Primero se llamaba Caimán, pero en cuando construyeron el estadio de Béisbol 11 de Noviembre, se decidió que el sector llevara el nombre de ese recinto deportivo.
Tiene más de 70 años de existencia y es uno de los sectores del gran barrio Olaya Herrera. Pertenece a la Localidad 2. Está clasificado entre los estratos 1 y 2. Se compone de unos 700 predios y 3.500 habitantes, aproximadamente.
Tiene como vecinos a la Unidad Deportiva Fidel Mendoza Carrasquilla, el Caño Ricaurte y la Ciénaga de la Virgen. Y está, como casi todos los sectores de Olaya Herrera, atravesado por la avenida Pedro Romero.
De acuerdo con Sonia Mena Palacio, la presidenta de la Junta de Acción Comunal, el sector está agobiado por dos canales de aguas pluviales: el de la carrera 54 y el Caño Ricaurte, los cuales llevan tres años sin recibir limpieza de parte del Distrito.
Aparte de la acumulación de basuras, el canal de la carrera 54 tiene casi todas las plaquetas quebradas, lo que ha producido accidentes entre niños y personas de la tercera edad, pero también dejan escapar los malos olores, a la vez que la acumulación de sedimento y y desechos sólidos provocan desbordamientos siempre que cae un aguacero.
“Desde hace tres años --cuentan los líderes--, estamos luchando con la Secretaría de Infraesctructura del Distrito para que limpien esos canales, pero siempre nos dicen que los van a incluir en las jornadas de limpieza que ellos programan y todavía estamos esperando”.
Pero los canales no son el único afeamiento que padece el barrio. También están los callejones sin pavimentar, o pavimentados a medias, entre los cuales los residentes mencionan especialmente la carrera 55, que es la vía principal del barrio, y a la cual se le aplicó la pavimentación, pero la obra aún no ha sido entregada a la comunidad.
La misma vía se cruza con la calle 34, o calle San Pancracio, la cual lleva muchos años esperando pavimento, con todo y que por su longitud podría ser una eficaz vía de descongestión vehicular.
Junto con las calles en mal estado y las demoras para limpiar los canales, corre paralelo el crecimiento de la inseguridad, que tiene su mayor efervescencia los fines de semana, cuando se organizan bailes clandestinos en los que se forman riñas y se perpetran atracos, cuyas víctimas son, en su mayoría, transeúntes que no están participando de esas fiestas.
“Necesitamos más presencia policial e instalación de cámaras”, dicen los trabajadores cívicos, para quienes ya resulta insuficiente el CAI del sector
La Arrocera, debido a que el arribo de venezolanos y de interioranos desplazados por el conflicto armado, también ha robustecido la inseguridad.
“Debido eso --señalan--, las personas que estaban acostumbradas a salir de sus casas a las cuatro de la madrugada, con destino a su trabajo, tienen que esperar que salga el sol para que no las atraquen. Aunque también se dan atracos a plena luz del día”.
En cuanto a servicios públicos, los usuarios se quejan principalmente de la energía eléctrica, dado que algunos subsectores tenían medidores colectivos, pero después que los normalizaron a cada familia les instalaron medidores individuales, de manera que ahora reciben dos facturas: una por el medidor colectivo y otra por el medidor individual.
“Naturalmente --agrega--, no podemos pagar. Por eso hemos insistido ante Electricaribe para que se unifique el servicio”.
Como si fuera poco, en las viviendas cercanas a la Ciénaga de La Virgen no hay redes de alcantarillado, ni de agua potable, ni de gas natural.
“Las empresas Aguas de Cartagena y Surtigás vinieron por aquí, hicieron un censo y hasta ahí llegó su gestión. La gente sigue comprando agua por galones, cilindros para cocinar y pozas sépticas para las aguas servidas”.
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