Cartagena


Cartagena, segunda ciudad más inequitativa en empleo

El 13 de noviembre fueron reveladas por el Dane las cifras de desempleo del tercer trimestre de 2019, discriminadas por género. Las mujeres siguen estando en desventaja en comparación con los hombres.

JULIE GONZÁLEZ ORTEGA

25 de noviembre de 2019 10:00 AM

El pasado trimestre, correspondiente a los meses de julio, agosto y septiembre, Cartagena se posicionó nuevamente como la ciudad con menor índice de desempleo en el país, presentando un panorama aparentemente alentador en el que cada vez más personas están encontrado un lugar en el mercado del trabajo.

Sin embargo, detrás de los 6,5 puntos porcentuales que resumen la tasa de desempleo en Cartagena, se esconden altas cifras de informalidad que revelan que el 53,3% de los cartageneros ocupados viven del ‘rebusque’, en trabajos que a largo plazo no les garantizan unos ingresos estables.

Si bien la situación general es crítica, lo cierto es que estas cifras golpean más que todo a las mujeres, en las cuales tan solo 46 de cada 100 en edad laboral, hacen parte de las dinámicas de trabajo en la ciudad, a diferencia de los hombres, donde la cifra es de 66 de cada 100.

Según Dewin Pérez, director del Observatorio del Mercado Laboral de Cartagena y quien ahora también hace parte de la comisión de empalme del alcalde electo William Dau, en la mesa de hacienda, manifestó que esta diferencia está marcada por “barreras que históricamente han tenido que enfrentar las mujeres”.

“Esta brecha de 20 puntos porcentuales en la participación laboral de hombres y mujeres, se explica por barreras como la inequidad en el reparto de roles y responsabilidades al interior de los hogares y que están relacionados con los oficios y actividades de cuidado, los estereotipos que están relacionados con la concepción errónea de que las mujeres están hechas para la casa y los hombres para el trabajo, la cultura patriarcal o el denominado machismo, el acoso sexual, la segregación y la falta de una infraestructura pública de apoyo”, mencionó.

Tal situación ubicaría a Cartagena en el vergonzoso lugar de ser la segunda ciudad más inequitativa de Colombia en cuanto a oportunidades laborales para hombres y mujeres, tan sólo por detrás de Pereira, donde la brecha de ocupación resulta ser mayor.

En total, en Cartagena el Dane identificó 198 mil mujeres que harían parte del mercado del trabajo en la ciudad, de las cuales 180 mil tendrían un empleo remunerado, de las que el 60% (108 mil mujeres) estarían en la informalidad. Es decir, en precarias condiciones laborales que las sitúan en una posición vulnerable en torno al futuro. Cabe resaltar que la cifra de informalidad en mujeres también resulta ser tres puntos porcentuales superior a la de los hombres.

De acuerdo con Pérez, esto también puede explicarse por el lado de que la informalidad les permite a las mujeres trabajar y generar ingresos para el hogar, al tiempo que les proporciona tiempo para atender actividades domésticas, esto de acuerdo a los estereotipos y barreras sociales que les toca enfrentar.

“La anterior explicación también estaría relacionada con las características estructurales de la economía local, del aparato productivo, el tejido empresarial, el sistema educativo y la limitada acumulación de capital humano, que excluyen a las mujeres de mejores posibilidades en el mercado laboral”, asegura el director del Observatorio.

Por otra parte, son cera de 18 mil mujeres las que se encuentran buscando trabajo, que en opinión de Pérez tienen otras limitaciones para poder acceder a vacantes laborales, tales como la descripción sexista de algunos puestos, entrevistas y procesos de selección mediados por estereotipos de género; aplicación de exámenes de gravidez, que a pesar de estar prohibidos por la ley se siguen aplicando en el algunas organizaciones; acoso sexual y psicológico en el entorno laboral, una cultura empresarial que castiga la maternidad, entre otras.

A su vez, el Observatorio de Mercado Laboral encontró que la situación empeora en aquellas mujeres de bajos recursos, escaso nivel educativo, víctimas del conflicto y raza afro, quienes presentan las tasas más bajas de ocupación.

Insatisfacción

Por otro lado, la tasa de subempleo subjetivo, que corresponde al porcentaje de trabajadores que se sienten insatisfechos con su empleo actual, se situó en un 21% para los hombres y un 22,7% para las mujeres, cinco puntos porcentuales más que en el trimestre anterior.

Esto indica que unas 45 mil mujeres que aparecen ocupadas se sienten insatisfechas con sus trabajos, ya sea por precariedad de los ingresos, número de horas trabajadas a la semana o por desempeñar una actividad que no corresponde a sus estudios o competencias, lo que evidencia un crecimiento en el deterioro de las condiciones laborales para las mujeres en la ciudad.

A su vez, el subempleo objetivo, representado en aquellos trabajadores que además de estar insatisfechos han hecho esfuerzos por encontrar un mejor empleo, corresponde a un 5,8% para hombres y un 4,8% para mujeres, donde es clave resaltar que a pesar de que el porcentaje de insatisfacción es mayor en la población femenina, son los hombres quienes hacen las gestiones para mejorar su situación laboral.

“Estos resultados no son fortuitos, y para nada deberían interpretarse como conformismo, sino que debe interpretarse como resultado de las barreras que les impiden participar en condiciones de equidad frente a los hombres en el mundo del trabajo”, puntualiza Dewin Pérez.

Trabajo
por hacer

El Observatorio del Mercado Laboral estableció una serie de recomendaciones que podrían mitigar la creciente inequidad entre hombres y mujeres en Cartagena.

En primera instancia, asegura que es necesario vincular al sistema educativo unas 42 mil mujeres jóvenes que hacen parte de la población “Nini”. Es decir, que ni estudian ni trabajan, y por ello hay prestarle especial atención al tema de la deserción escolar.

A su vez, es necesario el diseño de una política pública con un enfoque de género que permita ayudar a cerrar las profundas brechas entre hombres y mujeres, que incluya el diseño y la discusión de un presupuesto público con perspectiva de género y el fortalecimiento de la institucionalidad con respecto a este tema.

También es necesario trabajar de la mano con gremios y el sector productivo en el robustecimiento de una cultura empresarial que replantee los componentes sexistas presentes en los procesos de selección y escogencia del personal, el acoso y la discriminación.

De la misma manera, prestar atención a los grupos femeninos menos favorecidos y diseñar e implementar programas encaminados al desmonte de las barreras socio culturales al interior de los hogares.

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