Cartagena


Brigada de salud de la Cardioinfantil y Tiéndele la Mano a un Niño

LIBIA PAOLA DOMÍNGUEZ GÓMEZ

08 de septiembre de 2018 12:00 AM

Marisela Montes es una madre que viajó desde Mompox hasta Cartagena con su hijo Marlon Caro, a quien a los 6 años le descubrieron una cardiopatía: tenía un soplo en el corazón. Pero se le apareció un ángel, como ella misma lo llama.

“Gracias al doctor Julián Rocca, quien nos orientó para llegar a la fundación a través del periódico El Universal. Gracias a este apoyo, a Marlon a los 9 años le hicieron una valvuloplastia con balón, después del procedimiento Marlon evolucionó muy bien”, relata la madre.

Pero no imaginaron lo que vivirían 9 años después, “el 26 de noviembre del año pasado, Marlon tuvo una recaída. Pensé que mi hijo se me moría, el tórax se le creció”, dice triste Marisela.

Se comunicó con el doctor Rocca, quien pidió el traslado a Cartagena, al examinarlo le dijo que debía viajar a Bogotá porque tenía una válvula rota.

“Gracias a Dios y a la fundación, hoy Marlon está con vida y gozando de salud, no sé cómo agradecerles porque lo que viví con Marlon fue bastante pesado y una experiencia dura. El apoyo en Bogotá de la Cardioinfantil no tiene comparación”, dice Marisela.

Fallaron una vez
Ellos asistían juiciosos a la brigada que cada año hace la Fundación Cardioinfantil en alianza con la Fundación Tiéndele la Mano a un Niño, que apoya El Universal.

Pero Marisela sostiene que faltaron al control una sola vez y que Marlon tuvo la recaída. Por eso no dudaron en salir a las 10 de la noche de Mompox el jueves y llegar a Cartagena a las 3:30 de la madrugada del viernes, amanecieron en la Terminal y luego se dirigieron a la Fundación Juan Felipe Gómez para cumplir esa cita anual.

“El año pasado, el 29 de noviembre, nos llevaron a la Cardioinfantil en Bogotá y allá me operaron a Marlon. Acá estamos, para dar testimonio de vida”, dice con una sonrisa en su rostro Marisela.

“Ha sido una experiencia bonita, gracias al grupo de la fundación tengo otra oportunidad de vida y siempre estaré agradecido con cada uno de ellos”, sostiene Marlon.

El joven no había podido ingresar a estudiar porque Marisela es madre cabeza de hogar y no tiene los suficientes recursos. Él alcanzó a ingresar a la universidad en Pamplona, hizo primer semestre de ingeniería química, pero tuvo que suspender los estudios.

“Le pido a Dios que me ayude para que Marlon pueda estudiar, que es lo que más queremos ahorita. Que con esfuerzo y sacrificio, él va para adelante. Dios le ha dado otra oportunidad, porque tiene su nueva válvula y le toca adaptarse a ella”, dice Marisela.

Toca el acordeón
Marlon es un amante del acordeón, cuando estaba en Bogotá había un concierto de Fonseca y la Fundación Cardioinfantil lo llevó.

“Fonseca me conoció y me regaló un acordeón. Mi pasatiempo es tocar el acordeón, él supo de mi historia. Voy bien con el acordeón pero a veces me toca suspender las clases porque no tengo el dinero, pero con la tecnología y el celular me voy ayudando. Desde pequeño me ha gustado el acordeón y por eso me hicieron el regalo. Mi sueño es tocar, el vallenato me encanta”, dice feliz Marlon.

“No se rindan, siempre hay una segunda oportunidad y aquí estoy como prueba de eso. Veo muchachos con una vida por delante, sanos y metidos en el vicio y yo que quisiera jugar fútbol y otras cosas y no puedo por mi salud. Ahora tengo una nueva vida y hay que seguir adelante. Estaré agradecido con la fundación, con los donantes”, finaliza Marlon.

Regale una Vida
El programa Regale una Vida funciona aquí en Cartagena desde hace 22 años con la Fundación Cardioinfantil en alianza con Tiéndele la Mano a un Niño.
El niño es previamente inscrito si los papás sospechan que tiene problemas con el corazón o ha estado sometido a cirugía o cateterismo.

“Si el niño se pone morado, se cansa fácil, si se desmaya con el ejercicio, debe ser inscrito uno o dos meses antes de la campaña. Cuando llegan acá son evaluados por el grupo de pediatría y mira si se necesita un electrocardiograma o ecocardiograma”, dice la doctora Claudia Stapper Ortega, cardióloga pediatra de la Cardioinfantil.

Si hay antecedentes de procedimientos se le hace control cada año mínimo para saber el resultado a largo plazo de la cirugía y ver si hay otros defectos asociados que necesiten cirugía. Si vienen por primera vez se le hacen los exámenes correspondientes para saber qué tipo de problema presenta y si necesita corrección por cirugía o cateterismo.

Entonces se llevan a Bogotá gracias a algunos aliados, van a la institución a Bogotá, se les hacen los respectivos exámenes, si se operan permanecen más o menos 2 semanas en recuperación. Ya restablecidos regresan a Cartagena para los controles, ajustar medicamentos o suspenderlos si ya no los necesitan. Generalmente en los 2 días de brigada se atienden entre 250 o 300 niños.

En el 2017 se atendieron 205 niños y de ellos, 15 fueron operados.

“Ya acá tenemos pacientes que vinieron hace 22 años y son adultos y muchos nos ayudan como voluntarios durante la campaña y conocemos a sus hijos y es gratificante verlos hacer realidad su proyecto de vida sin problemas”, sostiene la cardióloga.

"Yo tuve mi primer hijo y al mes y medio de nacido lo desahuciaron, un médico me dijo que estaría solo un año vivo, conocí la fundación y a los 10 meses de edad lo operaron pero estuvo 1 mes y 14 días en coma, pero mi fe estaba intacta. Hoy mi hijo tiene 13 años y todos los años venimos a la brigada. Ha sido un gran apoyo”, relata Betty Coronado Álvarez, madre de un paciente en observación.

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