Cartagena


En Sor Teresa de Calcuta las casas se están quebrando

Sor Teresa de Calcuta es otro de los barrios relativamente nuevos  de la Zona Suroccidental de Cartagena, en donde colinda con asentamientos como La Consolata, El Educador, El Nazareno y La Reinas, entre otros, la mayoría levantados sobre colinas abruptas.
Prácticamente, carece de vías de acceso, puesto que los moradores, para tomar una buseta en el barrio Altos de los Jardines, deben caminar dos kilómetros, como consecuencia de que ninguna ruta de buses, ni ningún otro vehículo de servicio público (a parte de los mototaxistas) se atreve a desafiar las escarpadas lomas. (Lea: Gerente de Corvivienda pidió liquidar la entidad)
El barrio está literalmente construido entre un hueco: los visitantes y lugareños —si logran llegar en taxi— deben abandonar el vehículo unas diez cuadras abajo y caminar hasta una escalera de concreto que desciende hacia la calle principal del barrio, en donde comienzan a esparcirse las 76 casas que fueron construidas, hace 12 años, por Corvivienda y que están a punto de caerse en cualquier momento.
Cuando se presenta la urgencia de trasladar a un enfermo a cualquier centro médico de la ciudad, uno de los familiares debe correr hasta Altos de los Jardines en busca de un taxi, mientras vecinos y demás parientes cargan en una silla al afectado, si es que no muere antes de ingresar al vehículo.

El drama de las casas

“La mía es una de las pocas casas que no representan peligro, porque le he mandado a construir varias columnas de concreto, pero ahora se me está levantando el piso”, dice Ana Isabel Caraballo, la primera presidenta de la primera Junta de Acción Comunal que ha tenido el barrio en sus 12 años de existencia.
“Al principio —prosigue Caraballo—, había algunas personas que se las daban de líderes cívicos, pero siempre pendientes de perseguir  intereses personales, en vez de trabajar por el barrio”.
La mayoría de los habitantes de Sor Teresa de Calcuta pertenecían al sector conocido como La Paz, en las faldas de La Popa, mientras que una minoría viene de diferentes puntos de la Vía Perimetral, de donde fueron rescatados por el Distrito, que declaró esas zonas como de alto riesgo.
Cuentan que al año de estar asentandos en la nueva barriada, comenzaron a rajarse las primeras casas, queja que elevaron a Corvivienda, la cual envió una cuadrilla de albañiles que resanó algunas paredes y uno que otro calado.
En los años subsiguientes fue aumentando el número de viviendas rajadas, pero nunca se organizó una reclamación, porque, según los moradores, no había una Junta de Acción Comunal ni nadie que quisiera tomarse la vocería del barrio.
A cambio de eso, cada vecino iba resanando, en la medida de sus recursos, las paredes y los pisos que se iban quebrantando, hasta que decidieron conformar la agremiación cívica, dirigirse nuevamente a Corvivienda y pedir, en primera instancia, el mapa de riesgos de la zona para determinar si el terreno no es apto o las construcciones fueron hechas de mala manera.

Grietas y derrumbes

En estos momentos, 7 viviendas se encuentran en serio peligro de derrumbarse. La mayoría hace parte de las manzanas B y D, como la casa de la familia Gómez Pérez, en donde las paredes de la terraza se ven hundidas, al igual que las de la recamara, cuyas grietas ya exteriorizaron las acometidas eléctricas.
La familia Castro Zabaleta, habitante del lote 40, en la manzana D, se muestra temerosa de que las paredes de la cocina, la recamara principal y la terraza terminen en el suelo, con una posible tragedia humana, dado el gran número de personas que allí habitan.
Asimismo, María Eugenia Herrera Valdez, residente en el lote 39 de la manzana D, comparte en su terraza una grieta con el lote 38, en donde reside la familia Nades Ospino.
Benilda Batista, residente en el lote 36 de la manzana B, cuenta que la limpieza en su casa se pasa de los límites normales, puesto que todo el día debe estar limpiando el polvillo que se desprende de la pared que divide al patio de la sala y la cocina.
Alejandro Anaya, residente en el lote 28 de la manzana C; y María de Ávila Salcedo en el lote 31 de la misma hilera, padecen la caída de las paredillas de sus patios con una que otra grieta al interior de las edificaciones.
Enterado del problema, el nuevo director de Corvivienda, William Amín Jattin, anunció que enviaría a Sor Teresa de Calcuta un equipo de su despacho para que inspeccione las viviendas y les tome fotografías, para luego estudiar el caso y planear alguna solución.

Otros problemas

La Junta de Acción Comunal envió a Corvivienda las siguientes inquietudes:
—No se ha construido un muro de contención que el Distrito anunció para proteger las viviendas del barrio India Catalina, cuyo terreno podría caer sobre Sor Teresa de Calcuta.
—Se necesita urgentemente el estudio de riesgo de la zona.
—Detrás de la manzana C se dejó un espacio destinado para una cancha deportiva, pero nunca fue adecuado, y ahora solo sirve para que los desadaptados delincan y consuman estupefacientes.
—Las únicas tres calles del barrio están sin pavimentar.
—Los andenes y bordillos carecen de buen nivel, lo que ocasiona el estancamiento de las aguas pluviales.
—El barrio no tiene un buen sistema de aguas lluvias, lo que hace que las calles se inunden con cualquier aguacero, además de que el agua permanece estancada.
—En cuanto a legalización todavía quedan 22 casas por recibir escrituras, aunque las entregadas no aparecen en el Instituto Agustín Codazzi.
—Se necesita que Corvivienda visite la zona en pos de una inspección exhaustiva.

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