El drama de las familias por conseguir una cama UCI

Agitarse, sentir que cuesta respirar, perder mucha sangre, estar sentado en una silla o acostado en una pequeña camilla sin posibilidad de que traten tus complicaciones; desesperarse porque el paciente que está a tu lado entra en paro y los médicos no pueden revivirlo.

Todo eso pasa en cuestión de minutos, mientras se espera una cama en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) en Cartagena.

Johana de la Rosa tenía 37 años y tuvo una hemorragia mientras estaba en la urgencias de una clínica de la ciudad, por eso necesitó de una cama en UCI desde el domingo 23 de mayo.

“A Johana le hicieron un mal procedimiento hace unos cuatro o cinco meses, le salió una fístula en su colon y de eso no se recuperó. Pasó por varias clínicas, le pusieron sangre para subirle la hemoglobina y le dieron el alta, sin embargo el sábado 22 de mayo la tuvimos que traer a urgencias”, narra entre la angustia y el dolor Araceli Castellar, suegra de Johana.

Pese a que, según cuentan sus familiares, mientras esperaba en urgencia pedía a los médicos mayor atención y cuidado, porque el cubículo donde la ingresaron era angosto, solo la trasladaron a UCI cuando la vieron con la hemorragia.

“El sábado vinimos de San Juan Nepomuceno, estuvo en la urgencia y la doctora nos dijo que de martes a miércoles le harían la operación para ponerle la bolsa donde haría sus deposiciones, aunque pidió ayuda solo cuando la vieron mal lograron trasladarla para la UCI”, relató con descontento Araceli.

A la hora de ingresar a UCI, desafortunadamente falleció.

En la ciudad, la angustia de los familiares no solo es para conseguir atención para pacientes COVID, sino para quienes tienen complicaciones en su salud por enfermedades de base y para los que ahora tener un espacio en las clínicas es más complejo.

A corte de 25 de mayo, las camas UCI ocupadas en Cartagena por otras patologías eran de 165; 24 más que las COVID, según reporte del Departamento Administrativo Distrital de Salud (Dadis). (Lea aquí: Ocupación UCI en 92%, ¿qué ha pasado con la expansión de camas?)

Annlly Báez dice nunca antes haber presenciado el mal manejo de la salud y la pandemia, desesperación por una correcta atención para su familia e impotencia por la negligencia administrativa.

Sus abuelos dieron positivos para COVID-19, su abuela Edilma Ávila requirió hospitalización en una clínica y solo tres días después la consiguió.

Mientras su abuela esperaba en los pasillos de una IPS por una cama, separados por una cortina entre uno y otro paciente, su tía Neis Osorio estuvo expuesta con otros pacientes positivos y días después requirió de una cama en la Unidad de Cuidados Intermedios.

“El caso más reciente es el de mi tía. Hace como una semana la llevamos a la clínica, no permitieron su traslado a otra clínica y esperó día y medio para que la subieran a la unidad. Mi tía se expuso varios días en esa misma clínica porque acompañó a mi abuelita, quien también estaba positiva”, relata Annlly.

El 11 de mayo con fiebre alta y tos, Annlly fue con su tía Neis hasta la urgencia, repitiendo la historia de su abuela.

Horas después presenciaron el estrés de familiares de una paciente que necesitaba cama UCI de inmediato y allí no había disponible.

“Los médicos le dijeron que si la conseguían en otra clínica la trasladaban, entonces gestioné también una cama para mi tía en otra clínica, cuando la conseguí no la autorizaron. Solo hasta la noche del 12 de mayo la subieron a piso, solo la revisaron en la madrugada y no comió, porque allí escogen los pacientes si una cama se desocupa”, puntualiza la joven.

Al drama que vivió en las clínicas, se suma a la demora de la EPS para que su abuela tenga las terapias respiratorias correspondientes para eliminar las secuelas del virus.

Por ahora, el Dadis tiene como estrategia los traslados a Barranquilla y Sincelejo para pacientes que requieran camas UCI COVID, en caso de que no haya ninguna disponible en Cartagena, igualmente el pasado fin de semana la entidad solicitó al ministro de Salud, Fernando Ruiz, apoyar la expansión de camas hospitalarias con la dotación de ventiladores para algunas IPS, con ocasión de la emergencia causada por el COVID-19.