La resiliencia en los gobernantes


Hay que saber actuar en estos tiempos de pandemia por el coronavirus. Y una de las teorías que recomiendan los tratados de sicología es la resiliencia. El concepto de la resiliencia plantea interrogantes sobre el temperamento, la personalidad   y los recursos de las personas para sobreponerse a la adversidad. Esa adversidad está presente, que terminará cambiando las costumbres económicas, sociales, políticas, ambientales y   religiosas. De eso no hay ninguna duda.

Una sola golondrina no hace verano, reza el adagio popular. Jesucristo necesitó la ayuda de 12 apósteles para que su obra fuera conocida en todo el mundo, hasta nuestros días. Nadie hoy en día puede solo hacer las cosas y menos dárselas de sabedor de todo y de todas.  Pensar así o creerse, es mearse fuera del tiesto, otro adagio. Es vivir una vida fantasiosa, siendo muy delicado cuando ostentan el cargo de gobernante de un ente territorial. Desde el presidente, pasando por alcaldes y gobernadores hasta un presidente de Junta de Acción Comunal en la vereda más apartada de Colombia, deberían estar dispuesto a aplicar la resiliencia,

No es un juego de niños. Es la utilización de toda una caja de herramientas para salir adelante ante un enemigo que nos tiene a todos perturbados, a punto de enloquecernos y sin encontrar una salida rápida de tantos contagios y martes. El presidente Duque ha dado muestras de aplicar la resiliencia.  Pero se observa que muchos mandatarios locales y regionales, asumen criterios personalistas, de desconfianza con todo el mundo, y terminan cometiendo errores en estos momentos que se necesita ser asertivo.

Es de conocimiento público, que se han robado al distrito de Cartagena varias veces, que sus finanzas no pasan por el mejor momento, que un ex alcalde no le ha dicho a la ciudad en que se  gastó 250 mil millones para arreglar algunas Instituciones Educativas y los Centros de Atención Primaria CAP en salud, que dentro de la alcaldía existen unas mafias de poder, etc., etc., para todo eso están los entes control, y mientras, la ciudad sigue su camino al andar, esperando que el timonel que la dirige la lleve a buen puerto., así funciona la administración pública.

Y por supuesto, los ciudadanos, las familias no pueden ser ajenas a la resiliencia. Proveerlas de recursos para hacer acciones de autogestión, de reinventar cosas, son estrategias adecuadas en tiempos del covid-19. No sólo ayudas alimentarias y subsidio en dinero, sino otros factores que les permitan disminuir los riesgos económicos y sociales. Es como enseñar a crecer en la adversidad, sacar toda la creatividad y ponerla al servicio de la sociedad. Necesitamos gobiernos resilientes, gobernantes motivados y flexibles, no gobiernos pusilánimes que pretendan resolverlo todo de una sola vez.


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