¿Cómo has pasado la cuarentena?- le pregunto a Matías, un niño de 6 años
- Un poquito mal porque no me han dejado salir a la calle – me dice mientras mira de reojo a su mamá, Luisa Pérez.
Mantenerse encerrados es sin duda la mejor opción para no contagiarse con el coronavirus y eso lo tiene claro Luisa, una joven cabeza de hogar de 26 años. “Nosotros sabemos que lo mejor es no salir de casa, sobre todo por mi abuela y mi niño, me da miedo que les pase algo”, expresa con angustia la mujer y con justa razón, su abuela de 92 años y su hijo de seis, quien desde los 5 días de nacido sufre de convulsiones a causa de una meningitis, hacen parte de la población vulnerable al COVID-19.
Ella sabe que salir representa un riesgo para ellos, sin embargo, el miedo a contraer la enfermedad a veces es igual o incluso menor al de no tener con qué alimentar a su familia. La crisis que ha generado la pandemia del coronavirus tiene en aprietos a millones de personas especialmente a familias como la de ella en donde los recursos son escasos.
(Lea aquí: Colombia Cuida a Colombia, un llamado a la solidaridad)
Su historia parece haber estado marcada por la tragedia, recién nacido Matías o Mati como le dice ella de cariño, casi muere en su pecho mientras le daba de comer, dos meses después de estar internado en UCI finalmente reaccionó, años después murió el papá del niño, y en 2017 murió su hijo menor, quien de hecho nació con un problema cardíaco, aun así ha sabido ponerle su mejor cara a la vida.
En compañía de su abuela, María del Carmen Acosta, Matías y su hermana Cindy Pérez de 21 años, viven en una casa de tablas que la abuela levantó poco a poco hace más de 30 años, en el sector Foco Rojo del barrio Olaya Herrera, una de las zonas más vulnerables de Cartagena. Tienen agua potable, luz y el internet que les presta la vecina, pero el espacio de su hogar es tan reducido que bastaría un simple estornudo para que todos terminaran contagiados.
No tienen piso enchapado porque la plata no dio para eso, tampoco hay alcantarillado porque “hasta allá eso no llega”, sus deposiciones deben hacerlas en bolsas plásticas en un baño rudimentario el cual no han podido arreglar pero eso no ha sido impedimento para mantener todo limpio, lavarse las manos y usar tapabocas.
Incluso Matías se atrevió a hacer una especie de “tutorial” sobre qué es el coronavirus y cuáles son las precauciones que deben tomar para no terminar enfermos.
Ellos no pertenecen al grupo de asalariados que por estos días pueden hacer teletrabajo y reciben a fin de mes su salario, sino al sector informal, que vive del día a día. Aunque ninguna de las tres mujeres de la casa tiene un trabajo o ingreso estable, antes de la cuarentena hacían sus rebusque, Luisa estuvo trabajando un tiempo en un hotel y Cindy trabajaba de vez en cuando en casas de familia, sin embargo, ahora solo pueden esperar la ayuda de sus familiares o de alguien más para conseguir el sustento de todos en casa.
Para su fortuna, gracias a la solidaridad de los colombianos, desde que comenzó la cuarentena en su mesa no les ha faltado el alimento, a través de la fundación Granitos de Paz, que hace parte de la iniciativa Colombia Cuida a Colombia, cada jueves llega un mercado a su familia.
“Gracias a Dios por medio de la abuela nos dan la ayuda, ella hace parte del programa de adulto mayor de la Fundación Granitos de Paz y ellos nos dan la ayuda semanal, eso es un gran alivio, porque de lo contrario la estuviéramos pasando más maluco”.
Y es que así como la familia de Luisa, en Colombia 1 de cada 4 personas vive en situación de pobreza y son las más afectadas por las medidas con las que se enfrenta el COVID-19. Son miles de familias cartageneras y de Colombia las que necesitan una mano amiga en medio de esta adversidad, y precisamente por eso nació Colombia Cuida a Colombia un movimiento que hoy cuenta con más de 300 organizaciones sociales y empresas que se han unido para mitigar el impacto negativo del nuevo coronavirus en las poblaciones más vulnerables del país.
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