Cartagena


El léxico champetúo, de boca en boca

ERICA OTERO BRITO

01 de junio de 2016 05:00 PM

Cartagena tiene una cultura popular y dentro de ella hay una forma de hablar a la que se le ha denominado “champetúa”.

Esta particular manera de comunicarse entre amigos recoge palabras y frases muy creativas originadas de las vivencias de barrio y que generación tras generación van evolucionando hasta tomar otras formas y diversos significados. Por ejemplo: “sisas”, “sisaya”, “silla”; las tres significan sí, una respuesta afirmativa dada de una manera jocosa, descomplicada.

“Para que sientas el meque”, era una frase muy usada en los juegos de bolita de uñita. Era común que un niño gritara emocionado cuando golpeaba la bolita de otro: ¡meque!”. La palabra salió del contexto del juego y se expandió a otros escenarios para significar: “para que sientas mi fuerza”

Algunas de estas expresiones hacen parte del cancionero de champeta, encontrando en él un camino para ser escuchadas y repetidas en otras clases sociales. Pero la principal puerta que se le ha abierto al “léxico champetúo” para romper el lente de la discriminación, con el que mucha gente en Cartagena mira todo lo popular, es la tecnología.

Los celulares con cámara de foto y video y las redes sociales han facilitado la visibilización de lo que antes podía ser vetado en los medios de comunicación. Gracias a ella, la champeta, esa expresión cultural y rebelde de la pobreza, se ha hecho sentir y con mucha energía no solo en todos los rincones de Cartagena sino del país. Ya la champeta no se baila solo en las casetas de La Candelaria, El Pozón u Olaya Herrera; la champeta ahora suena en las emisoras, se baila en los clubes sociales y arma la gozadera en los programas de televisión.

Los cantantes de champeta encontraron en diversos sofware y en las redes sociales una alternativa para producir sus álbumes con mayor calidad, con fusión de sonidos, efectos especiales y videos; y por supuesto darlos a conocer. En ese boom emergió la industria de la cultura popular captando consumidores ávidos de propuestas nuevas. Y en todo ese torrente entusiasta se cuela el léxico champetúo adaptándose sin mucho esfuerzo a la personalidad de quien lo quiera usar y al contexto social en dónde se quiera expresar.

“El lenguaje es vivo y muy dinámico. Eso quiere decir que está sujeto a cambios y los cambios más importantes que estamos viendo en Cartagena en este momento es el cambio de generación de consumidores y de ciudadanos; y el cambio tecnológico manifestado en las redes sociales. Teniendo eso claro podemos decir que no es que los muchachos de Manga, Crespo o Bocagrande se vayan a El Pozón a codearse con los jóvenes de allá y aprender su manera de hablar, lo que pasa es que por las redes sociales todo el mundo está conectado y aunque pertenezcan a distintas clases sociales hacen parte de la misma generación, son jóvenes y manejan la lógica de la tecnología. Eso hacen que se entiendan indiscriminadamente”, manifiesta el comunicador social e investigador de la Universidad de Cartagena, Ricardo Chica.

La tecnología y la industria le han abierto un espacio a la champeta en los lugares donde antes estaba prohibida, pero no se puede olvidar que este género musical sigue “retratando” las experiencias de las clases barriales de Cartagena, donde sus habitantes tienen claro que la mayor manifestación de violencia es la pobreza. 

Escuche el diccionario oral por Rafael Escallón

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