Hay qué leer


Para mi leer en el Colegio era algo así como un drama. Doña Bárbara, María y El Moro, me parecieron una triada insoportable. En la adolescencia, cuando lo último que uno quiere hacer es caso, lo obligan a leer sendas obras de la literatura, que uno a duras penas entiende en toda su complejidad.

Debo confesar que detestaba leer. Que cada vez que anunciaban examen de la lectura me salía una úlcera.

Debo confesar que hasta que salí del Colegio y me vine para Bogotá, leer no hacía parte de mis hobbies.

La universidad cambió mi perspectiva. Ya superada la temible adolescencia, comencé a leer por gusto. Y vaya sorpresas que me encontré. Exploré muchas cosas, adicionales a las académicas, que me llevaron a una serie de mundos inesperados, a enamorarme una y otra vez de las historias.

Años más tarde, pasé de la lectura a la escritura y es en ese momento en el que descubrí otra forma de leer que va más allá de los libros: "los blogs". Creé el mio propio, y me aventuré a conocer muchos otros. Algunos me atraparon y otros no.

El primero que conocí fue MilParaSiempres http://www.milparasiempres.com que es el único que en su momento se arriesgó a hacer una novela por partes.

Sobre esa historia puedo decir:

“Si no recuerdas la más ligera locura en que el amor te hizo caer, no has amado.”

William Shakespeare

Dijo Julieta antes de suicidarse “¿Qué es esto? ¿Es una copa en la mano que tiene mi amor muy prieta? ¡Es veneno lo que causó su prematura muerte! ¡Ingrato! ¿Has apurado todo el néctar y no has dejado ni una sola gota para que yo pudiera acompañarte? Voy a besar tus labios; quizás en ellos quedan restos aún de la ponzoña para poder morir reconfortada”.

Desde que en el colegio nos ponen a leer literatura, más allá de Disney, son muy pocas las historias de amor que tienen un final feliz. La tragedia nos marca el recorrido histórico de los grandes amores. Paris y Helena de Troya; Ulises y Penélope; Marco Antonio y Cleopatra; Calisto y Melibea y Romeo y Julieta. Pero a pesar de esos finales que nos arrancan lágrimas y nos producen un inmenso dolor por la perfección perdida, nos han enseñado que si es amor, duele.

Tiene que doler.

El amor no se entiende, no se explica, no se piensa. El amor se siente. Sin motivos ni porqués. Y los grandes escritores entienden eso. Escriben para que los mortales lectores soñemos, nos transportemos, lloremos, riamos, nos sintamos identificados o deseemos, así sea por un corto momento tener aquello que narran sus palabras. Pero al mismo tiempo nos general envidia, rabia, ira, frustración. Nos volvemos bipolares cuando las leemos.

Y “Mil ParaSiempres” no escapa a eso. Al recorrer sus líneas, nos volvemos parte de ellas. Queremos avanzar rápido. Saber en qué va a terminar. Nos emocionamos con sus protagonistas, suspiramos.

Pero va más allá.

Yo en lo personal me enamoré. O mejor, esta historia me enseñó que el amor es simple. Que no hay que pensarlo. Que todo se basa en lo que sentimos, que todo crece con cada detalle, que la incondicionalidad es lo que vale. Vivir por otro, ese otro perfecto, esa persona justa. Sin analizar las posibilidades de fracaso, sin ver los hoyos negros. Y, como con Romeo y Julieta, recordé que sí es posible querer morir de amor, por amor o a causa de él.

Es una real historia de amor. Nos invita a lanzarnos al vacío, a sentir sin límites… a creer. De eso se trata “Mil ParaSiempres”, de ayudarnos a recordar que hemos amado.

***

Si son de los que creen que leer es aburrido, o que no son fanáticos de los libros, inténtenlo. ¿Qué tal les quede gustando?

MilParaSiempres Capítulo I http://www.milparasiempres.com/2009/10/te-conoci-parte-i.html


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