¿Cómo afrontar el tema de las barras en Cartagena?

Domingo 23 de septiembre. Corrían 75 minutos del partido entre Real Cartagena y Junior. Cuatro bengalas, infiltradas ilegalmente por las puertas de acceso al estadio Jaime Morón León, pintaban de rojo la tribuna sur donde se ubica la Rebelión Auriverde Norte, la barra más popular del equipo Heroico. Las cosas empezaban a tomar un tono oscuro.
Corrieron solo 13 minutos cuando un joven que tocaba  uno de los redoblantes de la instrumental de dicha barra ingresó a la cancha, pero fue detenido a golpes por varios uniformados que custodiaban fuera de la tribuna. La reacción de los hinchas que se ubicaban en ese sector no se hizo esperar. El resto, lo ya sabido: desmanes por doquier, detenidos y destrozos. Muchos cartageneros que asistieron esa noche, quizás por primera vez al estadio, buscaron el porqué de semejante hecho. (Lea aquí: Daños ‘bárbaros’ en el estadio Jaime Morón León)
No es la primera vez
Aunque en comparación con otros estadios del país, Cartagena es una plaza tranquila, no es la primera vez que actos de vandalismo se asoman al Jaime Morón.
Los llamados clásicos, entre Real y Junior, en diversas ocasiones han estado marcados por la violencia. Tanto en Cartagena como en Barranquilla. Buses con vidrios quebrados a punta de piedras, heridos, robo de banderas, entre otros, son los rasgos que han identificado estos encuentros.
El del domingo anterior no fue la excepción. Aunque gracias a un operativo policial no hubo enfrentamientos entre ambas hinchadas, los asistentes sí vieron en cambio como los temerarios hinchas se enfrentaban a silletazos con los agentes.
Promesas de cambio
En el momento en que uno de los hinchas, curiosamente su principal líder, saltó a la cancha, de inmediato se rompió el pacto que previamente había firmado la barra ante el distrito, comprometiéndose a mantener el orden en el escenario deportivo.
Es claro que no toda la hinchada participó en los disturbios. Incluso, muchos hinchas manifestaron haber sido agredidos sin justa causa por los policías. Quizás por eso el jueves 27, tres de sus voceros acudieron a los medios ofreciendo disculpas por el comportamiento de algunos de los integrantes de la Rebelión.
Las disculpas no cayeron del todo bien. Y menos en las redes sociales y foristas de eluniversal.com.co. Los daños ocasionados en el estadio, la sanción de dos fechas impuesta por la Dimayor al Real Cartagena, que obliga a jugar a puerta cerrada en esos encuentros, deja en la afición cartagenera la sensación de que les toca pagar los “platos rotos” de lo hecho por los barras.
Pese a eso, sus voceros han sido enfáticos en pedir mayores oportunidades y también que sean vistas las buenas acciones que emprenden en diversas fechas del año con trabajos sociales dirigidos a la comunidad.
Son más de 500 jóvenes, de diferentes estratos económicos, los que integran esta barra. Pase lo que pase, han dicho que seguirán a su equipo a pesar de la circunstancias e incluso si se les niega el acceso a su tribuna. Por tanto, queda sobre la mesa  la incógnita ¿cómo afrontar el tema de las barras en Cartagena?