí que el gobierno británico inició un programa secreto que consistió en la formación de un equipo interdisciplinario con los profesores y científicos más brillantes de entonces. Entre ellos estaba Alan Turing. El profesor Turing se considera el padre de la computación moderna. Se dice que el logotipo de la manzana mordida de los computadores Mac de Apple, son un homenaje a su memoria. Resulta que Turing fue condenado a la castración química por el delito de ser homosexual, condición prohibida en Inglaterra desde fines del siglo XIX hasta 1967. Hasta entonces fueron condenadas 19 mil personas, ya fuera a la mencionada castración o cumplir con dos años de cárcel.

 

De acuerdo con la película Enigma (2014) dirigida por el inglés Morten Tyldum, el profesor Turing escogió el primer tipo de condena para estar junto a su máquina, a la que bautizó como Christopher, en memoria de un amor adolescente en la escuela y que murió a muy corta edad. Enigma: El Juego de la Imitación, es una película que suscita muchas lecturas acerca de los misterios del devenir humano y su destino. Se dice, por ejemplo, que romper el mecanismo de Enigma recortó la terrible guerra en dos años. Sin embargo, ocultar a Christopher de los nazis supuso sacrificar cientos de miles de vidas humanas en todos los bandos, mientras operaban las tácticas para dislocar la comunicación entre las tropas hitlerianas. El secreto de Christopher estuvo guardado por el gobierno Inglés durante cincuenta años.

 

No obstante sus logros, Turing nunca fue visto como héroe nacional, hasta que recibió el perdón real póstumo por parte de las cabezas coronadas de Inglaterra. Tanto el homenaje de la manzana mordida, como la película misma son actos de reivindicación a un verdadero genio de la matemática. Por otra parte, el relato de Turing, su máquina y la guerra, hacen pensar en que vivimos una etapa de consecuencias y repercusiones de la batalla entre Enigma nazi y Christopher aliado. Hoy por hoy el más sencillo celular tiene más capacidad tecnológica que el computador de a bordo de Apolo 11, el cohete que llevó al primer hombre a la luna.

 

Consecuencias y repercusiones que se manifiestan en la capacidad –teóricamente infinita- de aprendizaje de las máquinas. En el año 2013, la película de ciencia ficción inminente, Her, cuenta la historia de un hombre que se enamora del  sistema operativo de su celular. En una imagen memorable, se ofrece al espectador un plano abierto en una calle donde todas y todas caminan portando manos libres y hablando en solitario. Quizás hablando todos con la misma máquina. Una imagen cada vez más recurrente en la vida urbana y cotidiana de las gentes.

 

Las máquinas de inteligencia artificial, son capaces de proyectar modelos situacionales con miras a ofrecer la mejor decisión. Se trata de un recurso vital en los mercados financieros del globo, por ejemplo. Literalmente los cálculos son más fríos que nunca, en razón de referentes muy enquistados en la jerigonza tecnócrata de la eficiencia, la calidad, la excelencia. De manera tal que la relación entre economía e inteligencia artificial apuntan a perpetuar el sistema – mundo en virtud de la explotación, la jerarquización y la desigualdad. Es decir, máquinas capaces de terminarnos de atornillar en  la resignación y en la esclavitud.

 

Tanto amó Alan a Christopher que jamás se resignó a perderlo. Quiso conservar activa su memoria, cual ser viviente, a través de una máquina. El año 2014 fue el más caliente sobre la tierra y quizás este año supere tales niveles de temperatura. Así como vamos, el hábitat que favorece la vida en el planeta se puede alterar en términos del cataclismo, a tal punto, que una forma de conservar la inteligencia humana sea través de estas máquinas. Pero, al mismo tiempo, el poder de la inteligencia artificial tiende hacia la totalización. Una amenaza que se vislumbra más peligrosa que los efectos de la era nuclear.

 

 


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